La noche es mi reino

Cuando alguien afronta un proyecto como "La noche es mi reino", es importante saber a quién se va a dirigir. El famoso enfoque. Ese en el que se pierden muchas buenas ideas, precisamente por no invertir un poco de tiempo en definir, en el caso de novelas gráficas o libros, quién te va a acabar leyendo. Y eso lo hace de manera perfecta Claire Fauvel, cosa a la que si añadimos eso tan manido de que “lo que bien empieza, bien acaba”, les puede dar pistas ya sobre lo que vamos a apuntar sobre este cómic ideal para disfrutar, por ejemplo, en un mano a mano entre progenitores y vástagos. Sin ir más lejos, servidor lo ha experimentado con su hija de once años –aunque la promoción indique como edad ideal los catorce años– y la cosa ha funcionado.

La experiencia de Fauvel también es importante para ello. No en vano estamos hablando de una mujer habituada a trabajar en el mundo de la animación infantil, cosa que hace que sus obras en papel sean tremendamente cinematográficas. "La noche es mi reino" –sin spoilers– narra las peripecias de Nawell, una chica de veinte años que, cumpliendo sus sueños, tiene un grupo de rock, y que se larga a París para estudiar. Allí buscará un ambiente musical, en el que sentirse cómoda, y le pasará todo aquello que puede pasarle a una post-adolescente, siempre con el trasfondo de la composición de su primer disco presente y como objetivo irrenunciable de sus pasos. Y aquí lo dejamos, que hemos prometido no desvelar demasiado. El caso es que, con esta sinopsis, la autora francesa traza una buena historia sobre el paso de la adolescencia a la teórica edad adulta, y sobre el “querer es poder”. Sí, claro. Estamos ante un dibujo luminoso, que da luz a un guion con mucho de aleccionamiento. Solo hay que luchar para conseguir cumplir tus sueños. Y aunque intentar comunicar algo así quizá ya está demasiado sobado, y no es una verdad absoluta, transmitir a la juventud ese espíritu mal no les va a hacer. ¿Verdad?