el espacio entre
Discos / Refree

el espacio entre

8 / 10
David Pérez Marín — 04-03-2023
Empresa — Glitterbeat/tak:til
Género — Experimental

El omnipresente y poliédrico productor, cantante, músico y compositor barcelonés, Raül Fernández “Refree”, reaparece con su cara más conceptual y atmosférica en “el espacio entre”, una evocadora obra elaborada a partir de dos bandas sonoras propias: música para una copia restaurada de “La aldea maldita” (30), clásico del cine mudo español; y para la premiada “Un año, una noche” (22) de Isaki Lacuesta, film que nos muestra el trauma que persigue a una pareja que sobrevivió al trágico atentado terrorista perpetrado en la sala Bataclan de París, la noche del 13 de noviembre de 2015 durante un concierto de Eagles Of Death Metal.

Catorce piezas en las que Refree da rienda suelta a su vertiente más experimental, tejiendo vaporosos y envolventes paisajes sonoros, a piano y guitarra, espectrales, sombríos y cegadores por momentos, con Monteverdi y El lamento della ninfa sobrevolando fantasmagóricamente a lo largo de los surcos. Del minimalismo más puro y bello, al ruidismo más inquietante, complejo y esquivo. Una paleta infinita de texturas que conviven, renacen, se desestructuran y explotan con la misma naturalidad, ahogándonos placenteramente en luminosos sueños o arañándonos la piel en la oscuridad más profunda y sudorosa de las pesadillas. De la expansiva espiritualidad y barroquismo espacial de piezas cortas como “Lamentos de un día cualquiera” y “Lamentos de otro día cualquiera”, a la obertura “Lamentos de un rescate” y “La plage” que le sigue, recomponiendo, saboreando, deconstruyendo y jugando magistralmente con los madrigales del compositor italiano; pasando por esas interferencias radiales que se entrecruzan con una cristalina sesión de cuerdas en “La radio en la cocina”, despejándose la pista en su crescendo final. Un collage de claroscuros palpitantes, de jirones de piel con vida propia, rebosantes de misticismo, sensibilidad y fuerza. Así nos atrapa el minimalista y delicado piano de “Todo el mundo quiere irse ya”, empujándonos poco a poco mar adentro, hasta acelerarnos las pulsaciones en su enjambre de cuerdas. Nerviosismo y desasosiego que también reina en los aleteos metalizados y cortantes de teclas que nos mastican en “Montañas vacías” y “Montañas vacías II”, piano que vuelve a ofrecernos un poco de paz en “Las migraciones nocturnas”, ganando de nuevo tensión con otro sobrecogedor baile de cuerdas frotadas. Bellísimas y resplandecientes son sus meditaciones de guitarra en “Amanece sin que nadie lo vea” y en “Lo que esconden”, para terminar con la bruma cinematográfica de “No es tan fácil aquí”, repleta de recovecos, atmósferas y un delicadísimo y sentido piano; hasta llegar al mágico y esperanzador epílogo de “Una nueva religión”, con pasajes instrumentales que parecen agitar, despertar y parir rayos de sol a cada nota.

Sin lugar a dudas, estamos ante uno de los músicos más interesantes e inquietos del panorama nacional, con una influencia muy importante en muchos artistas y trabajos icónicos de la última década. Su personalísima faceta de productor y arreglista ha dejado marca a lo largo de estos últimos quince años, siendo uno de los productores más requeridos y aclamados del momento. Obras que han insuflado aire fresco y energía al devenir y resurgir del folclore, de la tradición y de la música de raíz en su largo espectro, acercándose y fundiéndose con una esencia contemporánea que no cesa de mutar y buscar nuevos horizontes. En este aspecto, sus encuentros y trabajos con Silvia Pérez Cruz suponen un antes y un después, de “Las reinas del matute” (10) con Las Migas, a “11 de novembre” (11) y el definitivo “Granada” (14); ese mismo año hizo equipo con una de las voces más valientes del flamenco a día de hoy, Rocío Márquez, en su liberador “El Niño” (14), repitiendo en el también imprescindible y brillante “Firmamento” (17). Jondura que ha seguido recorriendo en mil aventuras con Niño de Elche, hasta desembocar en Flamenco. Mausoleo de celebración, amor y muerte (22), pasando por el debut de Rosalía,Los Ángeles (17), o losTres golpes (22) de Perrate. Ese alquímico renacer de la tradición más radical, no solo se queda en el flamenco, sino que va más allá, pasando por el fado en Lina_Raül Refree (20), junto a la fadista portuguesa Lina Rodriguez, o por la música tradicional asturiana enManual de Cortejo de Rodrigo Cuevas, por nombrar solo algunas de sus numerosos trabajos que han dejado huella y abierto camino.

Atrás queda el hardcore melódico de Corn Flakes y la creación de bandas como Romodance y Sitcom, a mediados y finales de los noventa, pasando por el pop experimental de Elena a principios de los dos mil y el despegue de su aventura más intimista y personal como Refree, iniciada con “Quitamiedos” (02) y sumando, hasta llegar a la actualidad, una decena de discos bajo ese nombre y esos ideales de libertad, exploración y sensibilidad instrumental, dimensión que refleja a la perfección este caleidoscópico y magnético “el espacio entre”.

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