Every Loser

Esquivar la auto-caricatura es, en mayor o menor medida, un reto inherente a casi cualquier artista de trayectoria dilatada en el tiempo. Sobre todo cuando de manera oficiosa ostentas el título de padrino del punk y, por ende, eres una de las figuras más palpablemente influyentes del rock de las últimas décadas, en una amplia acepción del género que abarca desde el indie de guitarras al grunge y el garage, pasando por cualquier derivado del punk. Un estatus privilegiado que el nacido James Newell Osterberg Jr ostenta junto a otros imprescindibles como Lou Reed & The Velvet Underground, Neil Young, Ozzy Osbourne & Black Sabbath o, ya en los ochenta, los Pixies de Black Francis.

La extensa carrera de Iggy Pop al margen de los seminales The Stooges ha venido marcada por no pocos bandazos, así como un interés mutante derivado en algunas épocas bastante más aprovechables que otras. Pero no es menos cierto que, a lo largo de los años, el vocalista ha dejado elepés inexcusables y, de uno u otro modo, se las ha arreglado para que su figura continuase acrecentándose. Una secuencia que, en los últimos años, disfruta de buena salud e incluye otro título tan acertado como fue ‘Post Pop Depression’ (Loma, 16), perpetrado junto a una súper banda que incluía a Josh Home y Dean Fertita de Queens Of The Stone Age y Matt Helders de Arctic Monkeys. La Iguana de Michigan publica ahora la enésima prueba de que sigue viva y coleando encolerizada, al tiempo de resultar tan sobradamente creíble que firma el que es uno de sus mejores trabajos en años.

Tras esa probatura cercana al ambient y el jazz que fue ‘Free’ (Caroline, 19), Iggy Pop regresa con firme intención (y poco disimulo) de reverdecer laureles, en una maniobra arriesgada que podría haber terminado en catástrofe con aspecto de parodia, pero que en la práctica presume de deslumbrante intensidad. La referencia se abre con la indiscriminada descarga eléctrica de “Frenzy” despejando incógnitas acerca del perfil “clásico” del autor, a la que sigue un single incontestable acerca de un yonqui como es “Strung Out Johnny” y la pegadiza “New Atlantis” apurando vertiente pop. Por su parte, “Modern Day Ripoff” es una merecida deferencia a la época gloriosa, “Neo Punk” luce como inapelable pildorazo de dos minutos, y “Comments” apunta directamente a Billy Idol. También hay espacio para que nuestro protagonista se enfunde el traje de crooner en la elegante “Morning Show”, antes de finiquitar el asunto con el consecuente latigazo final de “The Regency”.

‘Every Loser’ es un compendio de rabia latente y actualizada en su justa medida, que mira al pasado para resonar vigente en el presente, en el que esa mala baba adquiere diferentes formas y maneras canalizada por el autor en torno a un trabajo sólido y jugoso. Una jugada a todas luces ganadora, perpetrada en base a una colección de canciones que certifican que Iggy Pop mantiene intacto aquel nervio que late incansable debajo de sus marcadas venas. Una especie de auto-homenaje del que sale victorioso con orgullo, luciendo socarrona sonrisa de medio lado tras comprobar que, mientras continúe contoneándose, la corona del punk seguirá siendo suya en propiedad.