VI Bienal de Lanzarote
Conciertos / The Good Company

VI Bienal de Lanzarote

8 / 10
Tali Arenao — 16-12-2011
Empresa — Centros de Arte, Cultura y Turismo
Sala — Tambo
Fotografía — David Giménez

Después de que Hydrogenesse, Oscartienealas o Hyperpotamus, entre otros, hayan estado animando el cotarro musical en la VI Bienal de Lanzarote en los últimos meses, ayer viernes tocaba ponerse el chándal y correr la maratón musical que se nos venía encima con tres actuaciones en tres locales de Arrecife. Apenas habían aterrizado a la isla, y de ahí el pequeño retraso, los chicos de The Good Company arrancaban las primeras notas en un llenísimo Tambo Terrazza, siendo necesario varios temas hasta poder coger el punto sonoro del local (es lo que tiene no haber podido probar sonido). Pero amigo, una vez que lo pillaron, pusieron su nuevo disco Dearland en marcha y fueron ganando en intensidad de tal manera que engancharon muy bien con el público tan variopinto allí presente, hasta tal punto que a más de uno le recordó a Wilco, y con ese referente poco más se puede discutir. Con el buen regusto que dejó la banda, salía el personal hacia El Callejón Liso, en donde nos esperaban The Birkins para demostrar porqué está cosechando tan buenas críticas tanto su disco de debut como su directo. Con un sonido exquisito, con el sudoroso público a sus pies, y con un set cargado de guiños sonoros, incluida su gran versión de "Sexo (Moral Femenina)", Cris y los suyos dieron buena muestra del alto nivel existente en las islas en la actualidad.

Tocaba moverse otra vez, así que la troupe marchaba a La Roca para ver al tercer integrante de la expedición canariona que conformaba el cartel de este evento, que por cierto, da gusto ver al presidente del Cabildo de Lanzarote y al alcalde de Arrecife ir y disfrutar de cada concierto mostrando su claro y firme apoyo para que dentro de dos años tengamos en la isla más y mejor arte, (y que nosotros lo veamos).
The Amaroses pisaron el acelerador de entrada y no bajaron el pistón de su neo-grunge con tintes atmosféricos, góticos y metal, es decir, un potaje rico rico, que puso al respetable patas arriba culminando así la ruta musical que con tan buen acierto (y riesgo) programaron desde la organización. Sin duda, rutas o maratones musicales de este tipo valen la pena de vez en cuando. 

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