Cavalcade
Discos / Black Midi

Cavalcade

8 / 10
JC Peña — 28-05-2021
Empresa — Rough Trade/Popstock!
Género — Post punk

La irrupción de los londinenses Black Midi con “Schlagenheim” pilló a casi todos con el pie cambiado: ¿un grupo de veinteañeros indies que se atrevían a zambullirse en las turbias aguas progresivas? Los que les vimos darlo todo en El Sol comprendimos que aquello no era ninguna broma. Fogueados en las catacumbas del Windmill, la sala underground por excelencia de la capital británica, Geordie, Cameron, Matt y Morgan habían creado un monstruo de voracidad insaciable difícil de definir; híbrido imposible entre el post-punk asilvestrado, la improvisación con un pie en el jazz y las progresiones hasta hace poco vetadas. Una base rítmica fuera de lo común era su secreto.

Ponerle continuación a un debut tan visceral y extremo no era tarea fácil, pero el ahora trío (Matt se ha tomado un respiro temporal) ha solventado el reto con brillantez, llevando su rock futurista dislocado a territorios insospechados: en las ocho canciones grabadas en Irlanda por John Murphy los jóvenes músicos, apoyados por dos instrumentistas que les acompañaron en su última gira pre-pandemia, muestran una variedad de recursos notable, que se expande mediante percusiones insospechadas, guitarras acústicas, vientos y otros instrumentos que enriquecen su paleta sonora. Cada canción tiene su propio carácter (y su personaje, explican ellos), pero el disco no adolece de falta de coherencia.

Y es que hay que tener una confianza ilimitada en las propias posibilidades para pasar del magma rítmico enloquecido de “John L” y sus parones abruptos a los serenos aires bossanova de “Marlene Dietrich” (nunca sobra dedicarle una canción a la mítica actriz y cabaretista berlinesa); o del funk matemático reconcentrado del single “Slow” a la enrarecida atmósfera acústica de “Diamond Stuff” y luego el corazón rítmico arrollador de “Dethroned”, donde pasan del gancho melódico a la experimentación con total fluidez. Es la gran virtud de un segundo disco en el que, lejos de limitarse a repetir la jugada de su volcánico debut, se arriesgan incluso a bajar revoluciones y jugar al folk minimalista, como en el emocionante inicio de la épica “Ascending Forth”.

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