Red Bull Music Academy Weekender Madrid: Manda el ruido
Conciertos / Red Bull Academy

Red Bull Music Academy Weekender Madrid: Manda el ruido

8 / 10
Luis J. Menéndez — 06-10-2013
Empresa — Red Bull
Sala — Matadero de Madrid
Fotografía — Alfredo Arias

El Red Bull Music Academy Weekender Madrid se llevó a cabo este fin de semana en diferentes espacios de la capital, cubriendo una franja que por momentos se acercó a las 24 horas non stop. Entre tanta celebración de la música electrónica en sus diferentes vertientes, nosotros destacamos los tres eventos centrales alrededor de los que se vertebraba toda la programación.

Jueves 3. Crooners Dislocados

Joe Crepúsculo arrancaba en una Kapital semivacía que iría llenándose conforme el concierto cogía temperatura. A estas alturas de la historia las cartas están marcadas porque en los directos de Joe, como en sus discos, hay poco espacio para la sorpresa. Con Sergio Pérez encargándose de la mayor parte de la cosa musical, un Joe cada vez más sobrio puede concentrarse en la interpretación de unos temas que van de menos a más, terminan con los bombos en lo alto disparando sus temas más inmediatos, “Batalla de robots”, “Suena brillante” y “Mi fábrica de baile”, ante una Kapital ya prácticamente llena que rompía a bailar.

Con estas, Crepus no le dejó una papeleta nada sencilla al norteamericano James Pants, por mucho que su forma de entender lo que es un show de directo -a medio camino del populista Dan Deacon y la performance punk de John Maus- resulte indudablemente atractiva. Con el público todavía caliente, los obsesivos cambios de tercio de un Pants capaz de recorrer en lo que le dura un tema el trecho que va de los 80’s horteras, el hardcore o el pop hipnagógico, le convierten más en un curioso objeto de estudio por parte de la audiencia que en el motor de una fiesta. Se desgañitó frente al público (comparte con Crepus que la voz no es su mejor arma), manejó los platos, disparó secuencias desde el ordenador y tocó la batería por encima de ellas (muy bien, por cierto) para desconcierto del personal, convirtiéndose en el más “dislocado” de los crooners de la noche.

Una noche que tenía en la actuación de Omar Souleyman su principal activo. El fenómeno del músico sirio, de cantante de bodas en su país a referente de la intelligentsia electrónica, no es único (así a bote pronto se me ocurre el caso de nuestro Raimundo Amador, el Misterio de Las Voces Búlgaras hecho hype por 4AD o el éxito de temporada de Goran Bregovic) aunque sí curioso. Más allá de lo obvio -su acompañante al Korg Rizan Sa'id, que carga con casi la totalidad del peso del concierto, es un fenómeno- me reconozco ignorante del papel que Souleyman juega en la música de su país como para entrar a enjuiciar su supuesto radicalismo o carácter innovador. En el nuestro hay un largo trecho entre el planteamiento de, por ejemplo, Vicente Díaz y Amancio Prada, y la verdad es que viendo a Souleyman y sin entender ni papa de lo que nos cuenta, intuyo que su propuesta tiene más que ver con la agro-tonada tecnificada y populachera del primero que por el respeto a la tradición del trovador del leonés. En cualquier caso reconozco que no tengo información para meterme en ese debate.

Pero sí que cabe una reflexión al hilo de su actuación y del contexto que la rodea. Cabe preguntarse cuál es la razón de tanto fervor entre una audiencia que poco o nada tiene que ver con la de un festival devoto de las músicas del mundo. También sobre las sonrisillas cómplices, los comentarios jocosos o hasta el hecho de que en su única aproximación al público el animador de bodas sirio a punto estuviera de quedarse sin el pañuelo árabe que le cubre la cabeza. Sobre si este repentino interés por la propuesta de Souleyman entre los que acudimos a un evento como Red Bull Music Weekender no tiene algo que ver con ese espíritu burlón tan nuestro que convirtió a un Chiquilicuatre en nuestro representante del Festival de Eurovisión.

Viernes 4. Cielo oscuro

La presencia de Fasenuova tenía el aliciente de la presentación de “Salsa de cuervo”, su flamante nuevo largo para el sello Discos Humeantes, lo más “pop” que han grabado nunca el dúo mierense con temas como “Agua helada” empujándoles en la dirección de los Coil más emocionales. En directo, no obstante, con Ernesto ejerciendo de crooner enrabietado y Roberto manejando los hilos en la sombra, apuestan por el contraste entre sus canciones más reconocibles y arrebatos de punk electrónico a los que, eso sí, les faltó volumen para implicar al personal.

La apuesta de The Haxan Cloak, a priori mucho más sutil, con Bobby Krlic escondido entre sombras y concentrado en pulsar los botones adecuados, se apoyó en un juego de luces espectacular en su minimalismo. Arrancó tirando de ambient-noise malsano, lo condujo por el terreno de un dubstep minimal que dictaba el ritmo cardiaco de nuestro corazones para coronar una absorbente actuación tirando de épica en una recta final con “The Drop”. Si “Excavation” apuntaba a uno de los discos de este 2013, después de verle en directo la intuición se ha convertido en certeza.

Y las estrellas de la noche eran unos Chris & Cosey que tras la definitiva disolución de Throbbing Gristle han decidido reivindicarse a sí mismos recuperando su legado de los 80: no es mala decisión cuando grupos que vienen pisando fuerte como Factory Floor les deben su existencia. Tan hieráticos como cabía de esperar, con Cosey al frente poniendo la voz, ruidillos con la guitarra o un trompetín de juguete y alguna percusión añadida y Chris concentrado en la retaguardia llevando el peso de lo instrumental, convirtieron la ya de por sí industrial Nave 16 en una fiesta bailable de regusto ochentero (esas proyecciones de clásicos del cine mudo…) en la que pusieron foco sobre su tercer disco, “Songs Of Love & Lust”, y que se apagó de forma abrupta cuando la policía determinó que más allá de las 12:30 aquello debía terminar.

Sábado 5. Slow Focus

El barcelonés Sunny Graves se convertía en telonero de Fuck Buttons para los 400 afortunados que se dieron cita en el Auditorio del Museo Reina Sofía, la misma sala donde no hace tanto paraba, sin ir más lejos, el mismísimo Steve Reich. Esto es, la garantía de unas condiciones acústicas inmejorables y un público atento para la presentación en sociedad de un proyecto sin apenas grabaciones hasta la fecha que optó en esta ocasión por su faceta más experimental y ruidista en detrimento del Sunny Graves bailable que, personalmente, disfruto mucho más.

En comparación lo de Fuck Buttons casi podría parecer pop, o rock si nos atenemos a la cantidad manos con cuernos en alto que se pudieron ver entre el público en diferentes momentos de la actuación. El dúo británico se maneja en un terreno reservado a unos pocos elegidos, manejando un discurso sonoro plenamente reconocible pero aún en constante evolución, resultando accesibles (llenazo en la sala, y no fueron pocos los que se quedaron con las ganas) a la par que radicales (todo lo radical que puede ser el ruido en 2013). En directo priorizan la experiencia física sobre los matices, tal y como demostraron desde el minuto uno con “Brainfreeze”, volumen extremo para una base rítmica que nos empujó contra nuestros asientos coronada por varias capas de distorsión que, a la manera de My Bloody Valentine, apuestan por la experiencia sensorial diferenciada para cada oyente. Cierto es que tanto volumen se llevó por delante la batucada de Benjamin en “Colours Move” o buena parte de los alaridos de Andrew en una remozada “Surf Solar”. Pero eso forma parte de los inevitable daños colaterales cuando llega la hora de un combate que Fuck Buttons ganan por aplastamiento.

Un comentario
  1. No sé si llamar concierto o performance The Haxan Cloak y todavía estoy alucinando. Fuck Buttons para mi estuvieron espectaculares, yo tenía muchas ganas de verlos. Omar Souleyman fue divertidillo yo creo que la razón del fervor es simplemente por la remezcla del Cristalline de Björk.

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