Just A Dream
Discos / Edu Errea

Just A Dream

8 / 10
Kepa Arbizu — 31-05-2021
Empresa — Philatelia / No Aloha
Género — Rock

La vocal que diferencia a los verbos contar y cantar, en la música, a veces se convierte en un espacio insalvable y en otras ocasiones esa mínima distancia se evapora hasta presentar ambas palabras bajo un mismo significado. Al navarro Edu Errea le han bastado dos discos, teniendo en cuenta el actualmente editado, para demostrar que lo suyo principalmente es lograr transmitir a través de su exposición musical, algo que puede parecer una obviedad pero que en realidad supone un aptitud al alcance de no tantos. En ese sentido, su nuevo álbum, “Just A Dream” (Philatelia/No Aloha), es una clara continuación, e incluso profundización, en esa aspiración de compartir sus pulsiones íntimas y por supuesto lo es también en cuanto a mantener sus pies sobre un territorio marcado por el rock americano, clásico en sus bases y directrices, pero aireado de expresiones menos adheridas a los cánones estrictamente tradicionales y que le reportan una significativa variedad.

Si siempre resulta esencial, por pura lógica, el acompañamiento que un músico se busca para plasmar sus ideas, mucho más lo es si, como es el caso, una de las prioridades es alcanzar desarrollos instrumentales de una considerable densidad en los que albergar ambientes que conquisten espacios sonoros diversos en cuanto a colorido y a intensidad. Por eso es de obligado cumplimiento mencionar la presencia en este episodio de Javier Barbería, Javier Induráin e incluso la de Paco Loco, que si bien ejerce como productor también se hace cargo de algunas guitarras, y teniendo en cuenta que son un elemento clave en la consecución de la personalidad del álbum, su aportación resulta definitiva en unas composiciones que funcionan y crecen en diferentes planos, ya sean definidos por el propio dibujo rítmico como por la aportación de sensaciones dispares, algunas incluso llamadas a la confrontación.

Lo que es evidente en este mapa sentimental que ha delineado el autor navarro es que sueños y esperanzas conviven con fracasos y pesadillas, ya que, las historias amorosas que prácticamente monopolizan el disco son capaces de alcanzar el cielo pero también de revolcarse por el barro. Una realidad que logra ser trasladada a la estructura de las propias canciones, siendo eso uno de los aspectos más reseñanbles del trabajo, por eso si “Next Weekend” y sus románticos deseos en principio encuentran de banda sonora esos paisajes tradicionales golpeados de electricidad tan habituales en Wilco, su desenlace se torna en lo que parece el futuro desmorone de esas aspiraciones a través de un estridente amasijo de ruidos y sonidos. En otro sentido, pero igualmente buscando ese duelo de sensibilidades y la fricción entre ellas, “Last Time I’m Gonna Fall” se desenvuelve en un terreno dulce y bucólico, tomando las artes de Neil Young, pero rodeado de vigor guitarrero, el mismo que se convertirá en el muro contra el que se golpee constantemente la acústica y delicada “Goodbye”.

Pero no solo el uso de las seis cuerdas nos va a traer ese latente enfrentamiento, también hará de expendedor de una rabia más primigenia y cruda, que dará como resultado piezas que se salen del imaginario más ortodoxo americano para acercarse al protopunk de Television, desarrollando tensión y nervio en “Feel All Right”, o arrollar con talante incendiario en el rock and roll distorsionado, casi firmado bajo los excesos de Jon Spencer Blues Explosion, que es “I Like Rock And Roll (But I Don’t Like You”). Abrasivos instantes que se intercalarán entre episodios que nos derivan hacia un estado mucho más plácido de la mano de la luminosa y melódica “Writing Songs”, con aroma a The Jayhawks; del sedoso tono soul que adorna “The Brooklyn Store” o incluso por medio de la más desnuda y sobria “The Day that We Met”, encargadas de incorporar una necesaria serenidad al conjunto. Un aspecto que se evidenciará todavía más en un sorprendente final, “Ojos perdidos”, no solo porque llega espoleado por un folk de ánimo alucinógeno y épico, sino por la utilización del idioma castellano por primera y única vez.

“Just A Dream” se convierte de esta manera en un recorrido por diferentes parajes, adornados de talentosos desarrollos instrumentales y sugerentes ambientes, que en ningún momento nos van a desorientar de ese sonido americano clásico que se presenta como su ruta predilecta. Acertando a su vez con unos textos que en su aparente simplicidad son capaces de adentrarnos en los vaivenes emocionales que toda existencia contiene, logra así hacer de esas inevitables alteraciones con las que se construyen nuestros pasos una experiencia musical fascinante.

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