"El otro día nos dijeron que ahora hacemos pop sofisticado"
Entrevistas / Da Souza

"El otro día nos dijeron que ahora hacemos pop sofisticado"

Oriol Rodríguez — 23-08-2020
Fotografía — Archivo

Banda fundamental de la actual escena indie balear, Da Souza, quinteto encabezado por Lluís Cabot, cantante, guitarrista y motor creativo, y que completan el también guitarrista Xavi Hernández, el bajista Guillem Stela, el batería Àngel Garau y el saxofonista Guillem Portell, publicaron hace unos meses su cuarto largo, “Salsa agredolça” (Bubota, 2020). Detallista y delicado, otro cautivador ejercicio de pop sofisticado en su haber discográfico.

Así, ya de primeras, "Salsa agredolça" es un discazo.
(Biel Stela) Trabajar con Jordi Matas (El Petit de Cal Eril, Ferran Palau) y Pau Riutort (Beach Beach, Extraperlo) ya te da un mínimo de garantías. Una sensación que se reafirmó cuando escuchamos el disco acabado. Aquel día nos fuimos a dormir muy contentos.

Trabajar con Jordi y Pau seguro que ayuda, pero la materia prima la habéis puesto vosotros.
(Lluís Cabot) Tal vez el secreto es que esta vez llegamos al estudio teniendo mucho más claro qué queríamos hacer. Trabajamos con los productores desde muy al principio de ponernos a escribir los temas. Teníamos esbozos de canciones y ya, en ese estado primitivo, empezamos a currar con ellos.

¿Cómo era este proceso de creación con ellos? ¿Iban al local de ensayo y currabais codo con codo?
(Lluís Cabot) Pasamos por diferentes fases. Muy al principio sí que vinieron al local de ensayo.

¿Dónde tenéis el local de ensayo? ¿Cómo es?
(Lluís Cabot) La verdad es que no tenemos local de ensayo, porque normalmente no quedamos para ensayar (ríe). Por norma general, ensayamos antes de sacar el disco y para preparar las giras. Entonces sí que nos encerramos de forma intensiva.

¿Y dónde quedáis, en locales de estos que se alquilan por horas?
(Lluís Cabot) Sí, eso o en locales que nos dejan amigos. Al no vivir todos en Barcelona, no nos sale a cuenta tener un local propio.

Existe la imagen romántica del grupo de amigos que queda tres o cuatro veces por semana para ensayar y componer temas nuevos y...
(Guillem Portell) Nosotros quedamos mucho para vernos, pero muy poco para ensayar (ríe).

(Biel Stela) Yo siempre he pensado que quedar para ensayar era un poco aburrido. ¿Para qué? ¿Para tocar una y otra vez nuestros temas y cuando acabamos volver a empezar?

(Guillem Portell) Está bien quedar de vez en cuando para refrescar los temas y ver ideas nuevas, pero si no, sí, es aburrido.

Una vez superada esa primera fase, ¿cómo siguió el proceso de creación de “Salsa agredolça”?
(Lluís Cabot) Seguimos trabajando entre todos, pero a distancia. Yo iba haciendo maquetas y Xavi también. Material que nos pasábamos entre nosotros y también con los productores. El siguiente paso ya fue encerrarnos en el estudio.

¿Trabajar de esta manera, a distancia, cada uno por separado, ha influenciado en la evolución del grupo y el sonido del disco? Tal vez, si fuerais un grupo de los que queda regularmente para tocar en el local, vuestro sonido seguiría siendo más guitarrero.
(Biel Stela) Nunca lo había pensado pero... Es posible. Trabajar desde casa, pre-produciendo las maquetas, de salida ya hace que tomes una visión más global y desde fuera. En el local, en cambio, te pones a tocar y todo es más instintivo y primitivo.

(Lluís Cabot) Por eso esta vez combinamos ambas cosas, trabajar al principio en el local todos juntos y luego por separado y a distancia. Primero vimos hacia dónde iba la energía y cuando ya vimos la dirección que tomaba el disco, trabajamos las ideas con calma.

Si cogemos toda vuestra discografía y la vamos escuchando álbum a álbum es fácil seguir la evolución que habéis experimentado con cada trabajo: debutasteis con “Flors i violència” (Famèlic, 13), un disco de indie rock con ramalazos de efervescencia cercanos al hardcore de la escuela B-Core, para llegar al pop detallista de la actualidad.
(Biel Stela) El otro día nos dijeron que ahora hacemos pop sofisticado.

¡Lluís ha venido a la entrevista en chándal, solo por eso no os puedo catalogar como pop sofisticado!
(Lluís Cabot) (Ríe). En esto de la evolución de nuestro disco, han intervenido diversos factores. Sí que es cierto que ha cambiado nuestra manera de trabajar. Al principio del grupo, vivíamos todos juntos. Nos pasábamos el día juntos, tanto en casa como en el local. Todo eso generaba cierta energía que se acababa reflejando en nuestras canciones. Y aunque muy probablemente las influencias eran las mismas que ahora, tal vez no las depurábamos tanto. Ahora sí que dedicamos mucho más tiempo a perfilar qué queremos hacer y cómo lo queremos hacer. Yo diría que han cambiado estas dos cosas: la manera en la que trabajamos y cómo influencia en nuestra música lo que escuchamos.

Sin querer ser redundante en el tema, pero la verdad es que habéis formado un tándem de lujo de productores: Jordi Matas es el maestro de la metafísica y Pau Riutort, la mano derecha de El Guincho en su trabajo con Rosalía.
(Biel Stela) Antes de empezar a trabajar en el disco ya teníamos claro que queríamos que los productores fueran ellos dos. Nos gustan mucho las cosas que hacen, además de que los dos son amigos del grupo desde hace tiempo.

(Lluís Cabot) También nos gustaba la idea de que, aunque son amigos nuestros desde hace tiempo, ellos dos no se conocían. No solo eso, sino que como productores tienen estilos muy alejados. Pero pensamos que, justamente, esa mezcla podría ser interesante para nuestra música.

¿Qué les pareció a ellos cuando se lo propusisteis?
(Lluís Cabot) También les pareció muy estimulante. Cada uno tenía su ecosistema. Les pasábamos las canciones y ellos opinaban qué podíamos hacer en cada una de ellas. Al final también se produjo una especie de selección natural, en la que de forma natural fueron eligiendo las canciones que mejor se ajustaban a su estilo. Tal vez, porque ya se sabía que también lo mezclaría, Jordi cogió un poco más el mando, pero las aportaciones de Pau han sido súper valiosas. Jordi es más de escuchar detenidamente la canción y ver qué es lo que necesita. Pau es más de ir probando cosas y, de todo lo que salga, ya veremos con qué nos quedamos y con qué no. La fusión de las dos metodologías ha sido muy interesante para nosotros y enriquecedora para el disco.

“Salsa agrecolça” también es vuestro disco más coral. Lluís sigue llevando el principal peso creativo pero esta vez el resto también habéis aportado mucho.
(Lluís Cabot) Ha sido algo premeditado desde que empezamos a trabajar en el disco: Xavi ha aportado más canciones y Àngel también ha escrito alguna. También hicimos una especie de stage creativo todos juntos en Menorca, en Can Serrat. Creo que este propósito más coral se percibe en el disco, y es una de las cosas de las que me siento más satisfecho.

"Si no fuéramos amigos, dudo que tuviéramos el grupo. A mí me daría mucha pereza. Son Muchas horas juntos. Lo artísticamente estimulante de tener un grupo es la parte creativa, pero... Biel es un guitarrista de puta madre, pero en Da Souza toca el bajo. Si le dijimos que se uniera al grupo fue porque éramos colegas y queríamos que tocara con nosotros"

¿Qué importancia tiene el concepto de grupo para Da Souza? ¿Si marchara alguno de los miembros seguiríais adelante?
(Lluís Cabot) Si no fuéramos amigos, dudo que tuviéramos el grupo. A mí me daría mucha pereza. Son muchas horas juntos. Lo artísticamente estimulante de tener un grupo es la parte creativa pero... Biel es un guitarrista de puta madre, pero en Da Souza toca el bajo. Si le dijimos que se uniera al grupo fue porque éramos colegas y queríamos que tocara con nosotros. Necesitábamos un bajista, pero sobre todo queríamos a un colega. Lo mismo con Guillem. Él en realidad es batería pero con nosotros toca el saxo.

(Guillem Portell) Hay un cachondeo muy guapo entre nosotros.

¿Lo aprendiste a tocar, el saxo, expresamente para entrar en el grupo?
(Guillem Portell) Era la única vacante que quedaba y tuve que espabilarme. Ahora también estoy aprendiendo a tocar los teclados (ríe).

(Lluís Cabot) Hubo unas oposiciones para el puesto y el resultado estuvo un poco amañado (ríe). Da Souza no tendría sentido solo como grupo de amigos, porque ya éramos (y seguimos siendo) amigos independientemente de la música, pero es un factor muy importante.

¿No habéis pasado por ninguna crisis en vuestra relación?
(Lluís Cabot) No. Justamente como somos amigos nos decimos las cosas sin cortarnos.

Esa amistad debe ser totalmente necesaria para los momentos más complicados, como cuando te pateas media península para ir a tocar y solo acuden tres personas a verte al concierto.
(Guillem Portell) Y eso... pasa.

(Lluís Cabot) Pero justamente, en algunos de esos conciertos que ha venido poca gente a vernos, es cuando me lo he pasado mejor. Sí que es cierto que si no fuéramos el grupo que somos, con la relación personal que existe entre nosotros, estas experiencias serían mucho más difíciles de llevar. Porque sí, tener un grupo conlleva una serie de sacrificios que de otro modo son difíciles de soportar.

¿Qué es lo más curioso que os ha pasado saliendo de gira?
(Biel Stela) Tocar para poca gente, muchísimas veces. Pero también nos han pasado muchas otras cosas, como reventar coches que no eran nuestros y palmar todo el dinero que habíamos ganado con la reparación. Nos han puesto multas que también se han llevado todo lo recaudado. O tocar en Madrid un día y al siguiente en Málaga y dejarnos en Madrid todo el merchandising para vender. Cosas de estas, a decenas. Pero tenemos un carácter bastante tranquilo, muy mediterráneo, y siempre nos acabamos riéndonos de todo esto.

Un carácter mediterráneo que también queda latente en vuestra música, sobre todo en este último disco.
(Lluís Cabot) Sí, cada vez tenemos más claro lo que queremos hacer y este último disco es el más nuestro por diversos motivos. Primero porque, como hemos dicho, es nuestro disco más coral. Y después porque sí, porque musicalmente muestra con mayor exactitud qué queremos ser como grupo. Nuestro sonido es más tranquilo y sí, puede que más mediterráneo, pero también más surrealista, más loco, tal y como somos nosotros.

Por todo esto, “Salsa agredolça” os sitúa como discípulos aventajados de Antònia Font.
(Lluís Cabot) Todos nosotros hemos escuchado a Antònia Font desde siempre. Es un grupo que tenemos muy interiorizado.

(Guillem Portell) Por aquel entonces había muchas radios locales en las que pinchaban regularmente a bandas como Antònia Font y Ocults.

Ocults, otro de esos grupos que mezclaron pop y rock con sonidos tradicionales mallorquines y mediterráneos. Y tras ellos, gente como Oliva Trencada de Pep Toni Ferrer, con el que habéis trabajado en más de una ocasión.
(Lluís Cabot) Un sentimiento nostálgico que acentuamos los que vivimos fuera de la isla. Es como que te recuerdas a ti mismo que estás aquí pero eres de ahí. Una sensación que seguro que de un modo u otro se filtra en las canciones.

Incidiendo en esto, en el vídeo de "Metres per segon", uno de los primeros singles de este nuevo disco, aparecéis disfrazados de siurells, la típica y tradicional figura de cerámica mallorquina.
(Lluís Cabot) Creo que fue idea de Àngel. Hacía tiempo que tenía ganas de disfrazarse de siurell y estuvo esperando el momento oportuno para proponernos la idea (ríe). Se lo comentamos al director del vídeo e inmediatamente se sumó a la propuesta.

También hay algo de todo esto que estamos hablando en la portada del disco.
(Lluís Cabot) Exacto. Para la portada nos inspiramos en la de "Cançons d'Eivissa", el primer disco la icónica banda ibicenca de folk Uc. Ésta y también en la pintura de Joan Miró.

Tras "Salsa agredolça" hay un concepto, el del que el pop puede ser la cosa más alegre y triste del mundo a la vez.
(Lluís Cabot) Esta era la idea de partida del disco, después en cada canción ésta se expresa de una manera diferente y a veces de una forma muy sutil. En todos nuestros discos hay ideas que mucho o poco abrazan la mayoría de las canciones, pero en ningún momento hemos querido crear un disco conceptual al estilo de las bandas de rock progresivo de los setenta.

No es un disco triple en el que explicáis una historia plagada de seres mitológicos.
(Lluís Cabot) Ojo, tal vez lo hagamos un día (ríe). Pero no, esta vez no. Es más una idea lanzada al aire que aparece de forma clara en algunas canciones, de manera casi imperceptible en otras. Un concepto general que sirve de motor para crear las canciones pero sin encajonarlas. Y sí, esta vez la idea era que las canciones no fueran ni muy alegres ni muy tristes, sino una combinación de ambas cosas.

Este es vuestro cuarto disco y ya hay ciertas expectativas. ¿Cuando empezasteis con Da Souza cuáles eran vuestros sueños, objetivos, ilusiones...?
(Lluís Cabot) Empezamos el grupo Xavi, Àngel y yo. Luego, como no teníamos bajista, se sumó Biel. Y finalmente, Guillem. Al principio estábamos muy flipados con toda la escena musical de Vic, grupos como L'Hereu Escampa, Mates Mates; sellos como Famèlic y festivales como el Hoteler. Era una escena con la que coincidíamos generacionalmente y compartíamos influencias musicales. Nuestro objetivo al principio era tocar en todas las ediciones del Hoteler, que nos fichara Famèlic y publicar nuestros discos con ellos. Tan simple y sencillo como esto.

Un sueño muy puro que conseguisteis hacer realidad.
(Lluís Cabot) Totalmente. Con el tiempo, sin embargo, vas creciendo y vas viendo más cosas y añades sueños. Ahora el reto sería poder vivir de nuestra música sin tener que hacer nada más.

No podéis.
(Lluís Cabot) Es muy difícil. Más que vivir tendríamos que sobrevivir. Estamos muy contentos con el nivel que ha alcanzado el grupo en todos los sentidos, pero no da para vivir los cinco. Pero el reto está ahí. A mí lo que más me gusta es hacer canciones. Sería genial poder vivir de ellas.

(Guillem Portell) Tampoco nos podemos quejar porque con cada disco hemos ido a más en todos los sentidos: en repercusión en los medios, en público... Pero una cosa es que el grupo funcione y otra que podamos vivir los cinco de él.

(Biel Stela) En Mallorca hay mucha gente que, más allá de sus proyectos, para vivir de la música toca en grupos de versiones. Pero es muy cansado.

(Guillem Portell) Yo, cuando era batería, lo hacía. Lo dejé cuando empecé a hacer verbenas de noche. A la segunda o tercera, lo abandoné. No valía la pena esperarte a las cuatro de la madrugada para tocar y sacarte setenta euros. Eso sí, una vez unos guiris nos contrataron para ir a tocar a una boda en Liverpool.

¿Cómo fue?
(Guillem Portell) No fuimos (ríe). Estábamos tocando en una verbena y unos guiris borrachos se nos acercaron para decirnos eso, que nos querían contratar para tocar una boda en Liverpool, que nos lo pagaban todo: avión, hotel... Evidentemente, fue una ida de pinza de borrachos. A la mañana siguiente no sabrían ni dónde estaban.

 

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