BUSCANDO UNA VOZ PROPIA
Entrevistas / The Make Up

BUSCANDO UNA VOZ PROPIA

Redacción — 28-12-1999
Fotografía — Archivo

Aclarado está. De Make Up podemos esperar cualquier cosa. Desde adrenalínicos directos a una de las recopilaciones de singles más redondas que uno recuerde en los últimos años. Así y siguiendo su tónica, los de Svenonius, Canty, Gamboa y Mae nos presentan un nuevo disco en estudio, «Save Yourself» (K/Boa, 99), que, por méritos propios, se ha convertido ya en una de sus principales obras. Segunda vez en un año en que Make Up aparecen entrevistados en esta revista. Eso sólo se hace con los muy grandes, con los enchufes secretos (a voces), y con los que hacen tantos aspavientos, que merece la pena volver sobre ellos. Pero nada de eso, o casi nada. Después de una etapa de engreimiento pedestre que nos llevaba a todos al cansancio de Make Up, ha resultado verdad el rumor. Make Up han encontrado la tranquilidad que no les brindaron Royal Trux, y con Brendan Canty (en Fugazi y hermanísimo de James, el teclista de la banda) han llenado la iglesia de un ambiente con el que no daban desde hacía mucho. (Ian Svenonius, voces en Make Up, carraspera y muchos mocos a lo largo de la entrevista) «Runrunrunrun, nuestros discos siempre se habían grabado muy rápido, y no nos daba tiempo de plasmar los ambientes que teníamos en la cabeza, por lo que siempre terminaban siendo manuales de instrucciones de lo que era Make Up en directo». Pero ahora ya hay una gran diferencia entre el vivo y la lata. Y su título es «Save Yourself» (K/Boa, 99). «Es como un disco conceptual sobre el mito de Frankenstein, como metáfora de la creación de la gente, de lo que puede hacer una congregación cuando funciona bien, y de lo que pueden hacer dos amantes juntos… bebés, como Frankenstein». Ay, pero cuando Mary Shelley dio vida a la criatura, le puso el subtítulo de «El Moderno Prometeo», porque el Dr. Frankenstein también pecó por querer acercarse demasiado a Dios burlándose de las leyes de la vida y de la muerte. «Puede ser, pero hay que perderle el miedo a la imagen sagrada, porque cuando creamos, todos somos dioses pequeños. ¡La gente es Dios!». Y, hala, a toser y a escupir. «¿Me perdonas? No te voy a dar muy buenas respuestas hoy». Pues solo faltaría que fuesen mejores. Pero venga, vete a toser al baño, que mientras descubro que no solo hay una producción cuidadisima que hace de «Save Yourself» una misa espesa que huele a vudú y a Nueva Orleans, sino que por primera vez hay invitados ilustres en el disco, como Fred Erksine (ínclito guitarrista y trompetista de June Of 44), o Ted Leo (de la órbita de The Lapse y The Van Pelt), además de la sugerente voz de la desconocida Heather Worley cerrando el disco con Ian, haciendo el marrano en la enésima versión de «Hey Joe!». Ian vuelve y no está mejor. «Te diría que «Hey Joe!» es una canción que han hecho todas las bandas de los sesenta, además de ser un tema folk que puede ser rellenado con el significado que tú quieras». Ya, pero a pesar de que le entre otro ataque de tos, hay que recordarle que hasta el menos enterado está aburrido de escuchar versiones de «Hey Joe!». «Por eso mismo la hemos hecho, porque ya no tiene ninguna relación directa con el que la canta, es un esqueleto sobre el que poner carne. De ese modo, la versión buena será la que tenga un significado nuevo. Ésto enlaza con la tradición gospel de ignorar la innovación y la originalidad como gran preocupación, y encontrar una voz propia hasta con lo más estándar». Hombre, distinta sí es, y en el fondo huele a pantano más que muchos covers apocalípticos de guitarristas engominados cuyo nombre no puedo recordar. Igual es que, después del manual de instrucciones de sus anteriores discos, lo que necesitaban Make Up era encontrar una voz definitivamente distintiva en el estudio… aun a costa de que no se parezca tanto a los conciertos de brincos y situacionismo a los que nos tienen acostumbrados, que la verdad, son potentes y brutales, pero visto uno… «Pues no sólo hemos añadido a un guitarrista más en los conciertos, para poder expandir mucho el repertorio, sino que antes estábamos aprendiendo. Nuestros primeros conciertos eran más hablados y menos cantados, y luego se añadían crescendos musicales. Entonces empezamos a enchufar los instrumentos, por lo que se puede decir que aún estábamos aprendiendo a dominarlos, y lo que nos preocupa no es hacer una música que divierta con unos arreglos inteligentes, sino recrear unas estructuras clásicas con cambios de acordes no muy difíciles, y desde ahí construir nuestra voz». ¿Y de la revolución qué? Esperarán saber algunos. Pues con discos como éste, es posible inyectarse primero la revolución de la música, y después crear. Si eso te parece poco…

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