“Ya no se hacen grandes discos de rock and roll”
Entrevistas / Spoon

“Ya no se hacen grandes discos de rock and roll”

JC Peña — 14-03-2022
Fotografía — Archivo

Spoon están de vuelta con Lucifer On The Sofa (Matador/Popstock!, 22), enésima prueba de que se puede hacer rock contemporáneo aunando visceralidad, clase y gancho.

Se les echaba de menos. Ha llovido bastante desde la publicación de su sofisticado anterior disco Hot Thoughts (17). Como aperitivo, los de Austin publicaron un recopilatorio y también han reeditado sus primeros álbumes para recordarnos su vigencia. Su décimo álbum les muestra más esenciales, pero sin perder el filo y la elegancia que siempre les ha caracterizado. Ómicron ha impedido que hablemos con Daniel en Madrid: nos tenemos que conformar con la ya habitual conferencia vía telemática. El de Texas se muestra cordialmente lacónico, pero no ha perdido su humor fino. Están a punto de empezar gira por Estados Unidos, y esperan venir a Europa más adelante.

Hablé contigo hace casi cinco años en Madrid. Una pena que no puedas estar aquí físicamente…
Mola que volvamos a hablar. Sí, íbamos a ir, pero no nos han dejado [risas].

¿Cómo has vivido personalmente y desde el punto de vista del grupo estos dos años horrendos? Lo de no tocar en directo ha debido ser duro.
Sí, no ha sido divertido por momentos. Pero yo y toda la gente que conozco hemos tenido suerte. Es un bajón, pero creo que se tiene que acabar, ya sea en nuestras mentes, en la política o el virus en sí. Creo que hemos llegado a ese punto de inflexión.

“Oigo todo tipo de música y me cuesta sacar las influencias de lo que hacemos”

En fin, aquí estáis con otro disco estupendo. Me ha dado la impresión de que habéis puesto menos capas, sonidos e incluso instrumentos que en “Hot Thoughts”. ¿Queríais volver a la esencia de lo que es tocar en una banda?
Sí. Estábamos girando en el verano del 19 y hablamos mucho acerca de que ya no salen ni se hacen grandes discos de rock and roll. Nos dijimos que era justo lo que teníamos que hacer. No llegamos a definir ni teníamos claro qué es “un disco de rock and roll”, pero sabíamos que era algo distinto a “Hot Thoughts”. Una de las cosas que tratamos de hacer fue dejar reposar las canciones y asegurarnos de que cada instrumento y cada parte de cada canción tenía un propósito. Lo que no queríamos era acabar grabando innumerables pistas, lo cual hoy se puede hacer digitalmente. Puedes hacerlo, pero no creo que esto mejore a un disco. Lo que hace es retrasar las decisiones que tienes que tomar y desordena un poco su sentido. Nos hemos esforzado en desnudarlo, sí.

En vuestro caso, esto de poder grabar innumerables pistas, ¿es un peligro?
Sí, me resulta muy aburrido. No me gusta esa manera de hacer discos. Sé que se puede hacer, pero es más divertido sacar lo que vas a hacer en el momento, en lugar de hacer un millón de tomas y decidir más tarde.

Es obvio que este álbum tiene un lado rockero e inmediato, pero también hay canciones tranquilas y diría que hasta reflexivas. ¿Esto tiene que ver con el impacto de la pandemia?
El disco da un giro a la izquierda en la mitad de la segunda cara. Y la última canción (“Lucifer On The Sofa”) se compuso, sin duda, durante la pandemia. Pero creo que, en realidad, el modo en el que ha influido más en el disco tiene que ver, sobre todo, con que nos llevó más tiempo hacerlo. Y como nos llevó más tiempo, pude componer más canciones y acabamos con muchas más de las que necesitábamos. Creo que al final esto hizo que fuera mejor, porque pudimos desechar algunas. Ciertas canciones que estaban completamente acabadas se descartaron totalmente, no me apetecía volver a oírlas, pero como resultado final creo que el disco es más sólido. Pero ojalá no nos hubiera llevado tanto tiempo.

Respecto al título, ¿tuviste en cuenta las muchas referencias que hay en el blues o el rock and roll sobre el diablo?
Sí. En el sitio donde crecí, el diablo era parte de la conversación cotidiana. En todas las iglesias a las que iba era algo literal, una persona o entidad real. Así que oí hablar mucho de él. Para mí, el modo en que uso a Lucifer en la canción es en cierta manera el personaje en que me puedo convertir cuando estoy en mi peor versión. Eso es “Lucifer On The Sofa”. Pero si quieres interpretarlo de modo literal, como un Lucifer literal, también me funciona. Da repelús [risas].

Hablando de la grabación: acabo de ver un clip en el que explicabais que el single “The Hardest Cut” se grabó sin platos en la batería. ¿Os gusta hacer este tipo de experimentos en el estudio?
Me gusta especialmente si va a poner de los nervios a Jim [Eno, batería]. Me encanta. No le gusta nada tocar así. Es una cosa que mola. En “Songs For The Deaf”, el disco de Queens Of The Stone Age en el que creo que toca Dave Grohl, tengo entendido que la mayoría de las canciones se hicieron sin platos, que fueron añadidos a posteriori. Si haces eso, puedes subir el ambiente de la sala y le da un sonido muy contundente a los demás elementos de la batería. Eso es lo que buscábamos. No obstante, a Jim le fastidió mucho porque no le resultaba natural. Pero le tocó aguantarse.

Los baterías: siempre escondiéndose detrás de los platos [risas].
Desde luego: Físicamente y de otras maneras [risas].

También me sorprendió oíros decir que es la primera canción de Spoon que tiene un solo de guitarra. ¿Es así?
Naaa… No creo que sea cierto, pero no hay duda de que nunca ha habido un solo como el que hay en “The Hardest Cut”. En “Satellite” hay solos también, pero en “The Hardest Cut” dices: “Hostia puta, ése no soy yo tocando”. No suena a nada que hayamos hecho antes.

Por cierto, me pregunto cómo ha cambiado la relación que tienes con la guitarra en todo este tiempo, o si sigue siendo la misma.
Bueno, puedo tocar un poco de guitarra solista si me pongo a ello, pero lo que me sale natural, en lo que creo que soy mejor, es en la rítmica. Mi mano derecha es bastante buena, puede hacer cosas muy complicadas, mientras que mi mano izquierda no sabe muy bien lo que hace.

“Tengo que admitir que hasta que llegué a Austin apenas tuve contacto con el blues”

Eso mola.
Sí, siempre he valorado a los guitarristas rítmicos: John Lennon, John Fogerty… Tíos que eran capaces de que un instrumento que en principio tiende a estar en el fondo lleve la canción.

Como cantante, tu enfoque es bastante personal. ¿Cuáles son tus referencias?
Te puedo mencionar cuáles son mis favoritos: Aretha Franklin, Stevie Wonder, John Lennon y John Fogerty otra vez. Pero también me gustan ciertas voces raras. Me encanta la de Robert Smith, y no es para nada un cantante de rock‘n’roll al uso. Me suelen gustar los que sacan mucho la voz o tienen un carácter propio.

En algunas canciones del álbum la influencia del blues, además de la del rock’n’roll, es palmaria. Me pregunto cuál es tu relación con este género y también con el rock clásico.
Me gusta mucho rock clásico, pero no todo. Hay una parte que me parece alucinante, y he estado metido en ella desde, no sé, el instituto. Pero en relación al blues y la música de Texas, tengo que admitirte que cuando monté este grupo apenas lo había oído. Me crie en Temple, una pequeña ciudad de Texas, donde no llegaban las radios musicales de Austin. La mayor parte del tiempo nos teníamos que conformar con las radios locales, y no había una escena musical. Así que yo sacaba la música de la MTV los domingos por la noche, que es cuando había una hora o dos de novedades. Aunque era una ciudad pequeñita, había una librería en el centro comercial en la que se podían conseguir revistas semanales británicas, y de todo eso sacaba cosas. Ni de coña eran los sonidos de Texas. Pero una vez llegué a Austin, también incorporé esa música, y creo que hay algo de ella en este disco.

Pero incluso en estas nuevas canciones es difícil llegar a detectar todas las influencias que hay. Supongo que el objetivo es hacer canciones que tengan un carácter distintivo. Pero, ¿te influencia la música nueva?
Sí. En casa pongo siempre una emisora de radio que está constantemente poniendo música nueva. Si quieres algún ejemplo, me he metido mucho en el nuevo disco de IDLES, “Crawler”. Es fantástico. También me encanta el disco que sacó Arlo Parks hace un par de años. Hamilton Leithauser siempre está sacando cosas buenas… Podría seguir y seguir, oigo todo tipo de música y me cuesta sacar las influencias que hay en lo que hacemos. Seguro que es más fácil para ti que para mí.

Aparte del lado rock, en este disco hay momentos bastante sofisticados. ¿Os sale de modo natural esta mezcla?
¡No sé qué partes son más sofisticadas! La última canción desde luego tiene un rollo diferente, y se hizo de manera distinta a las demás. Y por esa razón estuvimos a punto de dejarla fuera. Una vez que nos hicimos a ella, entonces nos pareció bien meterla. ¿Te refieres a ésta en concreto?

Sí, sobre todo las últimas dos que, por cierto, son de mis preferidas. “Satellite” y “Lucifer On The Sofa”.
¿Por qué no las pusimos antes? [risas]. No, “Satellite” es una canción muy de grupo, y la habíamos venido tocando en bolos desde 2014. Creo que es la que hemos tocado más antes de tener la versión grabada. Parece que la hemos estado tocando toda la vida. Es curioso que estas dos canciones te parezcan similares.

“En el sitio donde crecí Lucifer era una entidad literal”

¿Y por qué no la grabasteis antes?
La grabamos. Lo hicimos para “They Want My Soul” (14), pero nos pareció que no estaba lista aún. La estábamos tocando en directo, y la grabamos al final de una gira. Pero había algo que no nos convencía. En ocasiones, cuando grabas una canción individual, que no está rodeada por otras, parece como que está verde. A veces a mí no me funciona. Y va mejorando según la trabajas en el estudio. La volvimos a grabar junto a otras canciones y ahora va de maravilla. Es la versión del disco.

Tengo entendido que grabasteis en un estudio casi propio. ¿Te sientes más cómodo en un entorno familiar?
Bueno, este disco lo grabamos en el estudio de Jim, nuestro batería. No es mi estudio, pero está muy cerca de mi casa. Me gusta grabar allí porque el mundo real no se para mientras grabas. Puedes salir y cenar, tomarte algo o ir a ver algún concierto. Y luego volver y seguir currando. No dependes tanto del reloj. Hace unos años fuimos a grabar a Sunset Sound, en Los Angeles. Fue una pasada, porque es el estudio donde The Rolling Stones hicieron sus overdubs para “Exile On Main Street”. Y donde grabaron todo su material en los ochenta. Es un lugar fantástico con una historia alucinante. Y fue genial, pero estabas siempre pendiente del reloj [risas]. Es muy caro, estás fuera de casa… Es una experiencia muy distinta.

A estas alturas, ¿hasta qué punto os preocupa volver a hacer el mismo disco o repetiros? Estamos hablando de que éste es vuestro décimo largo.
No pienso mucho en ello. Pero hay veces en las que estamos haciendo una canción en la que hay ciertas cosas que ya hicimos, como el ritmo de “Don’t Make Me A Target” y “The Way We Get By” [hace un ritmo sincopado], que para mí es muy The Kinks, tipo “Dead End Street” o “Sunny Afternoon”; y me parece que eso ya lo hemos hecho lo suficiente. Ha habido veces en que he compuesto un tema que tendía a ser así, lo hemos hecho así, hasta que me he dado cuenta de que se parece demasiado a cosas de antes. Es un ejemplo. Pero más allá de eso, me parece que es una progresión natural. No suelo ser yo quien decide no hacer algo, pero eso sí lo tengo identificado [risas].

De hecho, hace unos pocos años sacasteis un recopilatorio estupendo. Y ahora ya son casi treinta años al pie del cañón. Una locura. ¿Algún comentario al respecto?
Oh, ha sido una buena manera de pasar el tiempo. Me ha gustado. Se ha hecho más y más divertido. Hubo un momento en el que no lo fue tanto, pero seguí con ello porque no sabía hacer otra cosa. Pero a estas alturas está bastante bien.

No es fácil hacer tantas canciones buenas.
No, no lo es.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.