Canapost, el vent i l’home invisible

Si hay algo a lo que nunca sé decir que no es a un buen disco de esos que hace falta escuchar desde la primera canción hasta la última, que son una historia en sí mismos aunque cada tema cuente una distinta y que expresan un único concepto más que un batiburrillo de ideas. Algo así es lo que propone el catalán Andreu Cunill, exmiembro de Freewheelin’ Tornados y de Santos, bajo el nombre de Bentornät en su primer trabajo con este nuevo alias, “Canapost, el vent i l’home invisible”.

En este álbum, Cunill se aleja del rock que había marcado la música de sus anteriores formaciones para dar algunos pasos hacia la experimentación, pasando del folk a la electrónica desde la intimidad de su ukelele o la grandilocuencia de los violines y la percusión. Pero hay algo más, algo casi trovadoresco, casi religioso, casi infantil: Bentornät apuesta por un sonido que podría sonar en un campamento, al lado de una cuna o dentro de una iglesia, quizás por cierta repetición que hay en sus melodías o por su tono de voz, que aquí se sitúa en algún lugar entre Albert Pla, Joan Pons y Joan Colomo.

Para encontrar un sentido a esta atmósfera que abraza el disco solo hace falta poner el foco en el contexto en el que se creó: Cunill vivió durante un tiempo en un pequeño pueblo del Empordà llamado Canapost junto a su mujer Isabel y su recién nacida hija Jazz y allí afloraron estas once canciones. Eso también explica que los grandes temas de “Canapost, el vent i l’home invisible” sean la familia, como se aprecia en “Pare i filla”, por ejemplo, y el paso del tiempo, que se relaciona con la muerte o los sueños. Aún así, Bentornät intenta jugar constantemente con la metáfora, aunque no consigue terminar de bañar las letras de la ambigüedad que quizás buscaba.

Las constantes referencias culturales y la tensión entre lo orgánico y lo ensoñador dan forma a un disco atrayente y de ambientes atractivos al que solamente le cuesta mantener toda nuestra atención por la duración de algunos temas. De todos modos, pese a que algunas piezas pasen más desapercibidas, otras como “Cançó d’amor per la Pous” o “Bestial” merecen mucho la pena.