Kàshbäd: La Montaña Rusa y El Camaleón
Especiales / Kashbad

Kàshbäd: La Montaña Rusa y El Camaleón

Urko Ansa — 26-10-2021

Pasan los años, y la impronta de la música que marcó a miles de personas sigue intacta. Así ocurre con un gran número de artistas de los 90 que fueron retirándose o dispersándose en otros grupos.

Ahora que está tan de moda debatir sobre la vigencia (o no) de tal disco, tal grupo, de si ha envejecido o no, y las distintas recetas de cada chef nos van orientando hacia un lado o al otro, queremos preguntarnos: ¿sigue vigente la obra de Kàshbäd? Vaya, pues claro. ¿Cómo va a envejecer mal algo que tiene un valor artístico profundo? Por fortuna las grabaciones siguen ahí y hablan por sí mismas, sin necesidad de revisionismos ni paralizantes piruetas dialécticas. El debut de Kàshbäd cumple un cuarto de siglo, y aquí se trata de recordar aquella efeméride y profundizar en su carrera musical. Os proponemos un viaje apasionante en su discografía, esos tres álbumes noventeros más la sorpresiva reunión de hace 7 años. Un 3 + 1 que de momento no tiene visos de continuidad.

Disperso, compacto, oscuro y brillante

DISPERSO

“KASHBÄD” (ESAN OZENKI, 1996)

Por fin en 1996 llega la hora de la verdad, donde se tiene que demostrar la verdadera valía de un artista: la grabación del disco. Quizás por ser el primero, este haya sido el más mítico o recordado por la gente que los siguió ya desde esta etapa e incluso antes. Inaugurando una tradición que se cumpliría en todos sus discos, empiezan con un cañonazo: “Ni izateko” supone un despliegue de ideas y de recursos ornamentales ciertamente reseñables. Tenemos melodía, cambios de ritmo contínuos, velocidad a raudales y una paleta de colores marcadamente expansiva. Es difícil decir tanto en menos de tres minutos. Siguen pasando la segadora con “Zure zain”, y es que la maquinaria hard-core no tienes visos de parar. La por entonces juvenil voz de Sorkun actuaba como contrapunto ante tanta tralla, con unos breves episodios melódicos que sin embargo eran los que perduraban en el imaginario popular.

La fuerza y la suciedad de su sonido contrastaba, por lo tanto, con la voz de Sorkun. Algo que les sirvió para llegar a un público más amplio del que en teoría podían seducir. “Lehertuz” poseía uno de sus estribillos más reconocibles debido a la repetición en el estribillo, algo tan poco habitual en sus canciones. Fue la vibrante “Hegaz” la primera en darse a conocer. Fue concretamente el año anterior en el macroconcierto a favor de Esan Ozenki, actuación que fue grabada y el tema reseñado el elegido para representarlos en el consiguiente VHS que editó la compañía. Un soplo de aire fresco, un reggae con gancho y ejecución podríamos calificar de sorprendente si tenemos en cuenta la juventud de sus autores. Una vez más, no se conformaban con el atractivo que poseía la canción y arremetían con cambios de ritmo y vueltas al estribillo, en un ejercicio cuanto menos ambicioso.

Los despliegues de tralla suponen la columna vertebral del trabajo, siempre dosificadas o atenuadas con un par de instrumentales (“Punttuba”, “Instrumentala”), la citada “Hegaz” y la otra incursión en ritmos jamaicanos: el reggae acelerado de “Tahoa” (¿podríamos hablar de trazas de Rocksteady?), un ritmo en cualquier caso embriagador con el penetrante bajo y el despliegue de los tambores como protagonistas. La zapatilla se despliega con “Angelu zuzena”, “Hik zer nahi dek??” (con solo de guitarra de Kaki Arkarazo), “Bizitzea”, “Txo!” y “Nazkauta” (estas dos últimas, anfetamínicas descargas con deliciosos juegos vocales) o “Amalur”. Todas las letras menos una eran de Urko Aranburu, hábiles tanto en prosa como en poesía, con letras idealistas, profundas e inocentemente contestatarias, a veces divertidas. Para rematar, un diseño espectacular a cargo de Manolo Gil hace de este un trabajo ciertamente completo.

Encontramos un punto interesante en la progresión de “Egunsenti izartsua”, un ejercicio de crescendos e intensidades en los cuales profundizarían en los siguientes discos. Seguramente sea por temas como este por lo que algunos califican su propuesta como post rock (o con influencias de). Se trata, en cualquier caso, de un despliegue fuerza y recursos de una imaginación reseñable, con guitarras cambiantes dando siempre caña, una batería taladradora y culpable quizás de la profunda personalidad del grupo con su exhibición de golpes y de cambios de ritmo, una voz poderosa y un bajo profundo y expansivo cuando se le permite. Kashbäd no pretendían que te pararas a analizar ni a degustar su música; más bien parecía que no querían dejarte pensar ni caer en la complacencia. Querían volarte la cabeza y abrumarte con su despliegue de poder. Se trata, sin duda, de un debut ambicioso aun cuando no lo pretendiera. Una muestra de lo que eran capaces de hacer, con un resultado disperso, que es donde exactamente pretendían llegar. Garrote sí, pero con cabeza.

COMPACTO

“DISTANTZIA” (ESAN OZENKI, 1997)

Los de Orereta afrontan su segundo asalto con la baja de Iban Jiménez y convertidos en cuarteto. La evolución de su sonido 1996 a 1997 es asombrosa, y la ejecución sorprende por su cohesión, compenetración y robustez. Empiezan fuerte con “Makinak”, una roca compacta y deliciosa de cuatro minutos de duración. La más conocida, sin duda, pero también con un tipo de melodías a la contra que caracterizaría el presente trabajo: la canción se deja querer y conquista de inmediato, a la vez que hace una exhibición de fuerza que tendrá continuidad en todo el disco.

“Debaluazioa” es una obra maestra del escapismo: te lleva al huerto con amabilidad hasta que te apabulla con esos arranques de guitarra absolutamente demoledores. Una pieza para enmarcar, con una gran personalidad y bailable como pocas. “Hotzean berotu” juega con nosotros de manera similar, con esos juegos de intensidades y crescendos matadores que explosionan en unos riffs largos y complejos. Una maravilla de principio a fin. “Ordu bete” es otro ejercicio de puntos entrecortados y prestaciones heavy rock, y (no nos cansaremos de repetirlo) fuerza guitarrística avasalladora. Si en el primer disco mostraban el camino pero nos dejaban con la miel en los labios en sus mejores momentos instrumentales, aquí nos permiten recrearnos en ellos y gozar de un tipo de canciones acaso más convencionales (si es que se puede hablar en esos términos de un grupo como este), infinitamente más bailables y compactos como un macizo rocoso.

“Desio baten ekaitza” nos devuelve a los Kàshbäd juguetones. Es el momento exacto donde un grupo de hardcore entra a un garito de rastas, se empapa del ambiente y sube al escenario a darles de su propia medicina. No queremos ser pesados, pero ¡escuchad ese bajo por Dios, y decidnos que no es delicioso! Txiki se mueve como pez en el agua y su pulso a las baquetas se adapta a este Dub con el desparpajo de un rastafari sin dejar de sorprendernos con (¿lo hemos dicho ya?) certeros cambios de ritmo. “Ez dakit” es la vuelta a la velocidad del primer disco y la más conocida de este segundo junto a “Makinak”. Podría entrar en el debut perfectamente, aunque se deja querer y aporta variedad al disco.

Podríamos establecer otra pauta a añadir a los comienzos potentes de Kàshbäd : la prevalencia de las caras A (o de las primeras mitades de sus discos) en cuanto a empuje y entidad. La calidad de las caras B tampoco queda en entredicho, y lo comprobaréis sin compagináis la lectura de este artículo con la escucha de estos trabajos (disponibles en Spotify los tres primeros, y en el portal Badok y Youtube el disco de retorno). Si el hardcore de Jingo de Lunch o Bad Brains (de cuya fusión también bebieron) predominaba en el primer disco, el rock alternativo de los 90 aterriza en Kàshbäd en este segundo en su vertiente más pura y potente. Los temas duros que hemos reseñado son buen ejemplo de ello. Ahí deberíamos situar también a “Lehen afaria”, quizás con influencias de los Melvins y la escena en que estos influyeron: El Grunge de Seattle.

La zapatilla de dos minutos y medio de “Barrez” comienza con elegante ritmo entrecortado, con exhibición de guitarra y batería para acelerar a continuación a velocidad de crucero y vuelta al principio para volver a acelerar. No se conforman, por tanto, con lo que puedieran haber logrado con las partes rápidas (con las que casi podrían haber terminado la canción) y nos embarcan en su característica montaña rusa. Son dos canciones en una, o tres en ocasiones. “Soilik” abunda en lo señalado en lo que concierne a cambios sin descanso, si bien recupera la robustez de los primeros temas del disco. Kashbäd se habían convertido en maestros de la fórmula calma-tormenta-calma. Otra muestra de fuerza y velocidad es “Baldin badaiteke” con la particularidad de los acordes ascendentes de la guitarra al final que le dan un plus de calidad al ya de por sí apabullante rasgueo guitarrero y golpeo de caja a degüello.

Para el epílogo, “Lau hatz”: escrita en el dialecto saharaoui hassania, contaron en él con la ayuda de los Pi.L.T. Rafa Rueda y Xanpe, en una pieza con reminiscencias tribales y ambientación más que sugerente. A modo de conclusión, Kàshbäd evolucionaron en tiempo récord con resultados artísticos notables, marcados por la fuerza y robustez de las canciones, su empaque y unidad, la mayor duración de los temas y una solvencia técnica que avanzaba a pasos agigantados. La apuesta no supuso un aumento de seguidores, diríamos que ganaron nuevos adeptos a costa de algunos que se desengancharon del vagón.

OSCURO

“HESIAK” (1999, ESAN OZENKI)

Para no perder la tradición, el comienzo con “Oinutsik” es de lo más explosivo. La máquina sigue funcionando con la fuerza del anterior disco, y continúan ahondando en la apertura de melodías de una manera notable con este primer pelotazo. Incluso podríamos hablar de un estribillo homologable al resto de los mortales, si bien continúan tratando a la voz con gran mimo y misterio. Una melodía más convencional como hemos dicho, sin perjuicio de que goce de un aura que se había convertido ya en marca de la casa. Malas noticias se habían cernido en el grupo debido a la detención y encarcelamiento del bajista Gorka Lazkano por motivos políticos. Tras un tiempo de incertidumbre deciden seguir adelante con la ayuda de Karos Osinaga (de Lisabö), que ya en el primer tema deja claro su profundo sonido el cual brilla especialmente cuando la ocasión lo requiere.

“Hesiak” arranca con una voz aún más comprimida, antesala de la oscuridad que predominará en este tercer trabajo. Sigue siendo un tema notable, con un encanto envolvente y poderoso. Queda claro que siguen mejorando y puliendo su estilo, ofreciendo cortes con bellos matices y profusión de detalles técnicos. “Bi”, el tema más largo de su historia (de seis minutos de duración), es otro juego de subidas y bajadas carente, sin embargo, del empuje que había caracteriazdo a piezas anteriores. La oscuridad empezaba a adueñarse del nuevo disco.

El denso “Burmuinak” constata, sin embargo, la curiosa nueva tendencia de Sorkun en el nuevo trabajo: las líneas vocales, aun condicionadas por la espesa ambientación, parecen virar hacia un tipo de melodía más cercana al pop. Es con “Zin egin gabe” cuando resurge la magia: el bajo de Karlos vuelve a respirar, y a nada que se le deje envuelve de manera irreversible. Ese sonido tan grave y sincopado marca el camino a la batería. De ritmo enrevesado y adictivo, tentadoramente repetitivo e hipnótico, se apodera del tema hasta la inevitable aceleración, que en vez de abandonar el tempo, lo amplifica. Sublime.

Seguimos subidos a la misma ola con “Ilargipean”, otra bizarra exhibición de ambiente hipnótico provisto, además, de esos arrranques tan típicos en el segundo disco. Y por encima de todo la sección rítmica planeando por encima de Sorkun en un adictivo juego de atmósfera de garito humeante Dub mezclada con post rock. Aún con sus cambios de ritmo, a “Orain” y a “Bitartean” les falta el fuelle que sí tenían “Oinutsik”, “Hesiak”, “Zin egin gabe” e “Ilargipean”. Son aquellas, junto a las regulares “Bi” y “Burmuinak”, las que hacen bajar de nivel el disco. No por oscuro sino por ciertos automatismos y falta de empuje en algunos temas, el trabajo no llega al nivel de los anteriores, aun poseyendo cuatro pelotazos destacables. Cierran con “Mattin”, interesante por la manera de cantar de Sorkun, quien la iba a desarrollar en su inminente carrera en solitario, además de con Fermín Muguruza. Pero eso, amigos, es otra historia...

Kashbäd cierran su trilogía con este oscuro disco y, ya para los directos, vuelven a contar con el recién liberado Gorka Lazkano. Ironías del destino, el grupo se separaría al poco, aun cuando tuvieran tiempo de grabar la espectacular “Zuen eskaparateetan” para el disco “Gaztetxeak martxan!”, publicado en el año 2001, si bien parece que el grupo se disolvió en agosto de 2000. Está claro que la repercusión de “Hesiak” no logró igualar a la de los anteriores; de ahí, quizás, la separación del cuarteto. Pero, si de algo puede presumir esta historia, es de falta de sobresaltos...

Tras el cese voluntario y consensuado de actividades, el batería Txiki se incorporaría a 4 Itzal, en un cuarteto de ases junto a Koldo Soret (Mugatik, Utikan y después Surfin’ Kaos y Niña Coyote eta Chica Tornado), Xabier Solano (Etzakit y después Fermín Muguruza, The Solanos, Esne Beltza o en solitario) y nada menos que el prestigioso productor Haritz Harreguy a la guitarra. Éste abandonaría el grupo después del primer disco y para el segundo se incorporaría Gorka Sesma. Txiki también fue miembro de Peiremans + (aquel proyecto de Gorka Urbizu con Marino Goñi, Imanol Ubeda y el propio Txiki) y grabó en sus dos discos, en 2005 y en 2016, respectivamente. Gorka Lazkano fue componente de Trumbo y Lepora, último grupo conocido en que ha participado. Sorkun se integró en varias giras y discos con la banda de Fermín Muguruza, además de desarrollar una exitosa carrera en solitario que hasta ahora nos ha legado cuatro discos de calidad.

BRILLANTE

“ARRAKALA” (2014, BONBERENEA EKINTZAK)

Corría el año 2007 cuando el grupo acometió una especie de retorno con tres conciertos en el Kafe Antzokia de Bilbo, La Alameda de Errenteria y en el Gaztetxe de Gasteiz. Pura anécdota por cuanto el grupo entró en hibernación hasta 2014, año en que estalló lo que se podría denominar pelotazo informativo: La vuelta del cuarteto con nuevo disco incluido. En enero hubo un primer anuncio en Facebook para culminar el 30 de abril con la publicación de “Arrakala”. Tal fue el subidón que el que esto suscribe no dudó en calificarlo como el mejor de su historia. Para gustos los colores, el caso es que el trabajo era potentísimo y ofrecía sustanciosas novedades.

El arranque explosivo tradicional lo aportaba “Malabareak”, un apabullante trallazo, rápido como pocos pero con una melodía maravillosa que te desgarra el alma. Un single perfecto que te mantiene el corazón en un puño, con voces dobladas y la batería de Txiki escupiendo fuego en sus más de tres minutos. Y es que bajo y batería se aliaban para mantener un desbordante ritmo que no cesa hasta el final. La más pesada “Aita urrea” (un blues rock durísimo y con una especie de toque soul a cargo de Sorkun) no le va a la zaga y además de aportar calidad nos recuerda una vez más que Kàshbäd ha vuelto a mutar.

“Arrakala”, una excelente balada rockera, una maravilla sonora de corte fuerte, cautiva por la desgarradora voz de Sorkun, más acorde con su carrera en solitario que con la desarrollada en su banda madre. Alarde de delicadeza, estilo, melodía y brillo, es un corte redondo donde nada falla. A su servicio están los otros tres, con una batería potente que va subiendo en intensidad hasta el final, en una de las típicas subidas de revoluciones por parte de Txiki. Por todo ello, y por el solo de guitarra, es probablemente el final más épico de toda su carrera; con permiso de “Okila”. Por los argumentos aportados hasta el momento, confirmamos que la voz de Sorkun está a años luz de la de sus principios, reflejado todo ello en un mayor rango vocal y una apertura de tonalidades de lo más expansiva. “Hortaz gu” prepara el terreno para su lucimiento, con una base instrumental tan sólida como rica en matices.

Sorkun nos adentra en el muy intenso “Nor gehiago” con su grito controlado para sumergirnos en otra orgía de subidas abruptas donde el bajo marca con autoridad y la percusión vuelve a ser compleja e imaginativa. Toda esa edificación se remata con aquel estribillo insistente y el elevadísomo tono de la cantante. “Erraiak” nos remite directamente a los primeros Kashbäd, los del hard-core a degüello, provisto de una rabia inusitada que ni siquiera alcanza los dos minutos.

Y si nos hubiéramos quedado con ganas de otro final épico, nuestros respetos a “Okila”: otro rosario de cambios de tempo, guitarras densas y esa rabiosa voz (incluso doblada) amplificando la potente exhibición, hasta la insistente repetición en un final para enmarcar. “Okila” se había grabado con anterioridad, concretamente en 2013, en una iniciativa para apoyar al preso político vasco de Errenteria Aitzol Gogorza, sometido a un régimen penitenciario salvaje e injustamente mantenido entre rejas al tener una enfermedad grave.

Como ya hemos señalado más arriba, “Zuen eskaparateetan” (presentado aquí como bonus track) se publicó originalmente en el CD “Gaztetxeak martxan!”, en apoyo del gaztetxe de Gasteiz, disco al que también aportaron S.A., PI L.T., Fermín Muguruza, R.I.P., Su Ta Gar y un largo etcétera. Es un tema marcado por unas líneas de guitarra insistentes, fuertes, veloces y breaks de batería sinuosos. Un tema, de nuevo, rabioso y rápido como “Erraiak”, aunque más abierto que este.

La historia podía haber seguido adelante, y es que lo tenían todo: cuatro miembros que grabaron en todos sus discos (exceptuando el “Hesiak” que se perdió Gorka, claro está), una compenetración y empaque envidiables y un disco de ensueño bajo del brazo. Tras una gira de presentación bastante exitosa (tenemos entendido que dieron unos 39 conciertos), el concierto del 3 de enero de 2015 en Bonberenea supuso el canto del cisne, ante la incredulidad y consternación de sus seguidores. Aquí termina esta historia en cierto modo maldita: han transcurrido casi 7 años y no hay noticias de un grupo que mereció más (aunque ojo!! Las publicaciones de sus redes sociales en los últimos días pueden indicar lo contrario).

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.