La casa de papel (T5)
Cine - Series / Álex Pina

La casa de papel (T5)

6 / 10
Luis M. Maínez — 20-09-2021
Empresa — Netflix
Fotografía — Archivo

‘La Casa de Papel’ se tradujo al inglés como ‘Money Heist’ tras la compra de sus derechos por Netflix para su explotación internacional. El objetivo era hacer más temporadas después del éxito tardío de las dos primeras en la plataforma de streaming. Ese cambio de nombre supuso un cambio de concepto (“al principio fue el verbo”) que sirvió para convertir a la serie en un chute de heroína, en un depósito de fuegos artificiales al que entra un pirómano.

Todo estaba en la traducción, aunque no nos diésemos cuenta en la tercera temporada, ansiosos como estábamos por ver la vuelta de los atracadores de La Fábrica de Moneda y Timbre. No sabíamos cuales eran los motivos de los personajes pero los del equipo de la serie estaban claros. La sutileza que aparecía en las primeras temporadas de ‘La Casa de Papel’ -la que dio origen a un fenómeno basado en la intriga y del que hasta proliferaron scape room temáticas por todo el mundo- dejó paso a la obviedad y a los recursos hollywoodienses menos originales. ‘Money Heist’ es poco más que “Atraco al dinero”, algo que estaba lejos de la impresión que dejaban las primeras temporadas, donde la serie parecía menos una serie de acción de lo que ha terminado pareciendo en una quinta temporada ya muy devaluada a la que, sin embargo, sigue mereciendo la pena acercarse… Aunque sea por agravio comparativo, como cuando encuentras de repente el Instagram de tu ex y le dedicas unos segundos para saber que nunca más cometerás el mismo error.

Y eso que este primer volumen de la última entrega de ‘La Casa de Papel’ ha pecado del “síndrome Matrix Revolutions”; apostar todas las cartas del desenlace a una guerra espectacular e ininterrumpida cuando lo que había enganchado a los espectadores eran los personajes, sus relaciones y la intriga de la lucha de cerebros. Ya fuera entre la resistencia liderada por Neo frente a la Matrix o entre La Resistencia liderada por El Profesor frente al sistema económico y político de un país que salía de una crisis de 2008 agravada por una crisis de corrupción endémica. Desde que ‘La Casa de Papel’ fue comprada por Netflix el único motor de la serie ha sido una escalada de violencia y maldad, un aumento drástico de los diálogos marca de la casa de Álex Pina (especialmente escritos para que cuentas de Instagram hagan "canvas" con ellos) y un desenlace que, a cinco episodios del final, no se intuye por ningún sitio más que en el último capitulo del volumen 1 donde, después de más de cuatro horas de serie, pasa algo.

Uno de los puntos fuertes de esta quinta temporada es la aparición de Berlín, nuevamente a modo de flashback. Es, sin lugar a dudas, la unión personaje-interprete mejor conseguida de toda la serie, tanto que Pedro Alonso logra que sus escenas sean indefectiblemente las mejores de cada episodio. Cabe preguntarse cuánto de la salida de Berlín del grupo de atracadores al final de la segunda temporada hay en la perdida de calidad de las escenas de atracos en las siguientes entregas; en este sentido, Palermo no está a la altura de las expectativas como antihéroe dentro de la banda.

Entre Manila y Denver teniendo una conversación de ligue canallita de discoteca Erasmus con una banda de asesinos de élite a escasos tres metros disparando contra ellos; Tokio confirmándose como el personaje más gafe de la historia de la ficción, el único a quien no te gustaría conocer, no se sabe si por no escucharla calentarte la cabeza o porque probablemente acabes muerto o maleherido; o las cada vez menos justificadas moralinas políticosociales, entre otras muchas máculas, la temporada 5 de ‘La Casa de Papel’ no pasa de entretenimiento anfetamínico, no llega al notable alto y pierde el estatus de serie de culto.

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