Deep Water
Cine - Series / Adrian Lyne

Deep Water

4 / 10
Laura Càmara — 24-03-2022
Empresa — Amazon Prime Video
Fotografía — Cartel de la película

Parece ser que a Ben Affleck le gusta esto de encarnar la figura del marido infeliz de apariencia estoica, porque después de que le viéramos en “Gone Girl” (2014) en ese mismo papel, vuelve a las andadas en “Deep Water”, el nuevo filme de Adrian Lyne. El que fuera el director de “Lolita” (1997), “Flashdance” (1983) y “Jacob’s Ladder” (1990) retorna al mundo del cine veinte años después de su última pieza, “Unfaithful” (2002), con una adaptación de la novela de Patricia Highsmith que tendríamos que haber visto en la gran pantalla, pero cuyo estreno ha terminado siendo en las plataformas de streaming Hulu y Amazon Prime.

Protagonizada por la recién expareja Ana de Armas y Ben Affleck, “Deep Water” (“Aguas Profundas” aquí) se insiere dentro del género del thriller (calificado de primeras de “erótico”, algo a poner en duda tras su visionado). El ritmo diluido que caracteriza la pieza (la cual relega a un segundo plano la investigación de los asesinatos que en ella se suceden) dificulta que se cumplan las expectativas de quienes le han dado al play esperando el clásico suspense. Más lenta que intrigante, la película presenta a Vic y Melinda Van Hallen, un matrimonio resquebrajado (en la línea de la filmografía anterior de Lyne) con un pacto silencioso de seguir unido pase lo que pase (y se acueste con quien se acueste Melinda).

A ratos, da la sensación de que Lyne consigue construir de forma orgánica esa tensión clave en los thrillers, producto en su mayoría de los puñales (o infidelidades) que Melinda le lanza a Vic, los cuales lejos de ser por la espalda como en la anterior entrega de de Armas, son directos y sin piedad. Que todos estos affairs sean la comidilla de la comunidad de vecinos de la que la pareja forma parte —y que Melinda los invite al mismo hogar en el que viven su marido y su hija pequeña— resulta en escenas violentas que provocan en el espectador una incomodidad palpable. Sin embargo, la película no logra salir de un bucle caracterizado por la superficialidad de tramas y, valga la redundancia, la repetición.

Una vez transcurrida la primera hora del metraje, una se empieza a poner nerviosa; el único conflicto presentado hasta el momento es la sospecha de que Vic ha matado al anterior amante de Melinda, algo que ya sabíamos antes de empezar a verla porque se incluye en la sinopsis del filme. Al final, aunque a veces ha logrado tensarnos, Lyne peca de une lentitud narrativa que pese a funcionar en el papel se vuelve algo pesada en las imágenes.

Sin desvelar mucho más de lo que acontece en la segunda hora del filme (cuyo desenlace circular es un guiño más a “Gone Girl”), diré que la indiferencia que he sentido al terminarla no me permite tildarla de buena película. Con un aire a “Eyes Wide Shut” (1999) de Kubrick, “Deep Water” recae demasiado en un intercambio constante de miradas de odio o deseo (nunca se sabe muy bien cual) entre Melinda y Vic, y termina asemejándose a la peli de los sábados de Antena 3. Además, por extraño que parezca, Affleck y de Armas tienen química, pero no tanta como la que uno esperaría de una pareja verdadera.

Lo mejor de la película es, para mí, este Affleck a lo Ryan Gosling en “Drive” (2011) de sonrisas forzadas y una apariencia distante pero afable que provocan inquietud en el espectador, que sabe que detrás de esa fachada de devota comprensión se esconde una rabia que de alguna forma tiene que canalizar. Y la niña pequeña, Trixie. Ojalá se le hubiera sacado más partido a su personaje, porque la escena en la bañera con Vic (en la que se nuestra tan inteligente y calculadora como su padre) es de las mejores de la película. En resumen, asistimos a una sucesión de cuernos, escenas aleatorias de sexo y fiestas de ricos alcoholizados, que acaban siempre con una Melinda borracha y desafiante quitándose los zapatos de tacón. Quizás con una hora y media hubiera sido suficiente.

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