The Third Chimpanzee

Resulta altamente refrescante imaginar cómo sería la trayectoria de Martin Gore de no haber tenido que encabezar Depeche Mode a lo largo de cuatro décadas. Por un lado, nos habríamos perdido a uno de los grupos más influyentes de la historia. Por el otro, seguramente, habríamos disfrutado de un Opus en lo que se entiende como electrónica orgánica, oscura como la que perfiló en “Black Celebration” (86) y los pasajes más inspirados de “Ultra” (97), elepés a los que más recuerdan estos cinco cortes instrumentales de títulos simiescos.

Y es que, a falta de nuevo material del grupo más famoso de Basildon, lo que “The Third Chimpanzee” ofrece es un paliativo de lo más refrescante, con un Gore altamente inspirado, siempre abriendo las vetas más belicosas de su estilo personal: de la estilizada pulsión industrial a su vocación natural por armar líneas melódicas tan infecciosas como en las hermosas estructural robóticas de “Capuchin”; sin duda, la respuesta más brillante posible a las teorías “Metal On Metal” de Kraftwerk. En otra como “Mandrill”, retuerce la matemática rítmica electrónica en magma tribal, no muy lejana a los postulados sonoros de Arca.

Por buscar un defecto dentro de tan concienzudo artilugio discográfico, los ocho minutos y medio de “Vervet” se acaban haciendo repetitivos. Un único debe para el que, desde ya, puede ser considerado como trabajo más rutilante de la trayectoria de Gore, fuera de sus quehaceres con Dave Gahan y Martin Fletcher.