Julio de la Rosa, economía de guerra
Conciertos / Julio De La Rosa

Julio de la Rosa, economía de guerra

7 / 10
Don Disturbios — 05-04-2013
Sala — Sidecar, Barcelona
Fotografía — Sandra Moreno

Recuerdo que hace unos cuatro años en una entrevista promocional, Jairo “Muchachito” me advertía que el formato banda estaba condenado a desaparecer tarde o temprano. La reciente subida del IVA, el desorbitado paro juvenil, la enorme competencia ante la gran diversidad de estilos existentes, y el poco interés de los estamento públicos por la música popular que emana de las generaciones más jóvenes, ha provocado una situación que se veía venir desde hace tiempo . Si Julio de la Rosa se presentó ayer noche solo ante el peligro en la pequeña sala Sidecar de Barcelona, fue más por culpa de la situación actual, que por una decisión artística personal.

Una economía de guerra obligada por las circunstancias que provoca que nos perdamos todos esos detalles vocales e instrumentales que enriquecen las canciones del autor, pero consigue a la vez que el contenido lírico de las canciones de Julio se impongan por encima de la melodía y que cobren un mayor protagonismo. Si a eso le añadimos que sus letras se han hecho con los años cada vez más explicitas y, por añadidura, más protagonistas de su propuesta artística, tenemos como resultado un concierto más de fondo que de forma. Y sí, es obvio que nos perdemos la posibilidad de disfrutar en su plenitud canciones en las que la instrumentación es rotunda, como es el caso de “Pingüinos y koalas”, y también es evidente que, por ese mismo motivo, resulta imprescindible la participación del público en canciones con una melodía tan rotunda como “La Cama” o “Las Camareras”. Temas con un potencial tremendo, que no acabo de entender porqué no han trascendido a un público más mayoritario con el que Julio debería bregar de otra forma. Pero eso es harina de otro costal. Lo que hay que destacar es que, pese a la economía de medios y apoyarse en la técnica de secuenciar y superponer capas de loops que grababa en directo para defender sus temas más allá de la guitarra y voz, el músico salió airoso y con nota del envite. Aunque opino que podría haber utilizado en más ocasiones el recurso de los pregrabados. Técnica que solo usó cuando lanzó un drone a través de una curiosa grabadora en “El Traje”. Pese a todo, el gaditano hizo un exhaustivo repaso a su discografía en solitario con alguna incursión a su pasado con El Hombre Burbuja como la memorable historia de “Kill The Mosquito” ya en los bises.

Ahora solo cabe esperar que los festivales nos permitan disfrutar de una versión con banda de su propuesta y que su carrera empiece a ser valorada de una vez en su justa medida. Nosotros llevamos años insistiendo en su enorme valía y, la verdad, no nos gusta predicar en el desierto.

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