Amalgamas de Super 8, sincronías culturales, estados de ánimo
Conciertos / Zinebi

Amalgamas de Super 8, sincronías culturales, estados de ánimo

8 / 10
Aitor Bakaikoa — 22-11-2023
Fecha — 18 noviembre, 2023
Sala — Teatro Arriaga Antzokia / Bilbao
Fotografía — Dena Flows

Con gran acierto, el Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbao (ZINEBI) programaba como colofón, en esta su 65ª edición, el concierto del líder de Los Planetas “granaínos” presentando su primer opus en solitario “Plena Pausa”; grabación sonora ésta que, vestida con el arte gráfico de Javier Aramburu (cincuenta por ciento de los maravillosos Family), musicaliza una selección sobre las ocho horas de sucintos rodajes -inéditos hasta tiempos recientes y digitalizados en 4k por la Filmoteca Española- en el vetusto formato Super 8 realizados por parte del simpar y añorado cineasta e ilustrador donostiarra Iván Zulueta, desde los primeros años cincuenta, cuando contaba con tan solo ocho años de edad, hasta las postrimerías de los idolatrados ochentas, e incluso, por parte de sus familiares, en las décadas de los años treinta y cuarenta del pasado siglo.

Durante hora y cuarto, el otrora mesías del indie patrio (los últimos artefactos sonoros “planetarios” poco tienen que ver ya con la citada insulsa y vacua -por lo general- corriente musical, y si, con el rock psicodélico de alta escuela), ayudado por una elegante y docta banda, donde las “guitarras newyorkinas” del legendario e insuficientemente reivindicado Jaime Stinus (Brakaman -bandón donostiarra de glam-rock, donde Borja Zulueta, hermano de Iván, ejercía de frontman-. Orquesta Mondragón, etc.) ensalzaban aún más un rock luminoso y velvetiano que arrinconaba de facto la vertiente sórdida de Zulueta para maridar majestuosamente con la excelsa vis artística del realizador de la Bella Easo.

Con los seis músicos ejecutando todo el set enfocando a la pantalla, dando la espalda al respetable, la liturgia trota rauda e in crescendo, arribando a varias cimas a citar: “Soleares del Loco” transita finamente por esa senda mística filarmónica (ya explorada también y tan bien por Los Evangelistas), agravando el clima de tristeza conseguido por las previas imágenes familiares pre y posbélicas donde la felicidad vital muta en melancolía por el cruel paso del tiempo. La mudanza a territorios de belleza deviene con las imágenes de “Maquillaje. Colas Negras” en comandita con las guitarras a lo Chameleons o The Sound en la primorosa “Romeras de Betty Boop”. “Fandangos del rascacielos/Los desalmados”, con refinados guiños al “Walk on the Wild Side” loureediano, enlaza sutilmente con el rodaje furtivo y esteticista desde un hotel sito en la Plaza de España madrileña de una mañana de represión policial fascista en 1975. “Arrebato (un buen día para Iván)”, adaptación del hit-single “Un Buen Día” de Los Planetas deviene en el momento mas preciosista de la velada por ese sonido deudo de unos Byrds actualizados. Los ecos a la Velvet Underground más marcial del sexteto en “Amén” y “Película de Plata” casan a la perfección con las fascinantes imágenes de una inyección intravenosa de jaco, el descanso vespertino en la piscina del patriarca con sus elegantes perros y las pruebas de cámara de unos Eusebio Poncela y Will Moore (besados por el opio) conforme rodaban la magistral y obra cumbre de Zulueta, “Arrebato” (1979).

“Jaleo en la Calle” (cover del “Ode to Street Hassle” de Spacemen 3) y “Luces de Neón” (cover del “Neon Lights” de los teutones Kraftwerk) reinciden en las atmósferas del rock moderno narcótico, combinando imágenes del propio -creo- Iván Zulueta vestido de Cristo paseando por los inicios de la playa de la Concha, y las vistas de Times Square, circa 1967, respectivamente. La ralentizada y psicodelizada “Échame a Mi la Culpa” (popularizada en el mainstream por Albert Hammond, padre del hacha de los Strokes) matrimonia con las secuencias de 1969 del rudo oleaje rompiendo contra las rocas que sustentan hoy en día el Auditorio Kursaal. Magnético concierto en un seductor teatro Arriaga, con magna reivindicación del enfant terrible (junkie, gay, rockero y bohemio de clase alta) más vanguardista de los sesenta y setenta patrios.

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