Estudios de grabación: donde se cocina la música (2)
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Estudios de grabación: donde se cocina la música (2)

José Carlos Peña — 09-05-2016
Fotografía — Archivo

En ella han pesado desde la excelencia del equipamiento técnico o construcción y características distintivas, hasta la demanda actual, diversidad y el peso y prestigio de las labores de producción que ofrecen. No sólo casi todos los estudios que abrieron con el cambio de siglo se han consolidado, sino que en los últimos años otros tantos se han hecho un hueco. Paradójico, quizá, teniendo en cuenta el incesante y agudo declive de ventas de discos físicos, que se ha compensado parcialmente con las ventas digitales, el repunte del vinilo y la proliferación de festivales. O no tanto: De igual modo que todos sabemos ya que un archivo informático, por cómodo que sea, jamás sustituirá la presencia física y sonora de un vinilo, bandas, artistas y sellos comprenden que resulta imposible sustituir la magia de un estudio en un apartamento o un local de ensayo. Sigue existiendo una “mística” imposible de replicar en otro espacio, por muy barato que sea. Pero además del etéreo y poco objetivable romanticismo, hay razones objetivas que justifican grabar en estudio con un buen ingeniero y buen equipo. La música bien grabada aguanta el implacable paso del tiempo, y hay gente a la que esto todavía le preocupa.

Desde enfoques diferentes (grosso modo, algunos más técnicos o clásicos, con un mayor énfasis en la interpretación natural de la banda, otros que

Desde enfoques diferentes (grosso modo, algunos más técnicos o clásicos, con un mayor énfasis en la interpretación natural de la banda, otros que le dan un mayor peso a la producción y a un sonido más moderno, todo con un infinito rango de gradación y matices), los estudios que trabajan hoy han recuperado algunas de las técnicas y equipos analógicos que se descartaron en su momento demasiado a la ligera y, desde enfoques que pueden ser muy diferentes, persiguen el mismo objetivo: La satisfacción del cliente con la fijación para la posteridad de su obra. El gusto del ingeniero y/o productor, su experiencia y conocimientos técnicos tienen un peso sustancial en el resultado final, de ahí que muchas veces el artista busque de antemano complicidad con su estética sonora.

estudio_uno_3Estudio Uno Foto: Archivo

 

 

En el campo o en la ciudad

El concepto de “estudio residencial” emplazado en un paraje idílico o especial alejado del mundanal ruido (aislamiento que para determinados músicos y artistas es importante a la hora de crear), coexiste con el pequeño o mediano estudio urbano adaptado a los tiempos. La figura del productor nómada que alquila uno u otro estudio a conveniencia según su trabajo, pervive. En cuanto a su construcción, es llamativo constatar que una parte importante de los estudios en activo desde los años 90 han sido parcial o totalmente diseñados por la empresa del ingeniero británico Philip Newell: Garate en Euskadi, Sonobox en Madrid, Producciones Peligrosas en Granada, Grabaciones Silvestres en Catalunya…

Pese a turbulencias y crisis interminables, la inmensa mayoría de los nacidos a finales de los 90 o con el siglo XXI han aguantado el temporal. Se han abierto hueco, además, otros estudios emergentes, especialmente en el área de Barcelona, con nombres como Micromaltese, Can Pardaler, La Atlántida, Abuelita, El Tostadero o Estudios Dalton. En Madrid, se han incorporado otros nuevos como El Invernadero (del músico Brian Hunt) o Buen Mambo, en la localidad de Fuenlabrada (dirigido por Mario Navajas, ex Joe K-Plan y actual mitad del dúo rockero Doble Capa), aprovechando la excelente salud de la escena underground madrileña. También en la capital, Drax Audio se han localizado recientemente en el edificio de los antiguos Eurosonic, aunque con instalaciones nuevas y vocación diversa (cine, televisión, música, publicidad…).  Por razones de espacio, no podemos darle cabida a todos.

la_mina_3La Mina Foto: Archivo

También es justo añadir aquí que ciudades como Zaragoza (Luna Nueva, Estudios Kikos), Mallorca (Calma Estudis), Arrecife en Lanzarote (Estudio Neptar) o Castellón (Rockaway) cuentan con su propia cantera.

Éste es un oficio que engancha: Si una idea nos ha quedado clara en la elaboración del reportaje, es el apasionado componente vocacional de los ingenieros o productores que dirigen estudios en un momento en el que el software y lo que se ha bautizado como economía informal hacen peligrar el concepto de profesionalización, y dentro de un país en que emprender es, con frecuencia, una pesadilla. Lo explica Luca Petricca de Reno (Madrid), en jugosas reflexiones: Hay que valorar siempre lo bien hecho, en cualquier campo. Entiendo que las cosas están jodidas para todos, sobre todo para los que estamos abajo, y la gente tiene muy difícil dedicarle tiempo y dinero a lo que, desde las instituciones, nos hacen creer que no importa. Pero por eso mismo nosotros tenemos que ser los que cambiemos las cosas. Porque si no le damos valor a lo que hacemos, si la gente no lucha y da valor a la Cultura, está claro que va a perderla por completo”.

Desde Estudio Uno (Madrid), su manager Luis Criado abunda en esta realidad vocacional, extensible a buena parte del sector: “Amamos nuestro trabajo, y es gratificante que gran parte de los profesionales del sector compartan esta pasión, lo que creemos que habla muy bien de nuestra industria”.  Que quede aquí nuestro grano de arena al respecto.

micromalteseMicromaltese Foto: Archivo

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