Liturgia literaria-musical
ConciertosFernando Alfaro

Liturgia literaria-musical

7 / 10
Daniel Pose — 22-05-2025
Empresa — Mardi Gras
Fecha — 21 mayo, 2025
Sala — Sala Mardi Gras, A Coruña
Fotografía — Manu San Martín

En una época en la que la inteligencia artificial está colonizando el arte, la música se rinde ante moldes prefabricados y el artificio del postureo amenaza con eclipsar la verdad, resulta casi milagroso encontrar propuestas tan crudas, naturales y esenciales como la que Fernando Alfaro desarrolló en la Sala Mardi Gras de A Coruña. Lo suyo no fue un concierto al uso ni una presentación literaria convencional del libro “El mundo turbio de Fernando Alfaro” (Contra, 24). Fue un rito íntimo, un viaje por la vida del protagonista, por las canciones que han tejido una carrera y dado forma a su obra. Una liturgia de palabras y acordes en donde cada nota, cada mensaje y cada silencio cobraban una importancia decisiva.

Apareció solo en el escenario, acompañado únicamente de su guitarra y algunos ejemplares de sus libros sobre un taburete. Su presencia se sentía como la de una figura espectral. En los primeros instantes anunció lo que aquella noche iba a suceder, casi advirtiendo que, una vez comenzado el viaje, no habría estación intermedia en la que bajarse. Era hora de saltar sin red a su mundo turbio, un mundo donde los personajes sienten, lloran, sangran y viven... un mundo donde las canciones respiran con viva propia.

El autor evitó destripar su libro, pero compartió lo suficiente como para despertar curiosidad y también la necesidad de saber más. Lo hizo ante un público respetuoso, que mantuvo un silencio sepulcral, ávido y entregado como no tantas veces se puede ver. Nadie quería perderse un detalle y todos anhelaban formar parte del trayecto. Alfaro invocaba. Cantaba. Contaba. Cada canción resonaba como el eco de la historia que acababa de narrar. Historias de regreso al pasado, de drogas, vinilos, muerte, cárcel… De vida, en definitiva. Una vida teñida de una ternura sucia, de una belleza extraña y dolorosa.

Todo dolía y todo hablaba, en esa liturgia especial que Fernando Alfaro propuso en la noche del miércoles en Mardi Gras. Curiosamente, a mitad de la misma, parecía que todos los presentes y el propio artista se conocieran desde hace años, casi como si hubieran compartido momentos de los narrados. La noche avanzó con cada viñeta añadiendo una nueva etapa, un nuevo rostro o una emoción con la que sentirse identificado. Y es que Ángel Turbio, el protagonista de la novela, pasó de ser el alter ego del propio Alfaro a serlo de todos y cada uno de los presentes. Su voz era la de aquellos que caminan con el alma doblada; de los que aman como pueden; de los que sobreviven con la culpa de lo hecho; de los que sienten deseo o necesitan a su familia y luchan contra el implacable paso del tiempo.

Y así se llegó al final. Un final que guardaba alguna viñeta de regalo, alguna canción con la que complementar lo vivido. Misma crudeza, misma realidad. La despedida fue tan austera como el inicio, apurando un cierre silencioso cargado de significado. Hubo aplausos y admiración. Y también hubo quien sintió la necesidad de irse a casa acompañado de ese libro continente de una historia narrada por Fernando Alfaro y que, en A Coruña, pasó a ser de todos.

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