Cápsula, el polvo perfecto

Había que elegir entre la cápsula roja y la cápsula azul. Había que decidir si quería quedarme en Matrix esta noche, o quería lucir mi camiseta de Zen Guerrilla y despertar a guitarrazo limpio. Estaba claro, Matrix me lo conozco de sobra y hace días que apestaba, así que cápsula roja del tirón y a mirar de frente a la Primavera con la que iba a hacer el amor como una lagartija en plena época de celo. Señores, un concierto de Cápsula invita a eso y a más, provocan en el respetable una erección sonora. Contagian la lascivia con la que tratan a sus instrumentos, los adoran, se los follan, vaya, y te obligan a buscar una mirada cómplice y un culazo al que agarrarte mientras cierras los ojos y recibes la dosis de puro rock que este power trío regalan. Acojonante. Las embestidas del "Rising Mountains" dejan una marca que "In the Land of Silver Souls" hace crecer. Los tres elementos que machacan el escenario son como de otro planeta, uno de esos planetas en los que todavía se exige aptitud a la hora de mostrar actitud. Aquí la pose es necesaria, la pide a gritos una interpretación perfecta de unos trallazos que hasta ayer sólo sonaban en mi equipo de música y que ahora pasan a formar parte indispensable de venideras noches de excesos. Quería rock y Cápsula me lo dieron. Quería volar y Cápsula me hicieron despegar. Quería una bajista salvaje a la que adorar y Cápsula es eso, eso y un animal a la batería y un guitarrista de los que quitan el hipo. Se hizo corto, muy corto. "Rafa, la versión de Bowie" me dicen por detrás mientras me agarran por la cintura y casi caigo al suelo. Lo tocaron todo, lo hicieron de forma salvaje y dieron al respetable una lección de rock, de vida y de puro hedonismo. El Rock & Roll ha encontrado en este trío unos embajadores que ya venía echando de menos desde hace bastante tiempo. Enormes.