Llegar, ver y vencer
Conciertos / Indiferente Festival

Llegar, ver y vencer

9 / 10
Fran Martínez — 20-05-2019
Empresa — Palacio de Festivales de Cantabria
Fecha — 18 mayo, 2019
Sala — Palacio de Festivales de Cantabria
Fotografía — Buby Rey

Ver nacer un nuevo evento siempre es motivo de alegría. Indiferente Festival ha llegado para llenar el hueco de los festivales de pequeño formato que tanta falta le hacía a Cantabria. Con el indie por bandera, nos ha ofrecido una jornada musical en la que se han mezclado propuestas consolidadas con otras menos evidentes.

El sábado comenzó con la amenaza de un sold out que se confirmó a lo largo de la tarde y con la curiosidad de ver cómo funcionaría la ubicación elegida. Llegado el mediodía nos acercamos al Palacio de Festivales, que nos ofrecía dos espacios diferentes para los conciertos de la mañana y la noche. En el Escenario Talleres, los Tropical Brothers y su eterna fiesta allanaron el terreno para una Soledad Vélez con la siempre difícil tarea de abrir la jornada. La chilena, acompañada de su teclado, fue disparando las bases de Flecha, Jóvenes y otros temas de su último disco Nuevas Épocas, que cantó con su característica melancolía bailable. Una propuesta realmente especial la de la artista chilena.

Uno puede llegar a pensar que lo de Joe Crepúsculo no tiene mérito y que mover a un festival a las tantas de la madrugada con bases discotequeras lo hace cualquiera. Error. Lo de este hombre es cosa de otro mundo. La manera en la que hizo saltar a absolutamente todo el mundo a las dos de la tarde es un verdadero arte. Sin descanso fueron cayendo temas como España o Te voy a pinchar. La versión de Maricas de Los Punsetes empezó a calentar al personal. Soledad Vélez subió a acompañarle en La verdad y Mi fábrica de baile dio fin al concierto con el público encima del escenario. Para enmarcar.

Después de un descanso para comer y ya en el Escenario Pereda, le tocó el turno a Cariño. El primer contacto con esta sala fue un poco extraño. ¿Nos sentamos? ¿Nos quedamos de pie? Pero el Palacio ofrece más posibilidades de las que en un principio se puede pensar, así que las dudas desaparecieron rápido y para el final del concierto de las madrileñas pocos se quedaron sentados. Difícil estarlo con pildorazos pop como Bisexual, Canción de pop de amor o la versión de Llorando en la limo de C. Tangana.

Entre grupo y grupo la espera se nos hizo más corta porque la música no paró ni un segundo gracias a las sesiones de Señoras y Mojo Club Djs. Estos últimos dieron paso al concierto de Novedades Carminha. El cuarteto gallego tiene una ristra de temazos en su haber que les tiene que hacer muy difícil la elección del set list sin dejarse nada fuera. En esta ocasión, aunque venían presentando Ultraligero, que quedó bien representado con Disimulando, Obsesionada o Te quiero igual, no olvidaron tiempos pasados en Antigua pero moderna o Pesetas e incluso pasaron por su tamiz funk-pop Mala vida de Mano Negra.

Viva Suecia han alcanzado un estatus envidiable en muy poco tiempo. Con apenas cuatro años de vida eran uno de los principales reclamos de la noche y cuando salieron al escenario, la Sala Pereda estaba hasta la bandera. Las primeras filas andaban apretadísimas y encontrar a alguien sentado a esas alturas de la noche ya era un milagro. Es un grupo al que nos ha costado pillar el truco, pero es innegable que "lo tienen", y cada vez que les hemos podido ver en directo lo han demostrado. Se manejan igual de bien en los registros ambientales (Acabaremos muriendo en ello) que cuando lo hacen saltar todo por los aires. En este sentido, el concierto se convirtió en un karaoke cuando sonaron Bien por ti, Casi todo o Amar el conflicto. Con Hemos ganado tiempo Rafa Val y los suyos se mezclaron con el público dejando la sala patas arriba.

La guinda la puso Omar Souleyman con su mezcla de dabke y electrónica. Este artista sirio es una rara avis que ha pasado de cantar en bodas a participar en festivales a lo largo de todo el mundo. Su música bien la podía haber firmado Camela si viviesen en Oriente Medio. Durante el concierto, su imagen hierática hizo de contrapunto al despiporre que se vivió en primeras filas. Los bailes frenéticos y las ganas de que no se acabase la noche fueron la tónica de un concierto que cerró esta primera edición de Indiferente Festival, marcado por un entorno diferente, la envidiable acústica y un sold out que, esperemos, deje la puerta abierta a futuras ediciones.

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