Virgin
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Virgin

8 / 10
Pablo Tocino — 28-06-2025
Empresa — Universal Music
Género — Pop

Mirándolo con distancia, es curioso que conectase tantísimo con “Melodrama” (17) cuando salió, porque en ese momento aún no había sentido lo que era el amor de verdad. Pero pensaba que sí, claro, y ese disco me explicaba/transmitía mis sentimientos mejor de lo que yo era capaz de hacerlo. Supongo que pueden romperte el corazón aún cuando todavía no has sentido realmente el amor. El caso es que un año después de la publicación de “Melodrama” sí que lo sentí de verdad. Y es curioso (otra vez) que, cuando en 2021 esa relación llegó a su fin, Lorde anunciase “Solar Power”. Parecía una señal, ¿no? Llegaba Lorde para acogerme... y va la tía y suelta en la primera canción de ese disco que “if you're looking for a savior, well that's not me”.

Es curioso (tercera) que, a la larga, “Solar Power” sea un disco que me transmite mucha paz, y que, junto a este “Virgin”, ayuda a ver cómo un vínculo puede convertirse en otro si ambos queréis realmente que eso ocurra, cómo esa energía –al igual que todas– no desaparece sino que se transforma. Y cómo a veces ni de coña aceptas nada de esto, quieres mandar a la mierda a todo el mundo y eres ese “Hammer” al que le han puesto un capote rojo delante... y también ese “Hammer” que siente lo contrario a la desrealización y quiere experimentarlo todo. Porque madurar puede ser abrazar más tus emociones cuando se contradicen y pretenden coexistir, pese a que cada una de ellas se presente con toda la intensidad del mundo. Pero es lo que tiene estar vivo.

Hablaba Lorde hace poco de eso, de la “grandeza que supone estar en un cuerpo, es algo increíble si lo piensas”, de que ha estado aceptándose más últimamente, y que el título de este disco no viene solo por lo que entendemos como “virginidad”, sino también por el significado anterior donde “virginidad” hablaba de independencia. Y es que tanto la ruptura que experimentó ella poco después de “Solar Power” como los cambios hormonales derivados de dejar las anticonceptivas tras diez años ininterrumpidos le llevaron a un punto de sentir enormemente su soledad, pero también de querer conocerse más, hacerse mil preguntas (de su manera de relacionarse a su conexión con los fans, a su familia, o incluso respecto a su género) y de entender que no tenía las respuestas, y que podía intentar disfrutar de ese caos en lugar de acojonarse. Quizás por eso, el caos llena todo este disco. Incluso en detalles como el particular uso de autocoros: a veces varios a la vez con su propia frase, mientras la voz principal sigue, como si fueran esas voces de su cabeza que también menciona.

Ese caos beneficia a los tres singles, que funcionan mucho mejor en la secuencia. Especialmente le ocurre al primero, “What Was That”, con el que pensé exactamente lo que dice el título cuando lo escuché al salir, temiendo que Lorde estuviese preparando un “Melodrama 2.0” para contentar a quienes querían eso tras el fracaso comercial y crítico de “Solar Power”, y que este “Virgin” acabaría sin personalidad propia. Afortunadamente, me calló la boca. Aunque la producción (para la que ha trabajado junto a Jim E-Stack, Buddy Ross y Dan Nigro, sumando en otras labores a Dev Hynes o Fabiana Palladino) se acerca mucho a “Melodrama”, se combina con el punto minimalista de “Solar Power” y con aspectos nuevos. Entre ellos, que “Virgin” quizás sea el disco en el que Lorde se expone más. Ya sea por las apariciones de temas tan íntimos como los de “Man Of The Year” o “Clearblue”, la presencia de traumas familiares (su madre se menciona hasta en tres canciones), el carácter más explícito de algunas letras (“soap washing him off my chest”, “you tasted my underwear” y muchos más ejemplos) o el reconocimiento de dos asuntos que hasta ahora se escondían más en la imagen casi mística que se ha ido creando a su alrededor: su relación parasocial con los fans, y su TCA. Como dice ella misma aquí: “mystique is dead, last year was bad”.

En “Favourite Daughter” reconoce necesitar esa validación de sus fans, y trata la raíz (la que necesita de su madre), en una canción cuya melodía e interpretación parecen alegres pero la letra es más bien agridulce, aunque ese “breaking my back just to be as brave as my mother” consiga que acabe en un punto precioso. Mezcla de emociones, como decíamos antes, y como ocurre en “Shapeshifter”, punto álgido del disco, en el que se contraponen los “I'm not affected” y esos “but tonight I just wanna fall” en los que reconoce que igual sí que quiere que las cosas le afecten. O en “Current Affairs”, otro de los temazos, el de la polémica referencia a la sextape de Pamela Anderson (en mi opinión bastante acertada una vez visto el contexto) y quizás con el mejor estribillo del disco: “my bed is on fire, mama I'm so scared / don't know how to come back once I get out on the edge / he spit in my mouth like he's saying a prayer / but now I'm crying on the phone, swearing nothing's wrong”.

“Current Affairs” narra ese primer intento de “algo” tras la ruptura, que parece que puede ir a algún sitio... y no. Probablemente porque en verdad ni siquiera quieres que lo haga, porque no te ves ahí todavía. Por mucho que le eches la culpa a mil aspectos externos, a esos “current affairs”. Pero el sistema no tiene la culpa de todas tus penas, que diría Soleá Morente. El outro de esta canción y el de “Shapeshifter”, por cierto, me recuerdan a los maravillosos outros de “The Louvre” o “Supercut”. También ocurre con el último estribillo de “David”, excelente cierre en el que cristalizan varias reflexiones del disco, y que supone sin duda la otra cara del inicio con “Hammer”. No en vano contiene referencias al título de su primer disco y al de este último.

Justo antes, la estupenda “If She Could See Me Now” con su aroma noventero le sirve para ver todo lo que ha avanzado, aunque ni los avances ni madurar sean algo que ocurra en línea recta. Y quizás el mejor exponente de esto sea “Broken Glass”, la canción que más le costó escribir, y que, aunque intente disimularlo, es casi tan dura como “Liability”, aunque cuenta con la euforia esperanzadora de “Green Light”. Lorde había hablado muchas veces sobre no ser una “adolescente de dientes blancos”, pero no sobre que se te pudran los dientes por provocarte el vómito.

Leí hace poco que, por una parte, era una pena que uno de los fans de Lorde, concretamente uno llamado David Bowie, muriese antes de escuchar “Melodrama”, pero que, por otra, de estar vivo Bowie, “Perfect Places” no contendría la frase “all of our heroes fading”, ni ese sentimiento estaría tan presente en el disco... y, por tanto, “Melodrama” no sería “Melodrama”. Contradicciones como ésta son las que contiene “Virgin”. El caso es que me acuerdo mucho de aquello que dijo Bowie sobre ella (y sobre nadie más) de que escuchar a Lorde le parecía “escuchar el futuro”. Porque en este “Virgin” vuelve a ser apabullante su talento en composición, producción e interpretación, y en expresar un sentir generacional que, en mi opinión, absolutamente nadie en el panorama musical consigue hacer igual.

Antes de publicar “Melodrama”, Lorde comentaba en una entrevista que “toda mi vida he estado obsesionada con la adolescencia; incluso de pequeña sabía que los adolescentes brillan, que saben algo que los niños desconocen, y que los adultos terminan olvidando”. Es curioso (cuarta y última vez) que lo exprese así, porque ese brillo que Lorde tan bien captura en esta frase es parte de su aura. Es esa sensación de que hay algo mágico en sus canciones aunque, como en “Virgin”, no nos den una respuesta clara. Aunque no sea ningún “savior”, sientes que hay algo ahí que ella sabe y tú también. Y que te da fuerzas para afrontar lo desconocido. Tell it to 'em.

 

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