25 años de 'Coming Up’, la primera reválida de Suede
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25 años de 'Coming Up’, la primera reválida de Suede

Raúl Julián — 27-08-2021
Empresa — Nude
Fotografía — Archivo

Brett Anderson se vio forzado a reinventar Suede tras la espantada de Bernard Butler, con nuevos fichajes y apostando por un disco sensiblemente más directo que los dos (excelentes) primeros trabajos firmados junto al guitarrista.

El resultado fue ‘Coming Up’ (Nude, 96), a la postre el álbum más vendido de los londinenses y una de las piedras angulares del Britpop, que ahora cumple un cuarto de siglo sin aparentes signos de envejecimiento.

El 10 de octubre de 1994 veía la luz ‘Dog Man Star’ (Nude, 94), el segundo disco de Suede y la obra que quedaría como apogeo creativo del grupo, tras superar las de por sí generosas expectativas motivadas por su magnífico debut ‘Suede’ (Nude, 93). ‘La mejor nueva banda de Gran Bretaña’ (tal y como había la había definido el semanario Melody Maker desde la portada de su número del 25 de abril de 1992) confirmaba así estatus o, al menos, presentaba candidatura al título, gracias a un disco tan ambicioso como emocionante y, en definitiva, espléndido. Sin embargo, tal empresa implicaría un caro peaje, con Bernard Butler dejando la formación inmediatamente después de la grabación y para siempre. Abandonaba así el barco, desmotivado tras la lucha de egos con Brett Anderson, uno de los guitarristas más personales de su generación, y hasta ese momento co-autor junto al cantante de todas las canciones de Suede (firmadas por la dupla Anderson/Butler siguiendo el modelo de Morrissey/Marr en sus admirados The Smiths).

Fue entonces cuando hubo quien incluso vaticinó el final de Suede, sobre todo desde esa misma prensa británica que los había aupado a lo más alto cuando el grupo apenas contaba con un single en su haber. Por supuesto, Anderson no pensaba rendirse tan fácilmente y, lejos del hundimiento, vio reforzado su empeño por salir victorioso de esa primera reválida para una banda que, de repente, ya lideraba en solitario.

Para empezar tuvo el acierto (y quizá también el golpe de suerte) de reclutar al jovencísimo Richard Oakes, quien como fan del grupo –y de manera muy particular del propio Butler– resultó ser capaz de interpretar las canciones de Suede con inaudita precisión. Algo que pudo demostrar durante la exitosa gira presentación de ‘Dog Man Star’ (Nude, 94) (se recomienda ver el acongojante concierto acontecido en el Phoenix Festival de 1995), al tiempo de asentarse en el grupo y de cara a lo que posteriormente sería la grabación del tercer disco de los londinenses.

Para su gestación, Anderson también tuvo a bien fichar a Neil Codling como teclista, añadiendo así un elemento inédito a la ecuación en plena reestructuración de la formación. Codling era primo del batería y miembro fundador Simon Gilbert, y además poseía una belleza tan evidente como andrógina, por lo que encajaba a la perfección en el universo de la banda.

Resultó además que, tanto Oakes como Codling, iban a ayudar al propio Anderson en labores compositivas, hasta el punto de que el nombre de uno u otro aparece acreditado en la autoría de ocho de las diez canciones que conforman ‘Coming Up’ (Nude, 96).

El ya quinteto publicaba ese tercer álbum de Suede el 2 de septiembre de 1996, luciendo con orgullo un decálogo directo y efectivo que, aunque seguía teniendo en David Bowie, The Smiths o T.Rex sus principales referentes, aparcaba un poco ese dramatismo más evidente y profundo que ejercía de línea argumental en ‘Suede’ (Nude, 93) y ‘Dog Man Star’ (Nude, 94). A cambio, tocaba hacer inmodesta apología de ese glamour urbano tan londinense, enardeciendo los parabienes de ser joven y de clase media/baja en Inglaterra, estrato del que ellos mismos provenían. Y es que, como dijo David Bowie: “Suede tienen la capacidad de coger el polvo más cutre del mundo y dotarlo de un atractivo irresistible”. Aún respetando la esencia del grupo, la situación invitaba (o quizás incluso forzaba) a una relativa ruptura con la anterior identidad de la banda, en lo que de algún modo derivó en la versión 2.0 de Suede.

La fuerte imagen del grupo también sufrió cambios y Brett Anderson reapareció con la voz más aguda que nunca, guapo y delgadísimo (sus coqueteos con las drogas, incluyendo la heroína, comenzaban a ser habituales), vistiendo de negro y con cazadoras de cuero de esas que se encuentran en ese tipo de mercadillos londinenses con el que el grupo compartía un tipo de encanto muy específico.

‘Coming Up’ (Nude, 96) fue un éxito inmediato, precedido por un adelanto tan afilado como “Trash”, que además de pieza arrasadora y golpe de efecto como apertura del álbum, ejercía como declaración de intenciones, con estrofas lanzadas en plena celebración de la identidad propia como “But we're trash, you and me / We're the litter on the breeze / We're the lovers on the streets” (“Pero somos basura, tú y yo / Somos la basura en la brisa / Somos los amantes en las calles”). Más claro, imposible.

Hasta otros cuatro singles (¡cinco en total y con sus correspondientes vídeos certificando a conciencia el nuevo talante e imagen del grupo!) fueron extraídos de la referencia: la también gloriosa “Beautiful Ones” (y sus festivos ‘lalalas’), la mágica “Saturday Night” (que concretaba esa sensación de deshogo que acompaña a las noches del fin de semana), el medio tiempo sexy “Lazy”, y la punzante “Filmstar”.

No es de extrañar este elevado número de sencillos, ya que en realidad todas y cada de las diez piezas que conformaban el álbum habrían funcionado como single radiable. Y es que, junto a las mencionadas, aparecían “She”, la romántica “By The Sea” o “Starcrazy” mintiendo el nivel, con las también notables “Picnic By The Motorway” y los siete épicos minutos de “The Chemistry Between Us” completando el lote.

Pero, al mismo tiempo, ‘Coming Up’ (Nude, 96) poseía una fuerte identidad de conjunto, y sus cuarenta y cinco minutos se suceden con agilidad, imparables hasta completar el que es, dentro de sus coordenadas, uno de esos discos redondos al que el paso del tiempo no parece afectar.

La referencia se convertiría inmediatamente en una de las piedras angulares del Britpop, con un sonido que encajaba de pleno en la festividad inherente a aquel movimiento que en 1996 aún estaba en auge y del que, curiosamente, Suede habían sido uno de los principales catalizadores en su origen, gracias a su debut y portadas como la de Selecter con Anderson delante de la Union Jack y el famoso eslogan ‘Yanks Go Home!’.

La calidad (y cantidad) de las caras B de la época, sugieren que la decisión de dejar el disco en solo diez seleccionadas habría sido de lo más premeditada, buscando seguramente esa eficiencia impecable que destila cada escucha, y al que también contribuyó el trabajo tras los mandos del por entonces productor de confianza del combo, Ed Buller.

Quedaron así relegadas a complemento de los sencillos (formato que, por otro lado, Suede siempre han cuidado en extremo y que en los noventa gozaba de gran aceptación) canciones de tantísimo nivel como “Sam”, la insinuante “Europe Is Our Playground”, “Sound Of The Streets”, “Young Men”, “Every Monday Morning Comes” o “Another No One” entre otras. En total, más de quince piezas extra, todas valiosas y algunas de ellas finalmente convertidas en clásicos del grupo gracias a los conciertos y el apego de los fans, que, en definitiva, confirmaban el excelente momento creativo del grupo.

El disco no solo fue recibido con entusiasmo por la crítica (la misma que falló en aquellas predicciones de señalaban que Anderson perdería el rumbo sin Butler), sino que además se convirtió el más exitoso de Suede a nivel de público, quedando para la historia como el título más vendido de los británicos.

El propio Brett Anderson se refería a ‘Coming Up’ (Nude, 96) en una entrevista concedida a este mismo redactor, en Bilbao y horas antes de la actuación de Suede en el BIME de 2016: “Lo recuerdo como el disco que más he disfrutado de todos los que hemos hecho, junto con las primeras maquetas y grabaciones de las primeras canciones para nuestro primer disco. Sabíamos que teníamos algo apasionante entre manos. Fue un disco increíble. Llegó a mucha gente y eso fue muy excitante y, de algún modo, trajo consigo cierta manía persecutoria… Es un disco muy chulo. Tengo recuerdos increíbles de toda esa época, fue muy bonito”.

Para conmemorar este vigésimo quinto aniversario, se publicará la correspondiente reedición (aunque el disco ya había sido relanzado con anterioridad con generosos extras), y la banda celebrará una gira –británica primero y europea después–, en la que interpretará el elepé al completo, en un trazado que tendrá parada en la barcelonesa Razzmatazz en mayo de 2022.

Es evidente que ‘Coming Up’ (Nude, 96) no tiene la hondura ni la carga emocional de sus dos antecesores, pero a cambio ‘es uno de esos elepés para escuchar a todo volumen en el coche con la ventanilla bajada’, tal y como lo definió el vocalista en otra entrevista. Es una celebración múltiple: la del encanto de lo común y la elegancia que ésta alberga; y también de que Reino Unido volviese a ser epicentro de la música mundial gracias al Britpop, etiqueta de la que casi todos los grupos reniegan en la actualidad (con Suede a la cabeza) por excesivamente nacionalista, pero que en el plano social de los noventa y en lo artístico resultó fascinante. Pero además, y quizás ante todo, fue la celebración –victoriosa y cabe suponer que de lo más placentera–, del propio grupo ante las adversidades. Sobre todo de un Brett Anderson que supo rehacerse a sí mismo y por ende a su grupo, tras la salida de un miembro con tanto peso específico como fue Bernard Butler.

Una capacidad redentora que años después probarían de nuevo, cuando tras su separación en 2003 y posterior reunión para girar, decidieron volver de pleno a la actividad y entrar de nuevo al estudio. Una medida que, de momento, ha cristalizado en forma de excepcional trilogía copada por una madurez bien entendida y de lo más favorecedora: la que forman ‘Bloodsports’ (Warner, 13), ‘Night Thoughts’ (Warner, 16) y ‘The Blue Hour’ (Warner, 18). Y es que, casi con toda seguridad, podríamos estar hablando del mejor comeback de entre todos los protagonizados por grupos de los noventa. Pero esa, claro está, ya es otra historia.

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