Don´t Believe the hype
Entrevistas / Molotov

Don´t Believe the hype

David Luquero — 01-10-1999
Fotografía — Archivo

¿Quién no ha oído hablar de molotov? No es que sean grandes creadores de canciones, y mucho menos acertados letristas. Tampoco les hace falta: a su indudable efectividad se suma la suerte de ser el grupo de rock de habla hispana con mejor promoción de los últimos años. Eso basta. Las cifras gritan: ventas aplastantes y gira mundial de varios años. Y ahora, encima, productor de lujo. ¿Para qué más? aco y Tito son, ante todo, dos tipos majetes. Saludan amablemente, son como cualquier tipo del barrio. Uno piensa `¡¿Quién diría que estos dos tipos han vendido novecientos mil discos en todo el mundo?! ´ Con unas cuantas entrevistas a sus espaldas y una digestión en pleno desarrollo, comenzamos a conversar sobre su reciente lanzamiento, «Apocalipshit». Indudablemente la verdadera estrella del cotarro es el productor Mario Caldato, responsable del sonido de Beastie Boys desde su primer Lp, y que ha hecho que los mexicanos tengan un sonido envidiable, digno de gringos como RATM, un sonido que hará las delicias de cualquier fan de Def Con Dos (aunque, en lo lírico, se eche de menos incluso al combo madrileño). «¡Enorme!, (silbido)toda una escuelota. No fue fácil al principio. Mario tenía ganas de trabajar con una banda latina. Creíamos que iban a ser tres o cuatro temas, pero al final grabamos casi todo el disco. Trabaja con Beastie Boys y poco más, no precisa la lana. No es un productor que le guste el sonido estándar del bajo, le dejamos hacer. Acabamos sacando el sonido que Mario proponía. Nos dejó estar involucrados». Al oír cómo hablan de Mario, Beastie Boys y Grand Royal, uno cae en la cuenta de que, para los muchachos, ha sido toda una experiencia en la que han podido conocer además la vida interior de sus ídolos. «Hemos estado allá en su estudio. Tiene un aro de basketball y se la pasan allí, ves fotos de la familia, de su perro... eso dio buena vibra. Era muy familiar, nos ayudó a estar tranquilos». Se muestran muy satisfechos de su trabajo, aunque expectantes ante la reacción del gran público, que, por otra parte, hallará en su próximo Lp más de lo mismo y con mejor sonido. Esto, más la labor de promoción que corresponde a semejante multinacional, hace augurar que las expectativas crematísticas están de sobra cubiertas. «Hicimos un disco para satisfacernos. Ha habido cierto madure de la banda, tras tres años de gira. Es la otra escuela del grupo, ves cómo reacciona la gente con tus canciones. Ahora estamos esperando la reacción del público, las primeras quejas. Hacemos un trabajo que nos guste a todos los del grupo. Ahora acaba de nacer el niñíto... veremos si le salen cuernos o qué». Aprovechamos la ocasión para conocer cómo andan las cosas por México. Es inevitable preguntar por su capital, que, con veintiún millones de habitantes es la ciudad más poblada y contaminada del planeta. «Es mortal, pero indispensable. No puedo vivir lejos de México. Cuando ves otros lugares, te das cuenta de qué tan apegado estás a tu tierra. Es un caos de violencia, inseguridad, tráfico, mucha problemática. Si llegas sólo, te asaltarán o te perderás. Si llevas la cámara, te durará un día». En ese momento, su manager les interrumpe para comentar una anécdota. Por otra parte, al hablar de la actualidad en Chiapas y Sudamérica, dejan entrever una cierta desconexión causada por tres años en gira constante. «Como Chiapas es un estado petrolífero, todo el mundo está ahí, pero en otras ciudades se mueren de gripe y no se enteran. Nadie tiene claro cómo están las conversaciones de paz, todo está como en caos». Uno no podía dejar de preguntar por qué un grupo con supuestas inquietudes políticas se inclina por fichar con una multinacional. La respuesta fue tajante. «Queríamos una compañía que respetara lo que decíamos, las disqueras mexicanas no querían sacar canciones con groserías. La distribución de las independientes es muy escasa, te venden los discos y tú debes moverlos. Cuando vino la compañía grande dijimos: fírmanos esta cláusula que dice que no cambiaréis ni una puta letra, así diremos lo que queramos». Decir y hacer, prédica y ejemplo que a veces no concuerdan. Pero, hoy en día, ¿quién querría matar a la gallina de los huevos de oro? «Apocalipshit» está publicado por Universal.

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