Corazón de cristal
Entrevistas / I Break Horses

Corazón de cristal

Luis J. Menéndez — 02-09-2011

Descubiertos por el sello de un ex Cocteau Twins; retratados en forma de portada el mítico Vaughan Oliver; bendecidos por Tom Rowlands (The Chemical Brothers), autor de la remezcla de su primer single. ¿Quién y de dónde surge ese misterioso dúo que desde el anonimato publica “Hearts”, uno de los discos más imponentes en lo que llevamos de 2011?

Los primeros calores del verano han venidos acompañados de tres discos que toman las medidas a lo que llevamos de 2011: “Hearts” (I Break Horses), “We Must Become The Pitiless Censors Of Ourselves” (John Maus) y “Dedication” (Zomby). También cuando escribo esto, en los primeros días de julio, llama la atención el pequeño debate que ha desatado la publicación del libro “Retromanía” por el prestigioso plumilla británico Simon Reynolds. Para Reynolds (cito de la entrevista para la web de El País): “lo mejor de la actualidad es algo que mastica el pasado, siendo consciente de ello y disfrutándolo, siendo honesto, mezclando elementos dispares, recuperando movimientos olvidados o descubriendo lo más ignoto”. Efectivamente la música más excitante que se ha llevado a cabo en el último lustro, de Animal Collective a LCD Soundsystem, encaja en esta definición. Aunque puestos a mirar atrás esa percha también podríamos colgársela a la mayor parte de los renovadores del pasado que hoy veneramos sin discusión: Can, The Clash, Aphex Twin o mil más.

Maria Linden responde al teléfono desde la cama, realmente cansada después de un duro día de trabajo en el que “me ha tocado atender por teléfono a unos cuantos clientes malhumorados. Después de eso charlar contigo sobre el disco es una bendición”. Por muy infernal que pueda resultar, Maria sabe que su jornada diaria como recepcionista le libera de pagar el peaje que supone vivir de la música. “Por un tiempo lo intenté como profesora, pero en cuanto comprendí que el trabajo no consistía tanto en enseñar como en mantener a los críos callados me desanimé y lo abandoné”.

La historia de I Break Horses -proyecto personalísimo del que ha terminado haciendo partícipe a Fredrik Balck- es prácticamente la del mejor pop del último lustro, que se distingue por dos características esenciales: el individualismo (algo en lo que tiene tanto que ver la revolución tecnológica como el mundo post 11-S) y la reinvención de sonidos del pasado. En su caso necesitó seis años dentro de las filas de una banda, Blackstrap, para verlo claro. “Escribía parte de la música y resultaba muy complicado porque soy una persona solitaria y eso afecta a mi manera de trabajar, al intentar mantener un control muy grande sobre todo lo que hago”. En algunas canciones de Blackstrap ya estaba presente la influencia de la banda que cambió su vida. “Había crecido entre discos de clásica y jazz, escuchando a mi hermano que es pianista profesional... Hasta que me hice adolescente y descubrí a My Bloody Valentine. Era diferente a todo lo que había escuchado hasta entonces”.

Finiquitó su relación con el grupo y arrancó una aventura doméstica de la que durante los cinco últimos años sólo pudimos escuchar dos covers a modo de temblorosa declaración de intenciones en sendos discos recopilatorios: “Goodbye Sweet Dreams” de Roky Erickson y “All Of My Tears” de Spiritualized. “Una vez aprendí a grabar por mi cuenta hice una maqueta y me di cuenta de que necesitaba la ayuda de alguien con las percusiones. Soy autosuficiente con todo salvo con la batería. Ahí fue cuando entró Fredrik -que había formado parte tiempo atrás de una banda con varias referencias en Labrador, Aerospace-. Pero resulta que Fredrick también publica poesía, así que me envió unas cuantas letras que me encantaron y de ese modo comenzó a escribir para I Break Horses”. Aunque la forma de encontrarse tuvo poco que ver con todo eso. “Los dos somos hipocondríacos, y nos conocimos a través de un foro médico buscando síntomas para averiguar si sufríamos cáncer”. Ese es el título de una de las canciones y también el principal motor de un disco de sonido catedralicio que ha madurado a lo largo de cinco largos años y pasado por las manos de seis productores diferentes hasta dar con la tecla correcta, hasta concretar el sonido exacto que Maria tenía en su cabeza: “la banda sonora imaginaria de mis películas favoritas”.

“Hearts” está publicado por Bella Union/Music As Usual.

Lo siento, debes estar para publicar un comentario.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.