Pop afilado
Entrevistas / Cuchillo

Pop afilado

Redacción — 15-07-2008
Fotografía — Archivo

Lejos del balanceo de las modas, Cuchillo presentan un debut homónimo, “Cuchillo” (Sinnamon), que picotea en la psicodelia folk y se postula a las antípodas del pop canónico. Un proyecto de lo más valiente en tiempos de consumo rápido y singles a granel que exige una escucha inquieta, pero que garantiza la satisfacción a largo plazo.

Israel Marco (voz y guitarra) y Daniel Domínguez (percusión) están encantados de conocerse. Su comunión arrancó hace cuatro años cuando el primero buscaba un batería para poner músculo a sus composiciones y afrontar el directo. “Yo tenía mis temas -explica Israel- y empezamos a improvisar juntos. El primer ensayo fue muy bien, hubo mucha energía y no hizo falta hablar mucho de música. A partir de ahí empezamos a trabajar en formato dúo. Teníamos muchas ganas de salir por ahí y empezar a tocar”.

"Es cierto que nos gusta mucho experimentar con un sonido ruidoso, jugar con la intensidad"

Desde entonces una gira con sus amigos Veracruz, unos bolos por Estados Unidos (donde coincidieron con Black Rebel Motorcycle Club) y la propuesta de Sinnamon para grabar el primer disco. “Cuando íbamos a tocar no teníamos sello. La autogestión nos estaba funcionando bien, la gente venía a vernos y tuvimos una buena acogida en Estados Unidos. Pero queríamos grabar, y grabar bien, en buenas condiciones. En el último momento Sinnamon se pronunció y nos interesó”. Alejados de los lugares comunes de la escena actual, su propuesta asoma como un rara avis ante la avalancha de propuestas de one hit wonders que buscan un hueco en la industria. “Es cierto que nos gusta mucho experimentar con un sonido ruidoso, jugar con la intensidad… y no seguimos las estructuras clásicas, pero hay siempre un mimo a la melodía. Hacemos lo que nos sale”. Queda claro, pues, que en su propuesta no hay nada premeditado. “En el estudio intentamos ser fieles a los ensayos, pero en el directo improvisamos más. Nos gusta ir añadiendo cosas porque si no se hace muy aburrido tocar siempre lo mismo”. Esta concepción abierta desde el punto de vista estilístico queda refrendada en el uso del inglés y el castellano sin preferencias. “Yo trabajo en las letras en función de la musicalidad. Cuando tengo las canciones pruebo el idioma. Hay según que cosas que se expresan mejor en inglés que en castellano y viceversa. Mi lengua es el castellano, pero el inglés lo dominamos porque la mayoría de música que hemos escuchado siempre ha sido en esta lengua”. Ásperas y obsesivas, las canciones de “Cuchillo” van calando sigilosamente dejando por el camino un rastro trasnochado, hipnótico, casi fantasmal como el pueblo de Nuevo México que da nombre al disco. “Buscamos un contrapunto entre canciones oscuras y luminosas, pero siempre hay un punto de luz… como de salida, nos gusta esa ambigüedad”.

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