“No hacemos nada puro. Es todo bastante ecléctico y nos gusta el mestizaje”
Entrevistas / Moonshine Wagon

“No hacemos nada puro. Es todo bastante ecléctico y nos gusta el mestizaje”

Kepa Arbizu — 17-05-2022
Fotografía — Unai Endemaño

El nuevo trabajo del cuarteto vasco reflexiona sobre una sociedad asfixiada de inmediatez a través de unas composiciones que, sujetas como es habitual a la tradición del hillbilly o el country, laten a unas revoluciones menos desbocadas.

Si las últimas décadas la escena vasca, en ese sentido reflejo también de la estatal, ha incrementado sustancialmente el colorido y la riqueza de las propuestas que en ella conviven, es en parte gracias a la existencia de bandas como Moonshine Wagon. Englobados en el creciente caudal, y sus interminables afluentes, del que hace gala el universo de los sonidos americanos, su apuesta pasa por ser una de las más originales y salvajes, trasladando la tradición clásica de los ambientes campestres hacia una plasmación donde las influencias del heavy, el rock o el punk aportan su huella en el dibujo de un perfil perfectamente identificativo.

En su nuevo trabajo, “Self-Destruction” (Baga biga, 2022), sin ningún ánimo de revertir dicha fórmula ganadora, integran de la mejor manera posible esos ingredientes para dar forma, paradójicamente, a su contenido conceptual más rotundo y crítico a través de unos ritmos más relajados y menos explosivos, algo que ni mucho menos socava su férrea actitud ni mucho menos rebaja el volumen de sus palabras, tal y como refrenda nuestro interlocutor, Goiatz Dutto.

En en este nuevo disco, vuestra mezcla de sonidos tradicionales estadounidenses con ritmos más contundentes, me suena marcada por un tono global más intimista, más melódico, que en episodios pasados. ¿Ha existido una decisión previa por orientar hacia un determinado matiz vuestro estilo o ha sido el resultado natural que han ofrecido las canciones?
Esta vez hemos tenido tiempo para componer en casa tranquilos, cada uno aportando su toque personal, y el resultado ha sido este trabajo con el cual estamos contentísimos. No ha habido ninguna decisión previa en ningún aspecto, todo ha ido fluyendo naturalmente y ha sido al terminar de componer cuando hemos descubierto que había una temática común que englobaba un concepto de (auto)crítica social que ha hecho que el álbum tenga aún más sentido.

En vuestra música siempre ha existido ese carácter reivindicativo, pero es verdad que aquí vais más allá a la hora de hilar todo un concepto bajo la reflexión de una sociedad actual marcada por la inmediatez ¿en ningún momento se han orientado ciertas canciones hacia esa temática global?
Siempre hemos compuesto antes la música que las letras, y cada canción me lleva hacia un sitio a la hora de escribirla. Ninguno de los textos ha salido forzado y en todos me he quedado a gusto, y además te diría que me ha servido como terapia y desahogo. Víctor me decía que parecía un disco escrito por una persona de setenta u ochenta años que ya lo ha vivido todo (risas), pero así me sentía y así lo hice. Una pandemia no ayuda al estado de ánimo y a todo ese proceso de introspección y retrospección por el que hemos pasado muchos, o quizás sí…. Es todo muy agridulce.

¿Qué parte de influencia en ese sonido y tono final alcanzado por el disco tiene el hecho de haber sido el primer álbum grabado por la formación actual?
En el disco anterior, “Straight From The Mud”, Lander acababa de unirse al grupo y ya nos quedamos con las ganas de que cantara más con ese vozarrón que tiene, que es impresionante, y ha sido en este cuando ha sucedido tal y como deseábamos. Además hemos compuesto todos juntos para lograr estar más cómodos, aportando cada uno nuestro toque con total libertad.

Desde hace dos años contamos con nuestro nuevo compañero, Dagda, que es multiinstrumentista y un genio tanto tocando como componiendo, por lo que ha sido una maravilla desarrollar las armonías y arreglos mano a mano con un músico de este calibre. Víctor lleva ya casi cinco años en la banda y es una apisonadora con el contrabajo, lo que hace que ni se nos ocurra pensar en meter una batería. Hace que todo cabalgue y es quien aporta el peso a la sección rítmica de la banda.

Respecto a las influencias que todo eso ha tenido… pues esta vez hemos añadido toques de rock sureño, heavy metal, polirritmias, nuevos sonidos sumando el bouzouki al arsenal de cuerdas del grupo y hemos bajado revoluciones y BPMs en bastantes canciones, en vez de estar siempre al límite.

Vuestro sonido y la propia actitud que demostráis, parece aceptar aquella máxima de “fiesta y lucha”, ¿son dos parámetros que entendéis como totalmente compatibles en vuestra manera de entender la música?
Es algo que yo también me pregunto. Al principio la temática de las letras era más humorística y festiva, pero a partir del segundo disco fue adquiriendo ese tono reflexivo y crítico porque realmente tenía algo que decir. Tengo que confesarte que de hecho el primer disco fue forzado porque teníamos que sacar algo para presentar a la banda, pero no teníamos nada que contar.

Ahora estoy muy orgulloso de las letras y soy consciente de lo profundas y crudas que son, y a veces las presentamos entre coñas, pero eso también forma parte de mí y de los cuatro como banda.

“Para muchos la pandemia ha sido un descanso de las esposas para ponerse una bola y grilletes”

Abrís el disco con “First World Problems”, una reflexión sobre el hecho de que vivir en una parte del mundo que, mal que bien, nos asegura unas necesidades básicas nos conduce a preocuparnos por temas más banales. ¿Hasta qué punto creéis que se puede dar la paradoja de que este mismo disco, aunque tenga un muy interesante discurso reflexivo, no deje de ser un decálogo de esos “problemas del primer mundo”?
Coincido al cien por cien con lo que dices, y por eso digo que es un disco autocrítico en el que resumo que nos vamos a la porra todos y aquí no se libra ni cristo. Llego a la conclusión de que cuando no tienes problemas reales o relevantes el cerebro se encarga de crearlos. Vivimos en una sociedad llena de presiones, compromisos y responsabilidades que muchas veces hacen que nos olvidemos de quiénes somos realmente, y todo eso genera ansiedad y depresiones. Vivimos por encima de nuestras posibilidades, viendo en el escaparate de las redes sociales lo felices y solventes que muestran ser todos, por lo que cada uno se pregunta: ¿Y por qué yo no? Y es un quiero y no puedo.

En “Breathe” mostráis que no es hasta que vemos el mundo destruido y nuestras vidas inestables cuando comprendemos el poder (auto) destructivo que nuestra forma de ver la vida conlleva. En vuestro caso, ¿el parón obligatorio en el que habéis estado inmersos os ha servido para ejercer esa reflexión tanto en el ámbito personal como el musical?
Totalmente. Somos el hámster que está corriendo en la rueda pensando que está haciendo lo que tiene que hacer cuando debería estar corriendo libre, pero se conforma con el sustitutivo. Pocas personas gozan de la libertad y el privilegio de tomarse los respiros que necesitan o de vivir al ritmo que su cuerpo les pide. Meter a todos en el mismo saco destruye a muchos y beneficia a muy pocos, tanto en el sistema educativo como en el laboral. Para muchos la pandemia ha sido un descanso de las esposas para ponerse una bola y grilletes. Hemos tenido la libertad de gozar de tiempo libre pero estando encerrados. Agridulce una vez más.

Como plasmáis en “Fast Burning Love”, el tema de los lazos afectivos tampoco se salva de esa dinámica de la inmediatez, presentándonos muchas veces bajo mentiras con el fin de acumular afectividades de usar y tirar...
Amor a la carta, redes sociales, escaparates y un cambio total respecto a los vínculos a los que estábamos acostumbrados… Somos cíborgs, ahora todo el día estamos pegados al móvil con una doble vida en la que tienes un nombre en la tierra y un pseudónimo online, y a veces no sabes distinguir ya el uno del otro. En la vida real somos los deprimidos y en las redes el pavo real enseñando todo su plumaje en el cortejo. ¿De qué versión de la persona te enamoras? En cuanto descubres la real… “¡Next!”

La versión que hacéis del tema tradicional, “Marinelaren zai”, a través de la adaptación hecha por Sorotan Bele, es el mejor ejemplo de que en el disco hay mucho espacio más allá de los ritmos de raíz estadounidense, teniendo el folk de raíz irlandesa, escocesa o incluso centroeuropeo una presencia importante…
No hacemos nada puro. Es todo bastante ecléctico y nos gusta el mestizaje. Con “Marinelaren Zai” hemos hecho una especie de viaje. La canción original se llama “Willy O’Winsbury” y es tradicional escocesa y Sorotan Bele la adaptaron al euskera con la traducción de Ane Gorrotxategi. De Euskal Herria la hemos transportado a los Apalaches con nuestra versión bajo una formación de bluegrass con violín, banjo, guitarra, contrabajo y voces a coro. Ahora esperamos que alguien le dé otra vuelta de tuerca y la haga en cantonés o algo aún más exótico a partir de nuestra versión (risas).

Para esta adaptación hemos contado con la colaboración del mismísimo Gorka Sarriegi, cantante de Sorotan Bele, que no dudó en animarse a pasarse por el estudio y le estamos muy agradecidos.

“Somos heavies sensibles tocando instrumentos de folk”

Bajo la simbología de “Janari azkarra”, en referencia a la comida rápida, al final hay una incisiva crítica global a un mundo que prioriza lo inmediato y desprecia todo aquello que necesite más tiempo de reflexión, un escenario entiendo aplicable al mundo de la música y el arte..
Me alegro mucho de que hayas entendido la crítica y la metáfora de la canción. Muchos pensaban que solo queríamos grabarnos poniéndonos azules a comida basura, que tampoco estuvo nada mal, todo sea dicho de paso. Queríamos usar la comida rápida para hacer referencia al exceso y devaluación de todo: arte, cine, música, literatura, moda, periodismo, corrientes ideológicas y un largo etcétera.

¿Por que decidisteis escribir y cantar dicho tema en euskera?
Cuando terminamos de componer la música para esta canción nos parecía que sonaba a griego, balcánico o romaní y con el euskera la hicimos aún más exótico. Cuando empieza la canción no te imaginas que vamos a empezar a cantar en euskera y de repente, ¡sorpresa!

En un tema como “Binge drinking” tomáis el camino contrario que se suele apreciar en el imaginario del rock and roll, en esta ocasión manifestando las consecuencias de los excesos alcohólicos. ¿Es una reflexión de carácter más personal o trata de señalar esa cultura del alcohol que tan asumida tenemos?
Ambas cosas. Desde la adolescencia la gran mayoría hacíamos botellón porque la economía no nos daba para más. ¿Pero hasta qué punto está bien hecho o bien visto? Vas cumpliendo años y esas borracheras pasan de ser graciosas y divertidas a ser lamentables y llenas de remordimientos, y ya no eres un chaval. Nadie va a dejar de beber aquí, que no somos “straight edges” ni nada que se le parezca, pero con cabecita se hacen mejor las cosas.

Respecto a lo que dices del rock and roll, esa imagen que nos han inculcado con los vídeos y documentales de Metallica, Pantera, Mötley Crüe, etc. con todos sus excesos y mitos, hacen que sus seguidores jóvenes y no tan jóvenes se quieran parecer a ellos , y usarlos de ejemplo me parece muy peligroso cuando nunca se menciona lo negativo que es todo esto porque, como bien sabemos, muchos acaban en un féretro o en el Hall de la Fama tras dichos excesos.

La sorpresa llega con otra versión, en este caso de los Backstreet Boys,”I Want It That Way", ¿es una simple gamberrada o por el contrario podemos extraer la conclusión de que hay temas muy lejanos a nuestros gustos que contienen, más allá de su producción y un estilo pensado para las masas, melodías muy apreciables?
Esta canción la empezamos a hacer en las pruebas de sonido entre bromas y cada vez iba cogiendo más forma y veíamos que nos quedaba cada vez mejor. Súmale a todo eso la pandemia, la crisis de los treinta y la nostalgia por la infancia (risas). De pequeño era muy fan de los Backstreet Boys y Lander también, y a día de hoy nos parece que tienen unos temazos del copón con una súper producción detrás. No nos escondemos: somos heavies sensibles tocando instrumentos de folk (risas).

En vuestra historia como músicos habéis tocado en la calle, habéis llenado aforos y también habéis girado por el extranjero, ¿la satisfacción del trabajo hecho está directamente ligado siempre en función de la cantidad de respaldo público conseguido?
En absoluto. Tenemos dos tipos de conciertos: uno con la sala llena en el que no hablamos mucho y hacemos el concierto normal presentando las canciones y tocándolas y otro cuando va poca gente y ya se convierte en un espectáculo de humor en el que no nos cortamos un pelo, nos lo pasamos pipa haciendo el tonto entre nosotros y contagiando al público. Nunca está planeado, pero es algo que nos sale así porque la presión baja con menos gente. Todo nos llena.

Creo que es indudable que en los últimos años se ha consolidado en en el panorama vasco, y estatal, una escena muy rica en matices a la hora de trabajar los sonidos tradicionales americanos. Teniendo en cuenta el contenido del disco, que nos alerta de esa necesidad actual por acumular y consumir rápido, ¿cómo se lucha en una abarrotada oferta musical para no convertirse en un objeto de consumo y olvido rápido?
Por suerte o por desgracia eso no depende de nosotros. Seguiremos haciendo música y tonterías y el que quiero seguir a nuestro lado siempre tendrá un hueco. No creo que pertenezcamos a una moda, porque consideramos que aunque el grupo no pare de crecer sigue siendo underground, y eso nos encanta.

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