Donde todas las bandas tocan bien
ConciertosAluniza

Donde todas las bandas tocan bien

8 / 10
Rubén García — 13-06-2025
Empresa — Avalon
Fecha — 07 junio, 2025
Sala — Aceñas de Cabañales
Fotografía — Francisco Alain

La primera edición del Aluniza llegaba a las Aceñas de Cabañales de Zamora, enclave perfecto para un festival en donde, tal y como rezaba el eslogan de su cartel, 'todas las bandas tocan bien'. Empezaron los conciertos con un pequeño retraso dando paso a Pilu, cantautora andaluza encargada de abrir el festival y quien, con la única compañía de guitarra y caja de ritmos, desgranó uno a uno los temas que ha ido sacando a lo largo del último año. El segundo grupo de la mañana contaba con la ventaja de jugar en casa: los zamoranos (e incipientes) Mōrago mostraron su propuesta de atmósferas con cuidadas melodías y letras afiladas augurando un próximo disco que sorprenderá. Pasadas las 15h llegaba un habitual y viejo conocido de la parroquia del Avalon (mítico local de la ciudad encargado de la organización). El australiano Steve Smyth (en la foto) no podía perderse la fiesta de Zamora, y su conocida y potente voz resonó (esta vez en Las Aceñas sitas junto al Duero) acompañada solo de una guitarra... y a veces ni eso. “La Bestia” dio un concierto para el recuerdo demostrando que menos es más a través coreados himnos como “In a Place”, “Shake It” o “I Must Be A Good Place”.

Con el comienzo de la tarde llegaban los también zamoranos Mendel, quienes presentaron algunos de los temas que agrupara en breve en una única referencia, caso de “Polillas”, “Gigante” o “Esos días”. Su rock de guitarras y bajo marcado hizo que buena parte del público no parara de bailar en todo el concierto. Especialmente emotivo fue cuando Álvaro, creador del festival e integrante del grupo, dio las gracias por tanto cariño y apoyo, a pesar de los problemas que ha tenido tras la quiebra de Wegow y deseaba que ojalá fuera el primero de muchos más. Sin respiro llegaban los ritmos endiablados de Sobrinus, la banda madrileña de culto que volvían a una ciudad en donde siempre se han disfrutado tocando. Un concierto intenso con muchos fieles en primeras filas celebrando que alterarán los nuevos temas de su EP “Renace” (Auto, 24) con piezas de anteriores discos como “La loba” o “La noche me domina”.

Calequi y las Panteras, proyecto de Javier Calequi (músico y director musical de Jorge Drexler), Lauri Revuelta y Luisa Corral, llegaba por primera vez a la perla del Duero. Su propuesta que mezcla las armoníaas vocales con el funk, el afro-pop o los ritmos latinos. “Ke lo ke”, “Una ciudad de cristal” o “Para Elisa” incitaron al baile cuando la noche iba cayendo sobre tan idílico escenario. Cuando empezaba a ponerse el sol, Luis Brea, en formato de trío y con el madrileño acompañado de batería y teclados, presentó las canciones de su último disco “Corazón Azul” (Hook, 23). “Remedios” y “El vaivén” sonaron compactas en directo, pero no olvidó grandes clásicos del repertorio como “Mil Razones” o “Dicen por ahí”, coreadas en cada frase por sus más fieles seguidores. Terminó el concierto con “Automáticamente”, bajando del escenario y haciendo que la comunión entre artista y público fuera total.

Uno de los grupos más esperados por muchos de los asistentes era La Gipsy Power Band, un “supergrupo” capitaneado por David ‘El Indio’ de Vetusta Morla, que junto a La Pucci, los hermanos Rafa y Samuel de Darako a las voces, y los excelentes músicos que les acompañan, triunfaron con versiones de Los Chichos, Las Grecas o Los Chunguitos, a los que sumar los que son por ahora sus dos únicos temas propios: “La quinqui” y “Llora”. Un remolino festivo que hizo que nadie pudiera parar de bailar de principio a fin, con una interpretación vocal y musical que incluso mejoraba alguna de las versiones. Pasada la medianoche llegaba el plato fuerte del festival, algo que se notó en la concentración de gente cerca del escenario. Rufus T. Firefly volvían tan solo un par de meses después de presentar su disco “Todas las cosas buenas” (Lago Naranja, 25) en el seminario de San Atilano y, tal y como acostumbran, desplegaron toda la fuerza que les caracteriza encadenando, en un tema tras otro, esas melodías que capaces de envolver a un espectador atrapado hasta que la última nota deja de sonar. “Canción de paz”, “Nebulosa Jade” o “El principio de todo” retumbaron en las aceñas haciendo que cada riff de guitarra, cada nota de bajo, cada percusión de la batería de Julia se incrustara en el alma, en un espectáculo musical y visual realzado por la belleza del emplazamiento.

La jornada llegaba a su fin habiendo sumado un considerable aforo, sobre todo teniendo en cuenta que se trataba de la primera edición del festival. Un evento que, apostando por grupos no tan habituales en los festivales y repetidos por toda la geografía del país, ha se ha hecho hueco y, a pesar de las adversidades, quedó concretado con nota. Queda desear que, en efecto, sea la primera de muchas ediciones en años venideros, para volver a escuchar la frase más oída sobre el escenario: “Gracias Álvaro, por luchar tanto por la música y la cultura en esta ciudad”.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.