Conscientes de que su lenguaje ya es universal para la legión de seguidores de El Puchero del Hortelano, los granadinos omiten cualquier indicación que pueda condicionar a ese público que debe aprovechar, a su necesidad, estas canciones como un manual de autoayuda para subir o bajar de esa escalera que son las emociones diarias, la relaciones, el amor, las grandezas y también las miserias, de nosotros, los humanos. Sin título, sin créditos en la portada, a priori se antoja su disco menos explícito, un libro abierto en una repisa. “A mí me gusta pensar lo contrario, que al no darle un título, estás obligando a la gente a hablar de él como 'el disco tal' o 'el álbum cual'. Eso lo haría, como disco, más explícito que ningún otro, si bien a nivel estético es sin lugar a dudas el más sutil. Para mí, la ausencia de palabras es otra forma de darle coherencia y en este caso, creo que funciona”. Y es que estamos ante el sexto álbum y a estas alturas sobran las explicaciones, los argumentos. “No hay un concepto como tal, si bien es cierto que tanto en las letras como en la música empieza a haber un lenguaje propio, un universo Puchero que contextualiza temas tan diferentes como ‘Plácida’ o ‘Ser humano’, haciéndolas coexistir en un mismo álbum sin pelearse”. Para congeniar temas de prosa rotunda como “Los cobardes” o el citado “Ser humano”, en el que cuentan con la soberbia colaboración de Zatu (SFDK), con esa novedosa poética hortelana de “Plácida” o “El regreso” han recalentado su sonido a base de válvulas y guitarras eléctricas, eso sí, con la connivencia de Patri, que ha tenido que apartar la guitarra de palo. “Cuando empezamos a trabajar, los primeros temas sobre los que se articuló el álbum demandaban un tratamiento mas rockero y luego, para dar coherencia al conjunto, hemos buscado el sonido en una onda mas eléctrica. Cabe indicar que Patri no ha sido una víctima de esta situación, sino más bien una instigadora, ya que ella también tenía ganas de probar otras guitarras y de jugar con las distorsiones y demás pedalitos”. Si seguimos con la cacharrería, los metales también han virado hacia planos más soul rock, incluso saxos. “Sí, aunque en este sentido yo creo que aunque los pitos han mejorado la calidad de sus arreglos en cuestión de estilo, no han sufrido una evolución como la que han tenido las guitarras o las percusiones”. La baja temporal por lesión de Cobi –y su peculiar forma de tocar el cajón- ha propiciado la entrada de Zeke, pero en funciones más cercanas a las de un batería convencional y eso se ha notado en el sonido de la banda, por lo menos en directo.
Por otro lado parece increíble que este disco se haya grabado en ocho meses y de forma relajada, sobre todo teniendo en cuenta que sus autores no han parado de generar actualidad en los dos últimos años. “Han sucedido muchas cosas durante este paréntesis. Se editó disco en Latinoamérica con toda la promoción que ello conlleva, la colaboración y gira con Bersuit sucedió también paralelamente a la grabación de lo nuevo...”. Si con “El tiempo de Manuel” los granadinos conquistaron definitivamente al gran público en nuestro país, ahora, después de varios viajes a Chile y Argentina parece que se abre la posibilidad de atacar el mercado hispano. “Esa es la idea, dar protagonismo a esos países e intentar ampliar gira visitando algunos como Uruguay o México, a los que tenemos ganas. En Chile y Argentina nos sentimos a gusto y recibimos mucho cariño, por eso la intención es trabajar para conseguir un circuito estable y girar por Latinoamérica con la misma frecuencia que lo hacemos en España”. De momento el 18 de octubre arranca la gira en Málaga y estarán hasta marzo por todo nuestra geografía. En la furgoneta llevan esa escalera icónica que desde ya ponen a disposición de todo aquel que quiera usarla, ya sea para subir al cielo, que para bajar de la nube. Este disco puede ser una herramienta o un divertimento, ellos lo dejan en vuestra mano.
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