Springsteen: Deliver Me from Nowhere
Cine - SeriesScott Cooper

Springsteen: Deliver Me from Nowhere

7 / 10
J. Picatoste Verdejo  — 24-10-2025
Empresa — 20th Century Studios España
Fotografía — Cartel de la película

"Springsteen: Deliver Me from Nowhere" incide, tal vez sin ser consciente de ello, en esa singularidad que hace que los fans de Bruce Springsteen lo consideren una figura especial dentro del rock: su biopic no podía ser otro más.

No hay en el film de Scott Cooper -director que había debutado con la también musical "Corazón rebelde", que propocionó a Jeff Bridges su único Oscar en el papel de un veterano cantante de country alcoholizado- apenas ninguno de los elementos habituales de los biografías musicales: poco e intrascedente sexo, nada de drogas y rock&roll solo en su justa medida. Y pese a la ausencia de adicciones, "Deliver from Nowhere", biopic tranquilo focalizado en la producción de su disco personal "Nebraska", después del exitoso "The River", es también un relato de superación, estructura habitual de la vida y películas de estrellas del rock que descienden a los infiernos y renacen curados de espantos. Si en esas ocasiones, las drogas o el alcohol ejercen de enemigos incorpóreos de los protagonistas, aquí es la depresión y los fantasmas interiores de Springsteen, mayoritariamente relacionados con una infancia dominada por un padre alcohólico y maltratador, los que enturbian su existencia.

La película trata el tema de la salud mental con sumo cuidado hasta el punto de que el espectador no es conocedor absoluto de los pesares de Springsteen, lo que se traduce en cierta incomodidad al no poder escudriñar ese punto ciego de la historia. El Boss que vemos, interpretado por un Jeremy Allan White que, a falta de escenas explosivas se centra en las inflexiones de la voz, es un Bruce solitario, que rechaza dejar su New Jersey natal y que tantea una vida familiar con su nueva pareja, a la vez que la torpedea con su obsesión por el trabajo y la voluntad de plasmar su visión artística sin ceder un ápice a las pretensiones de la discográfica. Esa ultima parte aporta la tensión que, de manera justificada, había escaseado en el metraje precedente, más intimista.

 

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