Years

La inconfundible voz de John Anderson vuelve a galopar más genuina y radiante que nunca, como un atardecer anaranjado de verano que araña y se aferra al cielo que no quiere dejar escapar, calentando y dorando la piel hasta el último de los instantes. Diez piezas en las que late la tradición más auténtica, con las cuerdas vocales de Anderson, forajido de sempiterno sombrero negro que viene de vuelta, llevando las riendas de cada surco, acompañado por arreglos preciosistas con aroma a western de antaño. Todo revitalizado por la luminosa y cuidada producción de un Dan Auerbach que también co-escribe todas las canciones y, poco a poco, le gana el puesto a Jack White como arqueólogo oficial y defensor de las raíces americanas, en ese impagable y firme pulso que mantienen por rescatar del olvido a viejas leyendas de la música estadounidense.

Es cierto que John Anderson seguía en la brecha y nunca se quedó bajo la sombra de números uno del género que lo encumbraron en sus inicios, como “Swingin'”, “Black Sheep” o “Straight Tequila Night”, firmando trabajos muy notables en la última década y con un “Goldmine” (15) aún resonando poderoso en el aire, pero Auerbach le da un plus extra y el traje a medida le queda de ensueño, rezumando sabiduría y nostalgia rejuvenecedora en cada pista. De la titular “Years”, con un piano palpitante y Anderson abriendo los mares sin mirar atrás (“Don’t look back in sorrow / Just hope to see tomorrow), pasando por temas que son clásicos instantáneos, como la inicial cadencia redentora de “I’m Still Hangin’ On”, el mano a mano en la carretera con aires sureños de “Tuesday I'll Be Gone” con su amigo Blake Shelton, entrelazando a la perfección fraseos country intergeneracionales de altos quilates, o la brisa fresca y liberadora de “Wild and free”, con la vibrante garganta de Anderson echando el resto.

Y no solo estamos ante uno de los mejores trabajos de John Anderson por la riqueza musical y las mil vidas que transmite, sino que “Years” posee un extra de magia y trascendentalidad, hermanándose en ese sentido con las grabaciones finales de David Bowie, Glen Campbell o el último “Rough And Rowdy Ways” (20) de Bob Dylan, donde, al igual que en esas obras, Anderson lidia con la mortalidad y por momentos, sonríe para siempre, mirando a los ojos a la muerte tras ganar por un instante la partida. Recordemos que John Anderson cayó gravemente enfermo en 2017 y tuvo que cancelar gira y proyectos. Ahora, a sus sesenta y cinco años, con un álbum rebosante de amor por los suyos y la música, vuela eternamente joven y libre, como una majestuosa águila americana sobre un gigantesco lago que esconde cientos de tesoros aún por descubrir.