Five Easy Hot Dogs
Discos / Mac Demarco

Five Easy Hot Dogs

5 / 10
Fran González — 20-01-2023
Fotografía — Archivo

Un disco, al igual que un viaje, puede llevarnos a rincones inhóspitos y vivencias inesperadas que no habríamos visto venir ni en cientos de años. Al bueno de Mac DeMarco el coger carretera y manta le ha servido para abrir de nuevo esa no tan explorada ventana de su discografía que le ha llevado a probar nuevamente el trabajo instrumental en su totalidad, con un muy particular compendio de catorce pistas con las que el canadiense condensa en apenas treinta minutos un intenso recorrido de cuatro meses por la variopinta geografía estadounidense.

Si hacemos memoria, “Five Easy Hot Dogs” no es realmente la primera ocasión en la que vemos al icónico cantante de sonrisa diastémica brindándonos piezas totalmente instrumentales (a la cabeza nos viene, por ejemplo, aquel álbum de 2015 compuesto por rarezas que jugaban deliciosamente con una suerte de jizz jazz titulado “Some Other Ones”; o más aún, el hecho de recordarle en sus directos lanzando extensas y gustosas jam sessions entre pistas). Sin embargo, ésta sí es la primera aventura instrumental en la que el de Duncan se propone trazar líneas narrativas en un disco sin el más mínimo atisbo de letra. Un rasgo que, por otra parte y a pesar de la calidad demostrada, la inconfundible y característica marca de la casa en sus ritmos, y el notable derroche de influencias del que hace gala, termina por echarse de menos.

El hecho de que este disco, al igual que su antecesor “Here Comes The Cowboy”, vuelva a estar editado por cuenta propia nos revela las indudables intenciones que el canadiense ha tenido de hacer un trabajo libre y sin ataduras, poniendo en sobre-exposición el carácter solitario e intimista que un viajero puede llegar a desarrollar durante las diferentes jornadas de su particular periplo. Desde Canadá hasta el oeste estadounidense, DeMarco cuenta con voz áspera hasta cuatro y pone pies en polvorosa, designando un carácter propio e identitario a cada una de sus pistas (acertadamente tituladas con el nombre de los diferentes rincones que protagonizaron el desenlace de su rumbo), y que emanan una belleza pasiva y contemplativa, ideal para bajar de decibelios, relajarse y dejarse llevar. Porque a Mac su rebosante experiencia y talento le ofrecen la posibilidad de no requerir de palabras para narrar, ni de voz como tal para trasladar al oyente. Haciendo uso de su diferenciador estilo (cargado de guitarras lo-fi, teclados en tempo lento y cajas de ritmo hipnóticas), el artista consigue realmente que exista un arco narrativo palpable en el disco, insuflándole personalidad a cada uno de sus pasajes (desde la caleidoscópica “Portland”, hasta la sedante “Victoria”, pasando por la juguetona y canalla “Chicago”) y poniéndonos en bandeja la posibilidad de experienciar junto a él a qué sabe uno de esos idealizados road-trips yanquis.

Si atendemos a considerar la valía de “Five Easy Hot Dogs” como un álbum instrumental, el pobrecito saldría malparado, atendiendo a la cantidad de representantes del género que son capaces de hacer mucho más con menos categoría; si por el contrario, estimamos la relevancia que éste pueda tener dentro de la discografía de su artífice, muchos de los acólitos de éste sentirán la implacable necesidad de escuchar a su venerado artista perfilar líneas que aporten mucho más. Pero es que “Five Easy Hot Dogs” no está hecho para nosotros, y eso se nota. Es un brindis a su vivencia, un guiño a sus inmortales influencias, una nota sin demasiada relevancia en su discografía que ensalza el mero placer de hacer música porque sí. Es, en definitiva, Mac DeMarco haciendo lo que le da la gana.

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