Godspeed
Discos / Glasvegas

Godspeed

6 / 10
Raúl Julián — 14-04-2021
Empresa — Go Wow Records
Género — Indie rock

Lo cierto es que a estas alturas nada hacía presagiar que Glasvegas tendrían nuevo disco, tras casi ocho años de silencio y una carrera que ha ido de más a menos. De hecho, la banda escocesa liderada por James Allan deslumbró en 2008 con un debut homónimo capaz de poner su nombre bajo los focos gracias a temas como “Geraldine”, “Daddy’s Gone” o “Flowers & Football Tops”. Un ascenso fulgurante que en conclusión pudo ser contraproducente para los intereses del grupo, al generar sobre ellos unas expectativas desmesuradas.

Esas ínfulas derivaron en discos como Euphoric Heartbreak (Columbia, 11) y Later… When The TV Turns To Static (Relativity, 13), ambos irregulares y de perfil grandilocuente y algo excesivo, además de bastante menos inspirados que aquel estreno nominado al Mercury Prize. Por su parte, el recién estrenado ‘Godspeed’ (Go Wow, 21) insinúa buenas intenciones con la oscuridad de un primer tramo que incluye el acertado sencillo “Dying To Live”, “Keep Me A Space”, una “Dive” que remite los Depeche Mode del Black Celebration (Sire, 86) o la industrial “Shake The Cage (Für Theo)”, a los que posteriormente cabría añadir “In My Mirror” (con ecos a Tears For Fears) y la sencilla “Stay Lit”. Tras esa relativa contención, el tic vuelve a asomar para dar paso a piezas cargadas de épica y dramatismo exasperado, densificando la escucha de forma concluyente. Es ahí donde se colocan temas como “Cupid's Dark Disco”, “My Body Is A Glasshouse (A Thousand Stones Sgo)” y el ampuloso cierre “Godspeed”, amparados todos ellos en torno a una sobreproducción que, junto al propio ego de su vocalista, coloniza buena parte del producto en cuestión.

Aunque ‘Godspeed’ (21) patine en su concepción global al tirar de vicios pasados, el cuarto álbum de James Allan y compañía sirve también para recordar (de manera intermitente) algunas de las virtudes que hace ya trece largos años engancharon a no pocos aficionados. Y es que, entre las ocho piezas (más una intro y un interludio) del lanzamiento, cabe focalizar algunos aciertos evidentes. Quizá proceda conformarse con eso, sobre todo teniendo en cuenta que a estas alturas ya ni se esperaba este retorno de los otrora prometedores Glasvegas.

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