“Estas canciones funcionan como recuerdos que llevan a lugares”
Entrevistas / Dako Déjà Vu

“Estas canciones funcionan como recuerdos que llevan a lugares”

Carlos Caneda — 14-12-2016
Fotografía — Margot Sowińska

El nuevo disco de Dako Déjà Vu nace durante una estancia de Dako en Parzeńsko, un pueblo perdido en Polonia. Se podría pensar que trataba de emular el retiro a las montañas que inspiró a Bon Iver al grabar “For Emma, Forever Ago”, pero nada más lejos de la realidad: en “Whispered Parzeńsko” (2016) Dako traza un retrato de lugares, objetos y paisajes instalados en el recuerdo que rompe con los tópicos del folk rural.

Sobre el origen de este disco, Dako cuenta que “por motivos familiares fui a Parzeńsko, que es un pueblo enano, que tiene catorce, veinte casas… Es una zona muy boscosa, para llegar hay que pasar por unos caminos por los que tienes que ir con mucho cuidado. Todo es muy rudo, con bichos y animales como zorros, ciervos...”.

Y una vez allí, ¿cómo surgió la inspiración? “Cuando fui a Parzeńsko no tenía idea de componer nada. De hecho entonces yo estaba trabajando en un disco que se iba a llamar “Noviembre”, que al final se ha quedado en el limbo. Me compré una guitarra allí porque en el pueblo hay bastante tiempo.

Un día, haciendo una sesión de fotos en el bosque a cargo de Margot Sowińska, simulaba que tocaba algo con la guitarra, y así aparecieron los primeros acordes de "Whispered Parzeńsko". El resto de las canciones fueron seguidas, en un proceso creativo muy rápido e inspirador.

En la parte trasera de la casa hay un porche en el que pasaba un montón de noches, acompañado de una buena cerveza polaca, relajado en el extraño silencio del bosque, dónde no existe como tal, ya que hay siempre un murmullo constante del viento en las copas de los árboles, pájaros, insectos…"

La instrumentación y los arreglos de “Whispered Parzeńsko” son mucho más variados que los de su predecesor, “From a Cellar Door” (2012). Esto permite que el álbum presente una paleta de sentimientos mucho más amplia. “Sí, el otro era más intimista, más personal. Surgió al final de una etapa de mi vida de vértigo emocional, en la que tenía la sensación de que no iba a tocar fondo. No me apetecía ya ni tocar. La canción “The Cellar Door” habla sobre ese punto en que estás en la puerta y tienes que decidir si quedarte dentro del sótano o marcharte a un sitio de palmeras, mar, sol y libertad.

A partir de entonces decidí escribir canciones como si fueran una serie de películas, que aunque no tuvieran un argumento lineal que sirviera de enlace, sí que estaban conectadas con el concepto de la oscuridad: unas hablaban de la muerte, de la vejez, la senectud, la enfermedad, la autocompasión, la falta de autoestima…

Y este no. Quería que fuera oscuro, pero no tan homogéneo. Y también decidí ocuparme solo de las voces, guitarra acústica y flauta, y dejar otros instrumentos como bajos, pianos... a cargo de músicos amigos, que me han ayudado a darle esta textura tan ecléctica al álbum”.

Sin embargo, en este disco también se reconocen rasgos que ya aparecían en “From a Cellar Door”. Uno de ellos es la producción brumosa, en la que bastantes elementos resuenan como ecos distantes. “Está hecho aposta. Las voces están sobreproducidas para conseguir texturas. Mi idea era que sonara como si lo hubiéramos grabado en la casa de la portada: una casa con musgo en el tejado, con lobos alrededor. El nexo de unión de las nuevas canciones es Parzeńsko; pero no el pueblo en sí, sino lo que me inspira cuando yo estoy allí. Así, las canciones funcionan como fragmentos de recuerdos que llevan a lugares.

Por ejemplo, “A Café by the Riverside Lights” la inscribí tras pasar una tarde de domingo junto a Margot, sentados en un Café a orillas del río Warta, en la ciudad de Gorzów, intentando plasmar todo lo que sentí o me evocaba ese momento tanto en sonidos musicales como en su lírica. “Swamp Movin’ Blues” es una fábula inspirada en una de las zonas pantanosas del bosque que rodea a Parzeńsko, dónde pude ver multitud de culebras, sapos y ranas. O “And the Wind Whispers through the Treetops", que la compuse ya de vuelta en Santander, intentando sintetizar lo que siento cuando veo una fotografía de Parzeńsko”.

También permanece la voz de Dako que, como indica el título del disco, suena más susurrante que nunca, aunque no ha perdido ese característico deje de clásicos como Chris Isaak o Roy Orbison, que dota a las canciones de un tono físico y dramático. “Es inútil evitar las influencias… intenté salir para no encasillarme, darle otro toque más Nick Drake o Jim Morrison, más poético, quizás más bucólico. En este disco quería poner mayor énfasis en la delicadeza, en la voz sutil y más relajada, menos pasional. De todas formas, también me fijo en algunas cosas más modernas: Bonnie “Prince” Billy, Ryan Adams, Sun Kil Moon, Damien Jurado, Bon Iver, Iron&Wine…”.

A lo largo de la conversación Dako va recordando los nombres de los numerosos músicos que participan en la grabación del disco, pero también recalca la importancia de su círculo de colaboradores más inmediato: Maxi del Campo (“es el productor ejecutivo, el que me insistió y me apoyó para que grabara estos discos en solitario”), Margot Sowińska (su mujer y la autora de varias de las fotografías que aparecen en el disco), María José Arce (la encargada del diseño) y Fernando Macaya (responsable técnico de la grabación del disco). Las aportaciones de todas estas personas han confluido para que el resultado del disco sea rico y permita consolidar su proyecto en solitario.

De hecho, si bien los dos álbumes de Dako Déjà Vu han surgido a partir de situaciones de crisis creativa, en este momento parece sentirse especialmente inspirado. Afirma sentirse inspirado y tener buena conexión con la banda que le acompaña en la actualidad. “Me encuentro a gusto, así que me encuentro ya componiendo canciones nuevas para nuevas cosas”. Ojalá que esta vez no haya que esperar cuatro años para que vean la luz.

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