Max & Max
Discos / Cristian Varela

Max & Max

7 / 10
Fernando Fuentes — 01-12-2015
Empresa — Intec
Género — Electrónica

Toneladas de pista y un sonido claro y fino como el coral destacan, por encima de lo demás, en este nuevo álbum de Cristian Varela que publica -en todo el mundo- Carl Cox, a través de su sello Intec. “Max & Max” es puro baile, es techno clásico pero renovado. Varela se gusta en una equilibrada sinergia entre techno y house. Intensidad, dinamismo y hasta espacio tech, nunca ajeno a la pista de baile, que mueve y conmueve.

Partiendo de un "varelismo" al cien por cien -es decir: bombos nítidos y limpios, percusión tribal, funk y vibrante, bajos rotundos, groove permanente de alto octanaje, etcétera- estamos ante una colección de quince temas que, lejos de formar un corpus conceptual, sustancian un compendio de temas top -léase "pepinacos"- ideados siempre pensando en la pista de baile, que abarcan un amplio espacio temporal, muestran la madurez sonora del madrileño y su progresión por diferentes registros electrónicos.

No obstante, donde brilla de forma apabullante este “Max & Max” es, naturalmente, a través de temarrales como “Caramba” -atención al feliz guiño al “Just An Illusion” de los míticos Imagination-, “Fascinator”, “Human”, “Destiny”, “Great” o “Loveperc”. Todos son trallazos de baile masivo, hitazos enérgicos y atemporales del mejor “sonido Varela”. No obstante, también, hay lugar para “Destination”, en la que hay acidez y hasta trance; es lisergia clubber en estado puro apoyado en un 4X4 tan cristalino como contundente, en los que el mago Carlos Koschitzky ha tenido mucho que ver e, incluso, para una joyita de techno progresivo y deep, que atrapa al oyente desde una propuesta futurista de altura mayúscula, como “Penthouse”.

En fin, más que de un álbum estamos ante una sabrosa recopilación de temazos de manual que cuenta con dos partes bien diferenciadas: una -que ocupa del tirón hasta la mitad del álbum y algo más- en la que se apuesta por lo ya conocido e infalible y otra, menor en todo caso, en la que redescubrimos a un Cristian Varela en un momento de madurez tan interesante, libre y abierto como esperanzador. Más siempre es más.

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