Albert Pla
Conciertos / Albert Pla

Albert Pla

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Redacción — 24-01-2009
Empresa — Pedro Páramo
Fotografía — Archivo

Hace muchos años que Albert Pla le cogió el gusto a los teatros y a todo lo que en sí representan. Espacios en los que el público lleva una actitud muy distinta a la habitual en una sala de conciertos y en los que se fomenta una atenta mirada y una escucha respetuosa, casi obligada, sin el ruido de fondo de la barra o de los pesados que se saben las canciones de memoria y se empeñan en demostrarlo. Conocedor como pocos del medio, el de Sabadell sabe sacarle el máximo partido al hecho de enfrentarse armado de una circunstancial guitarra eléctrica, un eficaz juego de luces que se erige en un actor más del espectáculo apuntillando frases y unos pregrabados con los que incluso eleva a tono de metáfora su uso impostado, engañándonos a todos hasta que se enciende un cigarro y te das cuenta de que allí no canta ni Dios. Es solo un segundo. El resto del espectáculo es tan Pla, que, a poco que te guste su uso del cinismo corrosivo, sus hiperbólicas historias de juergas, hongos, corazones dados a la fuga, colillas justicieras, sus sueños o malos pensamientos, sales encantado del todo. Con esa sensación de haber visto a un artista capaz de interpretar sus canciones de forma tan natural como pasmosa, con ese punto de genialidad natural nada impostada que en ocasiones de tan austera se vuelve parca y a la que sabe dotar la dosis justa de la comicidad propia de la exageración, el desvarío y la confrontación palpable de que el mundo es una mierda. En eso Albert Pla no tiene rival y se desmarca de todos en un espectáculo que es un concierto teatralizado o un monólogo musicado, en el que unas piezas que no tienen conexión temática entre sí, acaban creando un único lienzo que, en ocasiones, hasta parece cobrar sentido. Un lienzo en el que, además de las canciones de su último álbum, hay sitio para ese entrañable “El bar de la esquina” donde amor, sexo y pasión se dan la mano. Si a eso le sumas la estupidez humana y la certeza de que todo es relativo, tienes las bases de una obra, “La Diferencia”, tan inteligente como mordaz.

Un comentario
  1. A little rationality lifts the quality of the debate here. Thanks for coigbnrutint!

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