“Los Angeles sigue siendo un poco como el salvaje oeste”
Entrevistas / Julia Holter

“Los Angeles sigue siendo un poco como el salvaje oeste”

JC Peña — 11-04-2024
Fotografía — Camille Blake

Something In The Room She Moves (Domino/Music As Usual, 24) sexto disco de la compositora norteamericana Julia Holter, la muestra como pez en el agua en su propio mundo, un espacio onírico en el que la electrónica ambiental, el pop elegante de vanguardia y el surrealismo plantean un cálido encuentro sensorial con el oyente.

Por más que uno se empeñe, no hay manera de encasillar la música de Julia Holter. Su inquieto espíritu de búsqueda brilla en ese nuevo álbum doble concebido en la era pandémica en el que la compositora explora la idea de lo corpóreo. Nos encontramos con ella físicamente -menos mal-, en un hotel de Madrid. Se la ve encantada de poder hablar de lo que hace en persona. Ahora se dispone a presentar sus nuevas delicadas canciones en directo con el mismo grupo que la acompañó en su anterior gira, lo cual promete ser “súper divertido”.

Dices que con este álbum querías explorar la idea del “cuerpo”. ¿Cuál fue tu punto de partida?
Cuando hago música a menudo el sonido viene primero. No suelo tener conceptos antes de empezar a componer. Lo que esta vez emergió fue focalizarme en el cuerpo, en lo físico. Puede que tuviera que ver circunstancialmente con estar más presente, por las situaciones que viví, como estar embarazada. Además era la época del Covid, empecé a componer las canciones en 2020. Fue un momento…(se lo piensa) frágil para la gente en general. Con el tema del Covid el cuerpo estaba muy presente con los pulmones, respirar, y no acercarte a otras personas. Distanciarte de otros cuerpos.

“No soy muy organizada, y no me gusta tener estructuras simples en mis canciones”

Era rarísimo.
Fue muy raro, y una locura lo difícil que se hacía crear algo. Si alguien me hubiera dicho antes de la pandemia, hace años, que iba a tener más tiempo del que tengo normalmente, distanciándome de los demás, habría dado por hecho que habría sido una oportunidad para ser más creativa. Sin embargo, no fue para nada un momento creativo, y así me lo han dicho muchas otras personas. Había tanta muerte y todo era tan deprimente, que no apetecía hacer canciones. Fue demasiado para mucha gente.

O sea, que la pandemia no te inspiró de un modo directo.
No. Coincidió que también estaba embarazada, y no pude evitar que ése fuera el tema. Pero más que temas, en mi música hay más bien patrones. Fue como centrarme en el cuerpo cambiante, y cómo estas situaciones nos cambian. No sé, algo así como el sonido del cambio.

En cuanto a tus letras, me gusta mucho esa idea de Jung de que los occidentales hemos perdido gran parte de la conexión con nuestra parte inconsciente y los sueños como parte fundamental de nuestra existencia. ¿Confías en ese inconsciente a la hora de hacer canciones?
No le he leído, pero debería… Como te decía, el sonido viene siempre en primer lugar. Me cuesta escribir palabras. Más bien los temas emergen gradualmente. Los patrones y los textos. Normalmente parto de improvisaciones con el teclado, aunque no siempre. Hay canciones del disco como “Meyou” que parten de un concepto o una dirección. Pero la mayor parte las hago sentada con mi teclado. Me grabo distintos patrones, de ahí emerge algo, más tarde vuelvo al archivo de audio, descarto lo que está mal, y desarrollo lo que está bien. Luego está toda la parte de la grabación, que es otro proceso.

¿Te gusta grabar?
Me encanta todo: componer música, producirla, grabarla…

¿Grabas en tu propio estudio?
No grabé tanto en mi casa como lo hice en “Aviary” (Domino, 18). Me di cuenta de que grabar las voces en casa es difícil. Y más ahora en mi situación doméstica, con una niña. Fue una situación rara porque tenía que grabar las voces y pillé el Covid. No estuve muy enferma, pero me quedé sin voz. Llevaba como dos años trabajando en las letras y no acababa de terminarlas… llegó el momento de mezclar y todavía no tenía las letras, así que las hice en el estudio donde estábamos mezclando, una locura. Pero me acabó encantando grabar las voces en un estudio, lo cual no suelo hacer. Y además terminé las letras muy rápido. Me di cuenta de lo extraño que puede ser escribir: puedes pasarte dos años pensando en ello y al final todo te llega. Piensas que no estás trabajando en ello, pero tu cerebro sí. Y llegas al sitio en el que todo encaja.

He leído que el título del disco (y de la canción) tiene que ver con una canción de The Beatles (“Something”) y una asociación subconsciente, de escritura automática.
Sí (risas). Hice la improvisación que acabaría siendo esa canción, y cuando estaba guardando el archivo la guardé con ese nombre por alguna razón. Pasó el tiempo y me gustaba mucho. No sé de dónde me vino ese título inicialmente, no tengo ni idea. Pero resulta que más tarde me vi muy metida con The Beatles, porque le cantaba canciones a mi hija. Y vimos el documental “Get Back” y me cautivó, porque mola muchísimo. Me encanta el rol de Yoko Ono y su relación con John, no sé, me encanta todo. Me gustó mucho ver el proceso creativo, las colaboraciones, y cómo se dejaban llevar por su imaginación. Pero no es que mi disco vaya sobre The Beatles...

“No suelo tener conceptos antes de empezar a componer”

Claro. ¿Y la canción? Es estupenda. Creo que es la más larga de todas.
Creo que es una de las primeras que compuse para este disco. Tiene una conexión conmigo, porque está relacionada con la canción “Feel You”, que salió en 2015. Tiene un feeling similar, una progresión armónica como…serpenteante. Creo que es más sinuosa que “Feel You” y más optimista. Estoy buscando una palabra para definirla…Es la única canción del disco que es como anhelante. Pero no en un sentido romántico. La progresión me gustó y me ayudó oírla una y otra vez a hacer la voz. Las acordes me inspiraban…y la canción en sí misma es sobre una cosa doméstica surrealista. Creo que tiene un trasfondo feminista, pero no de un modo explícito. Creo que la gente podrá pillarlo, no lo sé (risas). Es surrealista.

Es verdad que las canciones tienen esta cualidad un poco “acuática” en cuanto al tempo, que yo relaciono con el jazz. ¿Tratas de no estar constreñida en tempos y estructuras al uso?
Creo que soy yo, que no soy muy organizada, y no me gusta tener estructuras simples. Hago lo que me apetece sin pensar mucho en los tempos. A veces cuando me pongo con los beats pienso un poquito en ello, pero no demasiado. Lo veo más como un sentimiento que después transcribo. “Talking To The Whisper” no pudimos grabarla todos juntos. Hice una maqueta y luego la transcribimos en el estudio. No guardo cualquier detalle pequeño, pero muchas veces sí.

“Oceans” está hecha básicamente con sintetizadores, pero suena muy cálida, lo cual no es tan frecuente cuando usas sólo ese tipo de instrumentos.
Lo primero que suelo grabar son las partes básicas de bajo. Los hago en casa con mi Nord. De forma básica, porque no tengo mucho equipo. Giro con el Nord porque es un muy buen instrumento, tiene muchas cosas. Suelo grabar cosas con él y oír lo que hago una y otra vez -aunque no hago esto con toda mi música. Y en los difíciles tiempos pandémicos pasé mucho tiempo tocándolo. Me gusta porque crecí oyendo estos sintetizadores cálidos. Tiene un feeling un poco ambient, pero tampoco me gusta que las cosas sean demasiado ambientales. Te da una sensación como de respirar y sentir. Y luego añadí las partes del Yamaha CS-60, que es uno de mis sintetizadores favoritos y está en el estudio. Es un sintetizador clásico muy loco. El de “Blade Runner”.

“Mucha música idiosincrática viene del sur de California”

Claro, ahí hay bastante de Vangelis.
¡Totalmente! Con el anterior disco me metí mucho… y en éste hay mucho de ese instrumento (el Nord). Me encanta el bajo un poco de trombón que tiene, es muy “Blade Runner”. No lo toco muy bien, pero me encanta enredar con él. Devin (Hoof) y Chris (Speed) tocaron encima de lo que había hecho. Creo que ni siquiera lo habían escuchado antes.

La portada, por cierto, obra de tu amiga Christina Quarles, es muy especial. Es como expresionista, con esos colores tan fuertes, y bastante ambigua.
Sí, el trabajo de Christina es increíble. Expone por todo el mundo. Y lo conozco muy bien de dibujar con ella cuando éramos niñas. En realidad, me daba un poco de vergüenza pedírselo, pero ha sido un cielo. Se me ocurrió que estaría bien tener cuerpos, para capturar la sensualidad visceral del disco. Christina siempre ha dibujado figuras. El cuadro tiene muchísimas capas de interpretación, y me resulta muy sugestivo. Para mí era perfecto. La pintura ya existía y flipé cuando me enteré que podría usarla. Me encanta que parece que son dos figuras, pero podría haber más, y entre ellas podría haber algo sexual o incluso violento o romántico...me encanta su complejidad.

He ido bastante a Los Angeles, y para un europeo es una ciudad muy rara. ¿De qué modo vivir allí influye en tu música?
Sí, está muy desparramada y tiene un montón de barrios y espacio. No tiene nada que ver un barrio con otro. Creo que me da mucho espacio para que corra mi imaginación. Mucha música idiosincrática viene del sur de California. Es un poco generalizar, pero me parece cierto que la música más consolidada en tradiciones se asocia más a Europa Occidental y Nueva York, pero en California hay gente haciendo cosas distintas. Creo que sigue siendo así, a diferencia de Nueva York, donde todo está como más asentado. Ha cambiado un poco, porque todo se está homogeneizando, las ciudades se están volviendo carísimas y corporativizándose, pero me atrevería a decir que incluso ahora la gente hace cosas diferentes de L.A. En Los Angeles es como que hay muy poca tradición en un sentido u otro. Sigue siendo un poco el salvaje oeste.

 

 

 

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