“Cuando un grupo dice que ha evolucionado es que ha hecho un disco de mierda”
Entrevistas / Perapertu

“Cuando un grupo dice que ha evolucionado es que ha hecho un disco de mierda”

Jose Carlos Peña — 06-07-2018
Fotografía — Atonal

Perapertú es una minúscula pedanía de Palencia (donde ya han tocado) que les presta su exótico nombre a este cuarteto que concilia synth y jangle-pop de pedigrí con influencias tropicales.

Miramar (Discos Walden/El Genio equivocado, 2018), es un inquieto tratado de influencias bien digeridas, nervio sofisticado y letras juguetonas. El grupo se fogueó con dos singles antes de publicar en febrero su primer largo, diez canciones producidas por Guille Mostaza (Ellos) en su estudio Alamo Shock.

Arrancaron en 2014 desde el compromiso de tres ex de Sector de Agitadas, cuando aquella banda, con cierto recorrido y apoyo también de Discos Walden, dejó de existir. “Los que tirábamos hacia el jangle y un sonido más guitarrero, decidimos continuar. Antes de grabar el primer single, entró Marcos a la batería (el batería original se mudó a Londres) y también en ese periodo Yago pasó a ocuparse de los teclados”. Lo explica Ahmed, guitarra, teclados y voz, con sus compañeros, en el local de ensayo del sur de la capital, donde al término de la conversación interpretarán varias canciones con las que se muestran precisos y compenetrados.

Respecto al cóctel de referencias que manejan, el cantante asegura que “hablamos bastante de lo que queremos hacer. Muchas veces, hablamos más que tocamos (risas), ¡deberíamos tocar más! La línea musical a veces se cocina aquí entre todos, otras traemos cosas de casa. Sobre esto, no nos ponemos trabas. Hay música africana, brasileira (Chico Buarque), y luego toda la parte de synth-pop, que invadió el sonido sobre todo cuando entró Yago. Hay una especie de pax romana entre las influencias, y hemos llegado a un equilibrio en el disco. Los singles eran más guitarreros y acelerados”. Yago me pregunta con curiosidad y cierta inquietud qué influencias “tan dispares” he encontrado. Cuando le menciono a The Cure o Golpes bajos, se queda tranquilo.

Para plasmar en vinilo su particular visión del pop, la banda recurrió a Guille Mostaza y su estudio. “Siempre  nos ha resultado muy cómodo el concepto de estudio que tiene dentro un productor. Cuando pensamos en hacer un trabajo más largo, nos convenía estar en Madrid, y encontramos lo que buscábamos en Guille y Alamo Shock. El verano pasado por estas fechas estábamos grabando allí”. El álbum se presentó en abril en El Juglar de Lavapiés. “Como suele pasar, lo que has hecho se queda en la despensa, y estás esperando un tiempo hasta que puedes enseñar lo que has hecho. Hay un desfase muy típico”.

“Si las nuevas canciones te llevan a sitios diferentes, tienes que seguirlas”

Lo que pretenden con sus letras y títulos de las canciones como En Dakar, Pomo de oro o Insula Barataria, es, ante todo, “jugar. Todo tiene una base de vivencias y experiencias, cosas por las que hemos pasado, que mejoramos luego con imaginación. Pienso que, a pesar de que a veces parezcan un poco crípticas, las letras se dejan seguir. Dibujan sensaciones. Es un poco lo que nos sale”.

 Ya trabajan en nuevos temas y texturas, porque, como dice el teclista con cierta sorna, “en el momento en que un grupo empieza a parecerse a un curro, es el momento de dejarlo”. Ahmed se extiende: “Para no aburrirnos, estamos siempre componiendo cosas nuevas. Como no vamos sobrados de tiempo intentamos tener un repertorio que suene compacto, pero de vez en cuando hay que hacer cosas nuevas, si no...” y cierra la frase resoplando.

Sonríen o se ríen abiertamente cuando les pregunto cómo ven el “negocio”, palabra que utilizo a posta, para provocarles un poco al sacar el tema de las expectativas. “¿Qué negocio?”, se revuelven al unísono Marcos y el bajista Juanma. Responde Yago: “Yo preguntaría si, aparte de Vetusta Morla, Izal y algún grupo de metal, existe algún grupo en este país que pueda hablar de 'negocio'. Si te refieres a las expectativas musicales, yo diría que se trata, sobre todo, de seguir adelante y pasarlo bien”. “Poder participar un poco más en el circuito”,coinciden. Por encima de todo, Ahmed destaca “mejorar un poco la calidad de vida musical, pagarnos el local mejor, tocar en sitios divertidos…y luego también evolucionar el sonido, que nos mola. Cada grabación es un reto. Aunque quisiéramos repetir el disco, no podríamos. Se nos va la olla, es imposible”.

 “Queremos mejorar un poco la calidad de vida musical”

El teclista abunda en este tema, que suscita casi una discusión filosófica entre todos: “En esto, yo siempre me acuerdo de lo que decían los Ramones: cuando un grupo dice abiertamente que ha evolucionado, es que ha hecho un disco de mierda. Yo no hablaría tanto de evolucionar, como de seguir en la trinchera. Además, no puedes hacer el mismo disco, porque tienes nuevas canciones, y si las nuevas canciones te llevan a sitios diferentes, tienes que seguirlas y trabajar sobre ello. Dicho esto, nunca me han gustado los grupos que se repiten”. ¿Y el ejemplo que ha puesto, no es el extremo, precisamente, de ello? “Pero los Ramones tenían un concepto clarísimo, desde el diseño de las portadas hasta la música: vamos a hacer música de los sesenta pero el doble de rápida y con las guitarras el doble de altas”. O sea: que no hay reglas en esto, salvo seguir el instinto y no perder de vista nunca la parte gozosa del asunto.

Es el momento de dejar la conversación y escucharles tocar alguna canción nueva en su hábitat, en un ensayo que presencia con atención un acordeonista que podría colaborar en la causa. Ya están invitados a tocar de nuevo en su pedanía particular: un sitio próximo a la única reserva de bisontes de nuestro país, y cuyo nombre hace referencia a un viejo ermitaño que vivía en una especie de cueva (una gran piedra partida en dos, de ahí el nombre del lugar). Buenas referencias, sí.

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