Ahora pone en común seis discos que le han marcado como aficionado, y no se anda con rodeos.
Sex Pistols - “Never Mind The Bollocks...” (1977)
El primer disco que compré, creo que con trece o catorce años. Todavía no sabía inglés, o sea que me tenía que inventar las letras cuando cantaba. Ya nunca lo escucho, pero con el tiempo aprendí inglés y creo que todavía puedo cantar enteras “Anarchy In The UK” y “God Save The Queen”. Sí que continúo oyendo la música de Lydon, sin embargo. Sobre todo el disco “Flowers Of Romance” (1981) y sobre todo la canción “Banging the Door”.
The Birthday Party - Junkyard (1982)
Una banda que me cambió la vida. Todavía no he escuchado nada parecido. Ahora me gusta pensar que era la banda de Rowland S. Howard, sospecho que por lo mucho que odio al Nick Cave de después de los ochenta. Me gusta decir que si tuviera una máquina del tiempo no viajaría al pasado para matar a Hitler; a quien mataría sería a Cave después de grabar “Tender Prey”.
Whitehouse - Great White Death (1985)
Aproximadamente a partir de los treinta, empecé a perder oído a marchas forzadas. Una de las consecuencias fue que todo me parecía flojo y sin volumen. Cualquier cosa que no tuviera murallas de ruido hacía que me distrajera. Fui derivando cada vez más a los drones, el noise y el power electronics. Whitehouse me parecían los reyes: tenían una intensidad puramente viril, y los podías poner en una fiesta y rayar a todo el mundo por igual.
Mayhem - De Mysteriis Dom Sathanas (1994)
Cuando escribí el prólogo a la edición española de “Los señores del caos” (Es Pop, 13), puse que el black metal noruego me parecía la última gran vanguardia artística europea. Todavía hay gente que me lo recuerda y se me ríe en la cara. Pero lo sigo pensando. Este disco lo descubrí tarde, en 2000 o 2001, pero me llegó todo de golpe, como un bofetón en la cara: el sonido, la leyenda negra, la cosa escandinava… Una revelación.
Coil - Coil Presents Time Machines (concierto, 2000)
El concierto que más me cambió la vida: Coil tocando “Time Machines” (98) en el Sónar en junio de 2000. Gente huyendo despavorida del ruido, un volumen que lo hacía temblar todo y Jhon Balance diciéndole al público que era la reina de todas las bibliotecas y que nos tocaba devolver los libros. De esas cosas que te afectan. Volví a ver “Time Machines” en vivo justo después de la pandemia, tocado por Drew McDowell. Sigue siendo un discazo inconmensurable.
Hawkwind - Warrior On The Edge Of Time (1975)
Ahora que soy viejo, ya me puedo dedicar a escuchar a Hawkwind en bucle. Ni siquiera es una cuestión de nostalgia, porque de joven no los soportaba. Serían la banda ideal para hacer puro postureo, porque son lo más cool que ha habido nunca. Pero no, mi amor es genuino. Creo realmente que Hawkwind es la mejor banda que ha habido nunca, y encima con el mérito añadido de que el noventa por ciento de su producción es una mierda.
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