Sheriff Playa
Discos / La Trinidad

Sheriff Playa

8 / 10
Fran González — 05-06-2023
Empresa — Sonido Muchacho
Género — Pop

Informes borrascosos de la AEMET aparte, el calendario actual nos obliga ya a tener la cabeza puesta en arena, toallas, mar y espetos. Sin embargo, y tal y como nos demuestran estos malagueños de gusto pretérito y alma poética, no todos los veranos tienen por qué tener el mismo tono y sabor. El suyo, concretamente, bien parece estar implorándole a las listas anuales una tregua de éxitos sincopados de radio-fórmula en favor de recuperar algo tan felino y estimulante como el groove y los bajos recargados de la mano de su nuevo trabajo, “Sheriff Playa” (Sonido Muchacho, 23).

Está claro que hacer un simple disco de pop garajero más no entraba en los planes de La Trinidad, y su esperado segundo LP bien nos demuestra que el imaginario de Sixto Martín y compañía, nuevamente, no entiende de desfases cronológicos ni de barreras generacionales. De forma aguerrida, estos “butaneros del rock” rascan en la médula del art-punk más primigenio, sumergiéndose en deliciosos anacronismos estilísticos con los que sacar a la superficie una propuesta capaz de tender acertados y brillantes puentes entre el ayer y el hoy como pocas caras de nuestra escena actual logran hacer. Los hilos en la producción de un Carlangas juguetón y ladino nos regalarán esa inmutable y permanente necesidad de mecer nuestras caderas a lo largo de sus diez fugaces cortes, que por cierto, se nos pasarán volando entre graves bailongos, arreglos ásperos y costumbrismos crudos.

Enfundados en sus correspondientes monos, como si de unos DEVO de La Costa del Sol se tratara, los muchachos de La Trinidad despliegan un soberano deleite de azoradas baterías, riffs secos, y gruesas líneas de bajo con las que nos transportarán de un punto a otro dentro de su exquisita geografía referencial: desde arrastrados y lacónicos lamentos en clave de ska (“La Vieja Europa”), hasta miradas indisciplinadas con olor a garage-rock dosmilero y crítica salarial (“6,30”), sin dejar pasar la oportunidad de reforzar sus ya tradicionales influencias castizas y añejas (“A Este Lado, A Esta Orilla”). Su particular elección de instrumentales, sumada a esas encriptadas letras en las que el lado obvio del pop queda supeditado a la cara más reflexiva de sus artífices, nos permitirá entender un poco mejor el fresco estival que la banda nos propone, caminando a través de capítulos que van desde una temperatura de color baja (“Que Las Palabras Broten”) hasta densos pasajes experimentales que encuentran la luz a pesar de sus espesas nubes de melancolía (“Seguiremos abrasando nuestros cuerpos al sol”, cantan en “Jardín De Cemento”).

Entre la vehemente percusión de ESG (“Muchos Principios y Pocas Ganas”), el cataclismo expresivo de Fat White Family (“Convertidos en Estatuas”) y el eclecticismo impredecible de A Certain Ratio (“Sheriff Playa”), el cuarteto malagueño une los puntos hasta encontrar su propio lugar. Y si todavía hacía falta que cerciorasen ante el respetable la facultad única de su propuesta, la banda nos termina de convencer del todo con un trabajo entre lo literario y lo profano que supone desde ya uno de los discos nacionales que menos deberían pasar por alto a lo largo del inminente verano.

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