La miniserie dirigida por Paul Andrew Williams y estrenada por Disney+ comienza situando el foco (sin tapujos) sobre Londres en julio de 2005, cuando varios atentados terroristas perpetrados en el transporte público de la ciudad causaron una masacre y aterrorizaron a la población. Es el punto de partida de cuatro magníficos capítulos, en los que la trama pasará a alternarse entre la planificación e intento de ejecución de una segunda oleada de atentados y el seguimiento de Jean Charles De Menezes, un joven electricista brasileño que resultó acribillado por los agentes tras ser confundido con uno de los sospechosos.
Uno de los errores más cruentos e hirientes que se le recuerda a la Policía Metropolitana de Londres marca el devenir de la historia, escudriñando los hechos con ausencia total de cortesía, al apostar por una crudeza inherente a la propia historia que el director expone y traslada a pantalla con buen pulso. “Sospechoso: El asesinato de Jean Charles De Menezes” retrata con precisión y aparente fidelidad a los hechos esa dualidad que, en su primera parada, apuntaría hacia la desconfianza latente en ciudadanos, prensa y autoridades tras los atentados, de inicio y en apariencia capaz de legitimar cualquier tipo de reacción.
Por otro lado, la serie se vuelve hacia Jean Charles De Menezes para mostrar como la palpable histeria, junto con una serie de catastróficas coincidencias y la pésima gestión por parte de los responsables de la policía, derivaron en tragedia de dimensiones épicas. La última parte de la serie aborda, con idéntica aspereza, el proceso de investigación que siguió a la ejecución del brasileño, con el manejo de los medios y la búsqueda de excusas y justificaciones. Una serie en la que confluyen, por tanto, varios puntos de fricción, y que Williams maneja con mano firme para no caer con demasiada evidencia hacia ninguna opción, evitando un error de cálculo que hubiera desnivelado el producto.
“Sospechoso: El asesinato de Jean Charles De Menezes” es, en definitiva, una serie más que notable entre el thriller y el drama, por momentos escalofriante y copada por actores y actrices en estado de gracia: desde la frialdad de Emily Mortimer a la sobriedad de Edison Alcaide como De Menezes, pasando por los siempre fiables James Nelson-Joyce y Russell Tovey. Un título que, dada su temática social, su apuesta por un realismo extremo –también en cuanto a fotografía y ambientación–, y su propia calidad a todos los niveles, resulta de visionado (casi) obligado.
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