Bloor Street

“Escribir este disco ha sido algo único, por culpa de la pandemia y todas sus restricciones. Me encontré, como muchos otros, con una cantidad de tiempo que nunca había tenido, lo que me permitió no solo reflexionar sobre mi vida sino también escribir sobre ella”. Así hablaba Kiefer Sutherland de su tercer disco en unas declaraciones para Rolling Stone. Un músico al que, hasta 2016 conocíamos solo por su carrera como actor y que, siguiendo los pasos de otros compañeros como Kevin Costner o Hugh Laurie decidió hacer sus pinitos en esto del rock de raíces. El hijo de Donald Sutherland siempre había estado cerca de la música desde que en 2002 fundara la discográfica Sutherland, en la que sacaría el disco de su grupo, Lifehouse, antes de debutar en solitario, así que no le venía de nuevo.

Sin novedad en el frente. Vamos, que este "Bloor Street" sigue los parámetros allí donde lo dejaron "Down in a Hole" (2016) y "Reckless & Me" (2019). Un Americana agradable, para todos los públicos pero que no rasca y a la que le falta vinagre. La producción, a cargo del multipremiado Chris Lord-Alge (Keith Urban) es limpia hasta la extenuación y las ganas de no molestar a nadie con una nota fuera de lugar o un acorde imprevisto se hacen más que evidentes. Algo que no se ajusta a la pinta de malote que siempre se las gasta el amigo Kiefer en sus portadas. Quizá lo que más se le acerca a esa imagen es ese “County Jail Gate” que habla de su experiencia entre rejas, ya que estuvo 48 días en un penal de California en 2007 por conducir borracho. Aunque su piano se corresponde poco con la historia que pretende contar su letra. Agradable pero falto de grasa.