Oídos que no ven

Puede que en un momento de debates acalorados, de posts incendiados por la soflama del prejuicio y de dictámenes que pretenden erigirse como verdades absolutas, un libro como "Oídos que no ven" (Taurus, 2022) sea absolutamente necesario. A lo largo de poco más de 300 páginas, Mariano Peyrou ofrece un brillante ejercicio de reflexión sobre la existencia de una supuesta «música intelectual» y la existencia de múltiples barreras en torno a ciertos géneros. Hay que advertir que la firma de Peyrou es una plena garantía: profesor de Historia del Jazz y Estética de la Música, posee una sólida trayectoria como narrador que le ha llevado a ser traducido a varias lenguas. Su nuevo libro cumple de sobremanera con el objectivo del autor: defender que, en gran medida, toda música es intelectual y que, aún así, hay otras características mucho más interesantes que nos ayudan a entenderla –o a disfrutarla– mejor.

La carga de relativismo del discurso de Peyrou se apoya sobre el orden sistemático de ideas, tanto las propias como las de múltiples personalidades (filósofos, musicólogos, compositores, etc.) que aparecen citadas; son frases tan reveladoras, tan bien escogidas, que incluso obligan al lector a repensar su relación con la música. Este recurso consigue, por una parte, ofrecer un texto variado, sorpresivo e impredecible, en el que se constatan diferentes visiones sobre la creación, la inspiración o, sencillamente, el papel que juega el arte en nuestras vidas; por la otra, consigue un relato casi coral, un collage estructurado mediante pequeños fragmentos de texto que, hilvanados uno tras otro, permiten que compositores clásicos, maestros del jazz o punks puedan coexistir en plena harmonía.

Si los saltos en el tiempo y en el espacio desordenan el mensaje de algunos narradores, Peyrou consigue que su trepidante exposición –de Pierre Schaeffer a György Ligetti; de Davis a Coltrane; de Billy Joel a Sex Pistols– sea plenamente homogénea; tanto es así que en cada página puede haber una línea que empuja al subrayado (en lápiz, ¡por Dios!) para no olvidar ni la idea que contiene ni la sensación que ha provocado descubrirla. Por ello, en tiempos de histrionismos, "Oídos que no ven" es una «invitación a la escucha libre, desprejuiciada» que, sin duda, consigue recordarnos porqué la música es tan importante –y necesaria– en nuestras vidas.