Fanfarlo, el chico se come al grande

Otros de los conciertos que Heineken Music Selector programó en la discoteca Kapital, un sitio un tanto atípico hasta la fecha para hacer conciertos, tuvo un sabor agridulce ya que contra todo pronóstico el pez chico se comió al grande. Los madrileños Hola a Todo el Mundo aparecieron en escena puntuales y vestidos de calle, es decir, que guardaron sus disfraces y pinturas indias en el camerino. Lo que sí trajeron consigo fueron sus ganas de pasárselo bien y de contagiárselo a todo el público. Algo que resultó bastante sencillo desde el inicio con temas como “Your Current Road” y “Golden Sound”, sonando muy nítidas. Al grupo ya se le van notando las tablas acumuladas y también que le tienen cogido el punto al show y al continuo cambiar de instrumentos, sacando flautines, panderos, xilofones y demás, sin que ello impida que sus temas suenen a un folkie fresquísimo donde se intercalan piezas cantadas en inglés y en castellano. De su último trabajo hicieron “Maestra alegranza” con un final largo y un tanto sicodélico, “Número nadie” y la genial “Leon Comunion”. Aunque el tema que arrancó todos los aplausos y ovaciones fue “A Movement Between These Two”, que supieron encajar al final del set dando una sensación general de que HATEM ya se ha convertido en grupo grande. Ahora solo falta que con el tiempo y más carretera el público responda fuera igual que se les recibe en Madrid.

Cuando le llegó el turno a Fanfarlo la sala estaba en silencio y expectante. Los británicos sabían que el público ya les conoce y que no les hacía mucha falta tener que explicar que venían a presentar canciones nuevas como “Replicate” o “Deconstruction”. Lo que nadie se imaginaba es que a raíz de su nuevo sonido, basado en descafeinar su indie-folk llevándolo por los derroteros del pop y el soul lánguido, nos íbamos a encontrar que temazos como “I’m A Pilot”, “Comets” o “Finish Line” sonarían tediosos. Cuanto más se esforzaban más aburrían y tan solo llegados al final del set la cosa repuntó un poco con “Luna”, pero ni las trompetas ni los saxofones consiguieron meterse a la gente en el bolsillo. Las caras de sorpresas eran muchas y las ganas contenidas de bailar sus canciones eran evidentes. Ya en los bises estallaron las palmas y los aplausos con “The Walls Are Coming Down” acompañados de algún que otro grito. En fin, la evolución es lo que tiene, no siempre gusta a todos y no tiene porque ser previsible.