A estas alturas, apenas conozco a nadie que no bromee a costa de mi cazallera voz. Por ello, cuando escucho a Bob Ritchie, alias Kid Rock, al otro lado de la línea telefónica aún tengo esperanzas. Su voz rota apenas deja intuir que Ritchie pueda ser MC, que pueda desgañitarse cada dos por tres en temas como «Bawitdaba» o «I’m The Bulldog», que pueda ser relativamente expresivo en «Cowboy» o que, sencillamente, no ande pegado a una botella de Jim Beam veinticinco horas al día. El caso es que, con lo revueltas que andan las cosas en los Estados Unidos, uno ya no sabe cómo tomárselo. Coal Chamber metidos a góticos, Limp Bizkit triunfando al fusionar a Korn con el hip hop y, muy cerca, Kid Rock con su hip hop metalero, con su crossover funk rockero, con una combinación que, previamente, había demostrado su efectividad. Sólo que sorprende que, en pleno 1999, y con su cuarto álbum, «Devil Without A Cause» (antes vinieron «Grits Sandwiches For Breakfast», «The Polyfuze Method», «Early Mornin’ Stoned Pimp» y el Ep «Fire It Up») Kid Rock se haya convertido en uno de los nombres de la temporada. Digamos que, pese a lo poco revolucionario de su propuesta, Ritchie ha sabido pesentar a su alter ego Kid Rock y su banda, los Twisted Brown Trucker (con el diminuto Mc Joe C al frente), en algo más. Su forma de pavonearse, sus sucios textos, su actitud de estrella y su facilidad por demostrar que, aún viniendo de Detroit, puede ser tan gangsta como el nigga más puesto de New York han sido motivos suficientes para conseguirlo. «Todo lo que puedes encontrar en mi música y en mi sonido es el reflejo de mi mismo, de mi personalidad. Todos los distintos sonidos que escuchas en mi álbum son solamente el reflejo de mi vida, de dónde me crié. Crecí escuchando a Johnny Cash, Lynyrd Skynyrd, Run DMC, Eric B & Rakim… todos esos nombres puedes encontrarlos en mi música. Yo soy así, esta es mi actitud. Todo es real, así soy yo. En todo lo que hago hay una parte de mí y eso es algo que no te puedes inventar, tienes que vivirlo, sentirlo en tu piel… soy un tipo verdadero». Sólo que –se ha demostrado sobradamente-, quizás la comunidad de color no esté dispuesta a aceptar a un MC blanco y que, encima, va de rockero duro por la vida. Algo que, por otro lado, suele funcionarle mejor a los chicos de sus características. «No sé, se trata solamente de música. Los chicos blancos como Eminem y yo crecimos con el hip hop. Comprábamos hip hop desde que empezó todo, íbamos a los conciertos, así que si viene alguien y me dice que no puedo hacer este tipo de música le diré ¡que te jodan!… Esto es solamente música y musicalmente la gente puede hacer lo que le dé la gana. Si eres bueno en lo que haces, eres bueno y no hay más. En el pasado ha habido muchos raperos blancos que no eran muy buenos, como esos que dices (Vanilla Ice, Marky Mark), y esa es una razón por la que existen tantos sentimientos entremezclados sobre esto… pero si eres creíble en lo que haces, la gente acaba respetándote. Eso es lo que ha pasado con Eminem y conmigo, que la gente nos respeta porque somos buenos en lo que hacemos. De todas formas, también hay un montón de raperos negros que son malos, así que vuelvo a lo mismo, todo depende de lo bueno que seas». De todas formas, Kid Rock está ahí arriba gracias a esa provocación de la que antes hablábamos, a sus textos y a lo mucho que le gusta alardear de su posición en fotografías y entrevistas. Sólo que, por lo menos en Europa, nos da la impresión de que resulta muy fácil ser provocador en los Estados Unidos. «Hicimos dos versiones del disco, una limpia y la otra sucia, con los textos sucios. Si tienes menos de dieciséis años te compras el disco limpio y si tienes más te compras el sucio… tiene que ver con lo que tus padres te dejen escuchar, en cómo quieren educarte. Yo creo que en los Estados Unidos estamos intentando llevarlo de la mejor manera posible. La libertad que tenemos… los padres vigilan a sus hijos y si quieren dejarles escuchar mi disco sucio lo hacen, sino no y listos. Así que puedo decirte que no he tenido ningún problema en absoluto…». Otra cosa que no deja de rondarme por la cabeza es cómo debe haber cambiado la vida de un chico de barrio gracias a las ingentes cantidades de dinero que se habrá embolsado en los últimos meses. «En realidad, mi vida no ha cambiado demasiado. Tengo mucho más dinero y la gente me pide autógrafos, pero el cambio más grande es que la gente que tengo a mi alrededor ha cambiado, todos actúan de una forma muy diferente, pero yo sigo siendo la misma persona. Me sigue gustando beberme mi Budweiser y comerme mis Big Macs como siempre. Tengo un coche y una casa más grandes, pero sigo siendo el mismo Bob de siempre. Bueno, ahora me tratan mejor. Yo siempre lo comparo con lo que ocurre cuando vas a un strip bar y no eres nadie. Vas, pagas quince dólares y todo el mundo te trata como si fueses una mierda. Ahora, cuando voy, me aguantan el sombrero, me dan la mejor mesa que tienen…». Despejadas todas mis dudas, solamente queda hablar sobre qué tal es su relación con artistas como Limp Bizkit, su compadre Eminem, Everlast o esos Run DMC con los que apareció –con Aerosmith como invitados- recientemente en la ceremonia de entrega de los premios de la MTV. «Puede que el público de Limp Bizkit y el mío sea parecido, pero musicalmente somos muy distintos. En cuanto a Eminem, los dos somos de Detroit y nos conocemos desde hace tiempo… Eminem es uno de los mejores raperos que existe en el mundo, uno de los mejores freestylers que jamás he conocido… El disco de Everlast está bien, pero debes recordar que ese tipo estuvo en House Of Pain… Y a Run DMC les gusta lo que hacemos y a mí lo que ellos hacen… son una de mis más grandes influencias. De alguna manera, estoy convencido de que si la unión entre Run DMC y Aerosmith hubiese dado un hijo, ese sería ¡Kid Rock!».«Devil Without A Cause» está publicado por Top Dog/Dro.
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