A Pink Sunset For No One
Discos / Noveller

A Pink Sunset For No One

7 / 10
José Carlos Peña — 02-01-2017
Empresa — Fire Records
Género — Post Rock
Fotografía — Archivo

Hay que hacer algo realmente especial para haber teloneado a la carismática figura del pop imaginativo St. Vincent, la leyenda del rock asilvestrado Iggy Pop y los héroes del post-blues abrasivo de los 90 Jesus Lizard. Difícil encontrar a tres artistas más variopintos y exigentes. La norteamericana Sarah Lipstate entra dentro de esta categoría por méritos propios. Lipstate, por cierto, también hace sus pinitos con imágenes. Lógico, tendiendo en cuenta la música que hace.

Lo importante es que “A Pink Sunset For No One” es su octavo álbum bajo el sobrenombre de Noveller. Un disco en el que la hiperactiva guitarrista (ya de por sí, algo raro en un mundo tradicionalmente dominado por hombres) continúa explorando paisajes abiertamente cinemáticos armada con su Fender Jaguar y un arsenal de pedales y loops; revisitando un territorio fantasmal de ensueño (a veces, sueño inquietante o pesadilla) entre los paisajes de Explosions in the Sky, los del gran compositor mancuniano Vini Reilly (The Duruti Column) o el también británico Brian Eno. Pero con su propia personalidad.

Y es verdad que el recurso a las mil capas de sonidos superpuestos y los loops, como el propio género donde se mueve Noveller, está trillado a estas alturas; pero las atmósferas ensoñadoras de Noveller, guitarras superpuestas con efectos de todos los colores, se sostienen por sí mismas sin imágenes y atrapan con su languidez: De la tranquilidad de “A Pink Sunset For No One” con sus rupturas eléctricas de inspiración post-punk, a los ecos de Brian Eno en “Lone Victory Tonight”, las capas de guitarras de “Trails and Trials” o la elegante cadencia minimalista, de cuento de hadas, de “Corridors” o las texturas sintéticas de “Emergence”, en las nueve canciones del disco hay todo un mundo raro, personal y atractivo en el que perderse. Lipstate nos invita a entrar en él de su mano, casi de puntillas, sin estridencias, con serena humildad y sin desbarrar o perderse en la autocomplacencia. He ahí una valiosa virtud (la humildad) que no se practica demasiado en la música popular del siglo XXI.

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