Fragilidad y grandeza
Conciertos / Clap Your Hands Say Yeah

Fragilidad y grandeza

8 / 10
Verano González — 28-04-2022
Empresa — Get In
Fecha — 23 abril, 2022
Sala — Dabadaba, Donostia

Hubo un tiempo en el que pareciera que Clap Your Hands Say Yeah fueran a hacerse muy grandes. No ocurrió, o al menos no en la medida que muchos pensamos que debería haber ocurrido. Pero sí crecieron lo suficiente como para pillarnos por sorpresa el anuncio de su concierto en una pequeña gran sala como el Dabadaba. Aquel lejano primer álbum, encumbrado a hombros del hit inapelable que fue “The Skin of My Yellow Country Teeth”, pagó el peaje de preceder a algunos trabajos con menos favor de público y crítica. Pero en la última década, y con la banda ya convertida en el proyecto personal de Alec Ounsworth, han publicado sus mejores trabajos, como el reciente “New Fagility”, parido durante los dos años de pandemia y que protagonizó buena parte del repertorio que pudimos disfrutar en Donosti.

Apareció en escena Alec Ounsworth en solitario para arrancar con “Into Your Alien Arms” a la guitarra. La canción, que en estudio suena expansiva y huracanada como los primeros Arcade fire, se convirtió en un recogido tema folkie despojado de artificios. El sonido de la banda se ha ido sofisticando con el tiempo pero han sabido desvestir las canciones para adaptarlas al formato compacto de de guitarra, bajo, teclados y batería con el que se presentan sobre el escenario. Enlazaron sin solución de continuidad con “Innocent Weight”, durante cuya ejecución se fueron incorporando el resto de músicos en un crescendo pielgallíneo.

Y en menos de quince minutos habían definido los mimbres con los que se iba a tejer el resto del concierto: un sinuoso balance entre luminosos momentos bailables, intensidad pop y cortes más íntimos. Una sucesión de temas al servicio de las emociones y alejada de clichés efectistas; no en vano durante el primer bloque de la actuación se quitaron de encima la mencionada “The Skin of My Yellow Country Teeth” en lugar de usar el viejo truco de “la buena pa’ los bises”. El público respondió de manera efervescente, sí, pero no por primera vez, ya que anteriormente nos habían puesto a bailar con las poperas y saltarinas “In This Home On Ice” o “Same Mistake”, y lo volvieron a hacer en repetidas ocasiones. No son una banda cuyo repertorio en directo pivote sobre la interpretación de un esperado éxito puntual.

Repasaron prácticamente todos sus álbumes encontrando sitio, no solo para el baile, sino también para los desarrollos de intensidad creciente de “Thousand Oaks” o “A Chance to Cure”. Levantaron el pie del acelerador en la parte central de espectáculo en la que, solo en el escenario y al piano, Ounsworth interpretó “Unfolding Above Celibate Moon” y “Details of the War” en el momento más íntimo y, por qué no decirlo, menos valorado por una parte del irritantemente charlatán público. Los temas se sucedieron sin apenas pausa entre ellos, deteniéndose cada tres o cuatro canciones para hacer pequeños interludios que Ounsworth, comunicativo y risueño en todo momento, jalonaba con anécdotas de juventud. Como aquella estancia en Euskadi, antes de dedicarse a la música, en la que intentó sin éxito llegar a nado a la isla de Santa clara. Burlas bravuconas del público, respuesta irónica del de Pensilvania (“vosotros sois tipos duros”) y oportuna interpretación de “New Fragility”.

Tras una hora de concierto, volvieron para los bises advirtiendo entre risas que “nos habían dejado bailando con “Better Off” y ahora nos iban a dormir con “Where They Perform Miracles”. Fue solo un delicioso respiro para despedirse de manera explosiva con “Upon This Tidal Wave of Young Blood “, cuya melodía principal no dejó de corear el público ya con la banda incluso fuera del escenario, lo que provocó que regresaran por segunda vez para despedirse, ahora sí definitiva y catárquicamente, con la festiva y celebrada “Heavy metal”.

Un increíble repertorio en una sala prácticamente llena y en la que, como lamentablemente suele ocurrir en esos “conciertos-que-hay-que-ver-sí-o-sí”, un abundante sector del público, más ávido de asistir al acto social que de prestar atención al artista, no dejó de cotorrear ruidosamente durante todo el espectáculo. Quizá por ello, y a pesar de la actitud entregada, dicharachera y comunicativa de Alec Ounsworth, no tocaron el setlist completo previsto para la ocasión. Única mácula para una noche impecable.

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