El Super Sonic Rebel Fest es un evento co-organizado por la sala La Cueva del Jazz y el colectivo zamorano Creaturas, con la intención de dar visibilidad a algunas bandas menos conocidas y más bien expeditivas, apostillando al mismo tiempo unas preferencias (no del todo exclusivas) por grupos que cuentan en sus filas con una o varias mujeres. Unas interesantes premisas que en la práctica volvieron a resultar satisfechas y motivaron el éxito de la segunda edición del sarao, gracias a la presencia de tres bandas eclécticas entre sí y tremendamente convincentes dentro de sus propias coordenadas.
La noche fue inaugurada por los locales Backfire Skeletons, quienes ofertaron un concierto de punk vitaminado a la antigua usanza. Esto es: tocado a toda velocidad, sin pausas y a generoso volumen, mientras presentaban las canciones de ese casi recién estrenado proyecto formado por músicos de otras bandas ya bien conocidas en la ciudad como Atomic Megalodon. Media hora de intensidad constante durante la que, a partir de la sólida interpretación del cuarteto, emergieron las siempre agradecidas influencias de los primeros Green Day (los de verdad), NOFX o The Clash.
La presencia de Los Retumbes (foto principal) era quizá la más esperada del programa, por extremadamente vistosa y porque su fama sobre el escenario precedía al dúo formado por Andrés y Ana. La dupla no decepcionó con esa bien hilada mezcla de rock & roll clásico, garage y alguna pincelada de exotismo, todo ejecutado únicamente con percusión, guitarra y voces dando forma a los efectivos temas incluidos en su reciente álbum ‘Colección de Canciones de Mierda’ (Family Spree, 22). Su paso por la sala resultó a la vez divertido y valioso en cuanto a lo estrictamente musical, con canciones tan pegadizas y exquisitamente ácidas como “Cuñado”, “Tatuaje de mierda”, “Retumbe Rock” o “Las camisetas de los Ramones”. Una actuación, la completada por los de Barakaldo, tan desvergonzada como prometía, de esas en las que los músicos disfrutan tanto o más como el propio público, sumergidos unos y otros en pleno derroche de empatía, complicidad y despiporre.
También desde el norte llegaron SUA, para ejercer como cabeza de cartel y cerrar el festival. Las vizcaínas sorprendieron a todo el aforo con un magnífico directo, sin fisuras y siempre creciente a medida que pasaban los minutos y el ambiente iba caldeándose. Una propuesta que presenta influencias que van desde Echobellly o Bis a Le Tigre o Sleeper, además de remitir con frecuencia a esos Belako con los que comparten no pocas similitudes en fondo y forma. El cuarteto –que cuenta en su haber con el álbum ‘Ordu Beltzak’ (Airaka, 19) y una buena serie de sencillos adicionales– dio rienda suelta a un compendio bien entendido de indie-pop/rock, despachado en euskera con magníficas maneras y recibido por el público con merecida euforia. Fue el broche de oro para un evento cada vez más apetecible que, en base al buen nivel mostrado por todas las bandas seleccionadas, confirmó el olfato de sus organizadoras para diseñar uno de esos eventos de distancia corta que, al amparo de una sala de las de toda la vida, siguen disfrutándose especialmente.
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