Mármol
Discos / Marban

Mármol

7 / 10
Javier Corral “Jerry” — 06-05-2024
Empresa — Autoeditado
Género — Pop

Hay una singularidad en Marban, que incluso sus probables detractores tendrían que admitir. Una singularidad que se impone incluso a la familiaridad que les une con Galerna, el otro grupo getxotarra con el que comparten un par de elementos y cierta filosofía musical y vital.

El caso es que el joven quinteto supera con creces lo ocurrido en sus primeros eps de 2017 y 2020 (“Leviatán” y “Magna Moralia”) para crear ese cosmos propio, que como digo te puede cautivar o no, pero nunca discutir. “Mármol” es un álbum de esos que se decían conceptuales. Se alimenta de un gusto por un pop radical y vehemente, poético y ardiente, tan todo ello que a veces se puede confundir con lo quebradizo del pospunk y con ese subgénero de las canciones que se bailan con lágrimas en los ojos. Digamos que más The Cure que The Smiths, aunque haya de ambos, quizá por la pulsión a envolverse en teclados enfáticos y brumosos, con guitarras en espiral.

A su vez Marban han creado un subtexto lleno de referencias clásicas con el Mediterráneo y Grecia como puntos calientes, que cuadra con su retórica para sincerarse sobre lo suyo (muchas veces también radical y muy a la contra). Puede que sea la melancolía transgresora de la que hablan.

Las once canciones muestran una elaborada y concentrada concepción, un gusto por el detalle barroco con el pomposo canto de Guillermo, fronterizo con una especie de histrionismo sugerente. Así mismo perfecciona una simbología donde la “Estatua” es imagen de ejemplaridad, la “Serpiente” representa la envidia, o “Una daga” se asocia a la espada para crear una dicotomía entre mezquindad y virtud. Y el genérico “Mármol” se constituye como símbolo y pilar de pureza y eternidad. Aparecen de igual forma Atenas o Penélope como evocación de nostalgia y anhelo, mientras se martirizan también con imágenes de dolor y/o se alivian en la aceptación de su propia vulnerabilidad. No es precisamente un discurso habitual en chicos de veintitantos años. Está claro que, como le confiesan a Olivia en la conclusión del álbum, ellos no son de mármol.

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