Visto en el jueves
Discos / Rocío Márquez

Visto en el jueves

9 / 10
David Pérez — 15-03-2019
Empresa — Universal Music
Género — Flamenco

“Visto en el jueves” (Universal Music, 2019), con portada de Manuel León sobre foto de Celia Macías y diseño de Ricardo Barquín Molero, es el quinto disco de la cantaora onubense Roció Márquez. Una obra que nace de la búsqueda de tesoros en uno de los mercadillos/rastros con más solera de España, el de antigüedades y segunda mano de la sevillana calle Feria, “el de los jueves”. Por aquellos puestos cargados de historias, Rocío fue desempolvando recuerdos y encontrando grabaciones que la marcaron antes y después.

Catorce temas que se fraguan bajo la filosofía de reusar y reciclar el arte, rescatándolo de la memoria emocional colectiva, reinterpretándolo con sus sentimientos y filtrándolo por su voz y recuerdos individuales, para volver a compartirlo con un nuevo latido propio. Canciones y cantes en los que Rocío Márquez juega a combinar autorías, procedencias y géneros, entremezclando con la misma naturalidad y maestría, compases por Bulerías, Fandangos, Rondeñas, Tangos, Tientos, Rumbas, Serranas, Abandolaos o Peteneras. Los ecos de Paco Ibáñez, Bambino o Rocío Jurado, se funden con el quejío de La Fernanda y la Bernarda, Pepe Marchena, La Niña de los Peines, El Turronero, Concha Piquer, Manuel Vallejo o Antonio Mairena.

“Y no sentir por un momento quisiera, / y estar viva y no sentir, / porque el sentir causa penas / y hay penas que no tienen fin…”.

De la Malagueña del Mellizo con aires maireneros de ‘No sentir’, que nos eriza la piel con esas penas que nos calan hasta los huesos, a la Mariana con regusto al mejor Paco Taranto y el palpitar comprometido de Menese y Galván en ‘Entorna la puerta’, pasando por tierras latinoamericanas en ‘El último organito’, que mecen con arreglos de cantes de Ida y Vuelta, sin perder el aroma del folclore argentino, pero mutando de Tango a Vidalita.

“Visto en el jueves” es una suerte de juego en el que, por partes iguales, se “acancionan” los cantes y florecen palos flamencos de las canciones, difuminando los límites entre ambos géneros. Y tras prescindir de la guitarra en sus dos anteriores e imprescindibles trabajos, “Firmamento” (Universal Music, 2017) y “Diálogos de viejos y nuevos sones” (Viavox, 2018), en este nuevo viaje sentimental y libre de Rocío Márquez, son piezas claves los arreglos al toque de Juan Antonio Suárez Cano “Canito” que, demostrando un dominio total de los códigos flamencos, experimenta con una amplia paleta de armonías y se adentra, con la soltura y firmeza de los maestros, en nuevas propuestas musicales. Escudero perfecto que impulsa con sus seis cuerdas la voz luminosa y valiente de Rocío, que vuela a sus anchas en cada interpretación. Las percusiones de Agustín Diassera completan este inmejorable tándem, que embelesa y noquea con jondura (le pese a quien le pese, puristas de medio pelo incluidos) con la misma facilidad.

En este reivindicar la memoria histórica y colectiva de viejas canciones y cantes, revisitando distintas grabaciones y añadiéndole carne y pasión propia, siempre recae el peso de la balanza en las versiones flamencas. Así, por ejemplo, en ‘Se nos rompió el amor’, el espíritu que ruge es de Utrera, con La Fernanda y la Bernarda, o en la poderosa ‘Luz de luna’, canción inicial del álbum y semilla del mismo, la voz que reflota es la de José Domínguez Muñoz “El Cabrero”, añadiéndole incluso la garra del fragmento de la ‘Vidala del nombrador’ de Jaime Dávalos, que el cantaor sevillano siempre utiliza de apertura:
“Vengo del ronco tambor de la luna / en la memoria del puro animal, / soy una astilla de tierra que vuelve / hacia la oscura raíz mineral.
Vengo de adentro del hombre dormido / bajo la tierra gredosa y carnal, rama de sangre, florezco en el vino / y el amor bárbaro del Carnaval.”.

Al que Rocío suma los versos finales de Carrillo, que no usa El Cabrero, musicándolos ella misma y dejándonos ya, desde la primera pista, tocados y hundidos en el desgarro de su propuesta:
“Si ya no vuelves nunca, / provincianita mía, / a mi celda querida / que está triste y está fría, / en vez de en mi almohada / lloraré sobre mi tumba…”.

A los cantes en los que da voz al dolor del Sur, destacando las entrañas de la ‘Andalucía’ del Turronero o la Hernandiana ‘Andaluces de Jaén’, bonus track en el que varea entre olivos con Kiko Veneno, el compromiso y el arte toca techo y lo rompe, con el Romance marchenero (recitado-cantado) ‘Llegar a la meta’, con los versos lúcidos, actuales y afilados de Antonio Orihuela, destacado miembro de la Poesía de la Conciencia.

Y como es ya común, no falta en este disco un texto firmado de puño y letra por la propia Rocío, ‘Una Vida de Imagen’, Serrana que rematan por Abandolaos y que está al alcance de muy pocos. Lo tradicional en constante diálogo con las aportaciones creadoras en primera persona. Rocío Márquez es puro arte libre y ya no hay quien la pare.

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